El dudoso legado de Fidel


Martes 26 de febrero de 2008 | Publicado en La Nación


CIUDAD DE MEXICO.- Ahora que México califica al ex presidente cubano Fidel Castro, de figura "destacada", Brasil lo llama un "mito" viviente y la prensa mundial hace todo tipo de piruetas semánticas para evitar denominarlo dictador, es hora de analizar qué tan bueno ha sido el gobierno de Castro.
¿Pasará a la historia como un hombre fuerte bienintencionado que mejoró las condiciones de salud y educación de su país? ¿O será recordado como un tirano ególatra que se aferró al poder durante medio siglo y dejó a su país más pobre que antes?
Un chiste que escuché en las calles de La Habana a fines de los años 80 dice que los tres mayores logros de la revolución cubana han sido la salud, la educación y la soberanía nacional, y sus tres mayores fracasos han sido el desayuno, el almuerzo y la cena. Puede que así sea. Pero desde entonces las cosas en Cuba han empeorado significativamente.


Para darle el beneficio de la duda a Cuba dejemos de lado, por un momento, los datos que el gobierno cubano considera injustos, como el informe de Forbes que indica que Castro tiene una fortuna de 900 millones de dólares o el reporte del Archivo Cubano, de Nueva Jersey, que afirma tener documentados 4073 fusilamientos y 3001 muertes "extrajudiciales" en Cuba desde 1959.Y dejemos de lado por un momento la verdad indiscutible de que Castro ha sido -bajo la definición de cualquier diccionario- un dictador. Centremos nuestro análisis sobre las mediciones favoritas del gobierno cubano, como el Indice de Desarrollo Humano de la ONU, que se centra en los estándares de salud y de educación de cada país. Según este ranking, Cuba ocupa el sexto lugar en América latina, detrás de la Argentina, Chile, Uruguay, Costa Rica y las Bahamas. En algunos rubros específicos, Cuba sale muy bien parada: tiene un 99,8% de alfabetismo adulto y una expectativa de vida de casi 78 años. Es el mejor índice de alfabetismo adulto de la región y el tercero entre los mejores índices de expectativa de vida, después de Costa Rica y Chile. Sin embargo, también es cierto que Cuba ya era uno de los países más avanzados de América latina antes de 1959. Según el Anuario de Estadísticas de la ONU de 1957, el índice de mortalidad infantil de Cuba para ese año -32 por 1000- era el más bajo de la región, y Cuba ocupó, ese año, el cuarto lugar en la región -detrás de la Argentina, Chile y Costa Rica- en alfabetismo.


Es cierto que Cuba era una dictadura de facto cuando Castro tomó el poder y que dependía de Estados Unidos. Pero casi cinco décadas después, Cuba prohíbe expresamente la existencia de partidos opositores y de prensa no gubernamentales y tiene una enorme dependencia económica de Venezuela y de los casi 1000 millones de dólares anuales que envían los exiliados cubanos. Encima de todo eso, a los cubanos los subsidios alimentarios del gobierno les alcanzan, con suerte, para dos semanas; ellos tienen un sistema de apartheid que, de hecho, no les permite entrar en los hoteles y restaurantes frecuentados por turistas, y la gente puede ir a la cárcel por leer periódicos extranjeros considerados "propaganda enemiga".
Hasta el Indice de Desarrollo Humano de la ONU de 2008, el favorito del gobierno cubano, sitúa a Cuba entre los países más atrasados del mundo en el acceso a teléfonos celulares e Internet.

El valor de la revolución


Cuba tiene un promedio de 12 usuarios de celulares por cada 1000 habitantes, comparado con 48 de Haití, 460 de México y 570 de la Argentina. Asimismo, Cuba tiene 17 usuarios de Internet por cada 1000 habitantes, comparado con 36 en Honduras, 70 en Haití, 177 en la Argentina y 181 en México.


Mi opinión: Castro siempre ha dicho que los problemas de Cuba se deben al embargo de Estados Unidos. Aunque no me gusta el embargo, no creo en esa afirmación. Todas las dictaduras justifican su existencia citando amenazas internas o externas, y Cuba no es la excepción.

Para su crédito, Castro se empeñó en mejorar las condiciones de salud y educación que heredó, pero al precio de imponer una dictadura que ha costado miles de vidas, ha separado a millones de familias, ha empobrecido el país y ha terminado por dejarlo más dependiente que antes en el plano económico. Tal vez la pregunta clave no sea si la revolución estuvo justificada, sino si valió la pena. A la luz de todas las evidencias, no valió la pena.
CANARIAS
La influencia extranjera y las conversiones potencian la multirreligiosidad en Canarias

LA GACETA

Profesores de la ULL se han unido en el grupo Relican para investigar las religiones y cultos que hay en las Islas, un trabajo que plasmarán en el libro ‘Religión entre continentes. Minorías religiosas en Canarias’

IOSUNE NIETO

S.C. DE TENERIFE.– Hay otras religiones y están en Canarias. Es lo que vienen a decir los siete profesores de la Universidad de La Laguna que integran el grupo Relican –Religiones en Canarias–, nacido del interés por visibilizar a las minorías religiosas existentes en el Archipiélago.

Estudiar el espacio que ocupan las distintas confesiones o prácticas religiosas en las Islas, lo que no se limita al campo geográfico o cuantitativo, es el objetivo de este grupo, que se presentó ayer públicamente, junto a lo que viene siendo su trabajo actual: la elaboración de un libro, "Religiones entre Continentes: Minorías Religiosas en Canarias", título que da la clave de la realidad multirreligiosa en el Archipiélago.

En colaboración con la Fundación Pluralismo y Convivencia, dedicada a la “promoción de la libertad religiosa y la divulgación de la realidad de las confesiones minoritarias para superar estereotipos y favorecer su integración”, el grupo Relican realizará el estudio referido a la Comunidad canaria, que hará el quinto en la colección por comunidades autónomas dedicada a esta cuestión.

El profesor de Historia Comparada de las Religiones en la ULL, Francisco Díez de Velasco, coordinador de este grupo, definió ayer en rueda de prensa al grupo como “investigadores que buscamos analizar la realidad religiosa canaria actual y la que potencian las migraciones y las conversiones en el desarrollo de la diversidad religiosa”. Lo hacen, anunció, con una postura “no religionizante, sin dar primacía a una creencia sobre las demás; ni antirreligiosa, que no permita investigar, intentando buscar el análisis neutral”. Y ello desde “el respeto a las creencias, como al no creer” para “mitigar al desconocimiento” y los “conflictos por una invisibilización de una parte de la sociedad”, según expresó.

De hecho, la presentación del estudio estuvo acompañada de una serie de fotografías que venían a probar esa invisibilización y hasta ocultación, puesto que no son pocas las sedes o ritos que tienen lugar en las Islas sin que obtengan publicidad o se sepa siquiera en qué consisten o qué valor tienen.Las imágenes ponían al descubierto la incapacidad física de algunos centros para acoger a sus fieles y el desbordamiento de templos, pero también la intencionada discreción de otras confesiones, que prefieren pasar desapercibidas ante la probable intolerancia de la sociedad.

Mayor apertura

Velasco valoró que Canarias en el contexto de España, presenta la particularidad “de que probablemente haya una mayor apertura” o ésta sea “más fácil” a estos grupos religiosos, lo que atribuyó a la histórica presencia de extranjeros o comerciantes” en las Islas. Sin embargo, recordó que España ha sido el único país que ha expulsado a un grupo religioso sin permitir su vuelta y que “ha mantenido una apuesta sistemática por una sola religión hasta la Constitución, aunque las leyes pueden decir una cosa y hacerse otra”.

En ese mismo sentido, José Alberto Galván Tudela, al que ha correspondido el análisis de las religiones africanas y afroamericanas en Canarias, sentenció que “determinados discursos políticos no ayudan a la tolerancia y a la visibilización”.

Y si bien apostó por asumir una visión hacia otros mundos religiosos, apuntó a que algunas religiones están reformulando algunas de sus prácticas religiosas para que sean más asimilables en la realidad canaria. Lo que ha llevado a los expertos de Relican a analizar el cambio entre la práctica en las Islas y en la religión original. Galván se refirió en particular a las religiones en que la sangre tiene un significado de purificación y posesión, que suele repudiar el mundo occidental. Por otra parte, señaló también que El Teide o las plantas de Canarias están siendo asumidos por la santería como elementos propios de sus rituales.
Concluyó además que muchas personas están asumiendo el culto de otras religiones y las están sistematizando en otras, por lo que cabe “empezar a pensar en términos no de religiones en Canarias, sino de religiones de Canarias”.

A la americana

Francisco Díez Velasco, retomando la cuestión de las religiones y la política, aseveró que la acción política de muchos líderes religiosos “tiene mucho que ver con la acción de lobby, grupos de presión que cuentan detrás con seguidores y con un sector de la opinión pública”. De ese modo, aseguró que “ciertos colectivos pueden llevar a su terreno a los grupos políticos”, lo que en su opinión se ha visto de cara a estas próximas elecciones. A su juicio, “nos está alejando del modelo oficial (una religión pseudoficial) para parecernos más al multirreligioso de Estados Unidos.

El mapa de las religiones en el Archipiélago cambia mes a mes

I.N

S.C. DE TENERIFE.— La tan pretendida homogeneidad religiosa no es tal. Ni en España ni en Canarias. Al menos veinte grupos budistas, unas 200 iglesias evangélicas, 40 centros de Testigos de Jehová, unas 15 ó 20 mezquitas son algunas de las cifras que reflejan la diversidad religiosa en el Archipiélago, una cartografía sobre la que está trabajando el grupo Relican, a pesar de que “cambia mes a mes”, y que espera tener finalizada en mayo.

Previamente y para su estudio ha definido tres grupos: el de la diversidad cristiana, el mundo del Islam y otras minorías religiosas. Entre las primeras, las iglesias evangélicas son las de mayor raigambre en las Islas, con iglesias de inmigrantes y de canarios, y también en la que hay más conversos, sin olvidar que hay iglesias evangélicas para los turistas. “La mayor congregación evangélica está en Fuerteventura”, señaló Francisco Díez de Velasco, que citó también la iglesia anglicana en Puerto de la Cruz o las que tienen que ver su presencia con el idioma (inglés o alemán). En cuanto a los Testigos de Jehová, destacó que “son capaces de llenar un pabellón” y que su diversidad es tal que ofrecen culto en 12 idiomas en las Islas, incluido el chino.

Sobre el Islam describió que es otra religión con gran fortaleza y destacó el fondo social en las Islas, que es la inmigración en cayuco. “No tienen casi donde reunirse, a pesar de que son capaces de llenar espacios públicos”, cuestionó.

Una fotografía del Imán de Canarias en Las Palmas con el obispo de la Diócesis de aquélla provincia dio pie al debate sobre el “diálogo interreligioso”. Según el coordinador de Relican, existe un Grupo de Caminantes en Las Palmas –existe el ánimo de crear otro en Tenerife–, que ha centrado sus esfuerzos en la construcción de la convivencia de las religiones. Preguntados sobre el choque con el laicismo y el caso más claro, el del velo musulmán, la profesora Victoria Contreras valoró que lo importante es “acercarse a la persona y conocer por qué lo lleva, porque no siempre lo llevan porque se lo imponen”.

En cuanto a las religiones minoritarias, se mencionó la Iglesia del Pueblo Guanche, que intenta reconstruir los ritos previos al cristianismo;el judaísmo, “poco visible y en retroceso”; el hinduismo, budismo, Bahais y las “casi imperceptibles”, como las nuevas espiritualidades o las religiones afroamericanas.

Siete investigadores de la ULL en el grupo Relican

Los integrantes del grupo Relican (Religiones Canarias), nacido hace cuatro años para investigar las religiones en el ámbito del Archipiélago, son los profesores de la ULL:

-Victoria Contreras Ortega: especializada en Islam en Canarias, religiones y género.

- Francisco Díez de Velasco: Budismo en Canarias, religiones y conversión.

- Alfonso García Hernández: Fe Bahai en Canarias, religiones y muerte.

- Ángela García Viña: Religiones afroamericanas en Canarias, religiones y análisis social.

- José Alberto Galván Tudela: Religiones africanas y afroamericanas en Canarias.

- Roberto Carlos Rodríguez González:Cristianismos evangélicos en Canarias, religiones y marco jurídico.

- Néstor Verona Carballo: Religiones orientales en Canarias, religiones y estados alterados de conciencia.


Fecha de Publicación: 26/02/2008 - 09:28:04
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En el origen estaba el baile, el ritmo, la danza.

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Ilustración: Álvarez Cozzi
Hay que poner a prueba la imaginación y valerse de las escasas descripciones de los cronistas del siglo XIX, así como de los relatos que se han transmitido oralmente durante generaciones para remontarse en el tiempo hasta los primeros fuegos que vieron nacer ese uruguayísimo baile que es el candombe, no siempre conocido en su simbología más tradicional.

De la primera etapa del candombe poco se sabe. Fueron precisamente los “viejos memorialistas y viajeros” quienes, al decir del musicólogo Lauro Ayestarán, llamaron “candombe” a una suerte de versión pigmentada de la contradanza o el minué unida a una escena africana que recuerda la coronación de los reyes congos. Una versión que los negros dejaban aflorar ante los blancos y que fusionaba formas coreográficas propias con figuras de las danzas criollas. Una danza despojada de su ancestral carácter ritual, depurada de sus elementos más subversivos y guerreros, que se gestó a finales del siglo XVIII. Un baile que, según un testimonio recogido por Pereda Valdés, constaba de una primera figura compuesta por movimientos tiesos, hombres y mujeres formados en dos filas, parejas que componían eses, mientras el bastonero en el medio del salón, impartía las órdenes. “El rey, la reina permanecían sentados en el trono al frente del salón de baile; muy tiesos y orondos, saludaban a la concurrencia tomando muy a lo serio su papel de monarcas del candombe”.

Textos que datan de 1760 dan fe de la participación de una danza de negros en la Procesión del Corpus Christi, previa amenaza de negarse a concurrir junto a los pardos del gremio de soldados que luego cambiaron de parecer.

Al igual que el flamenco de los gitanos en España, el candombe fue prohibido en Uruguay durante el siglo XIX. El gobernador y luego virrey Francisco Javier de Elío lo encontró “perjudicial” y lo prohibió dentro y fuera de la Muy Fiel y Reconquistadora. Bailarlo equivalía a un mes en las obras públicas. Nada de eso impidió que los negros celebraran la abolición de la esclavitud en 1814 bailando candombe.

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Acuarela de Ruben Galloza
Y, como bien se sabe, las cosas tienen el color del vidrio con que se las mira, los bailes practicados por los africanos inspiraron toda clase de comentarios. Ya en el siglo XVIII, al legendario Concolorcorvo le resultaron endiablados: “Sus danzas se reducen a menear la barriga y las caderas con mucha deshonestidad, que acompañan con gestos ridículos y que traen a la imaginación la fiesta que hacen al diablo los brujos en sus sábados”.

Pero las opiniones no eran unánimes. Por ejemplo, donde el viajero francés Augusto Saint-Hilaire encontró “actitudes innobles” y “contorsiones horrorosas”, Alcides d’Orbigny entrevió el modo en que “los negros parecían haber reconquistado en un instante su nacionalidad en el seno de una patria imaginaria, cuyo solo recuerdo, entregados a estas ruidosas saturnales, les hacía olvidar en un solo día de placer, las privaciones y los dolores de largos años de esclavitud”. Por su parte, el gran cronista del Montevideo antiguo, Isidoro de María, se preguntaba “si la raza blanca bailaba al compás del arpa, del piano, del violín, de la guitarra o de la música del viento, ¿por qué la africana no había de poder hacerlo al son del tamboril y de la marimba?”.

La extraña ceremonia del baile africano con sus reyes, que según algunas versiones emulaban una supuesta dinastía africana en el Río de la Plata –engalanada con toda clase de chucherías cedidas por los amos–, se desarrollaba en las canchas al aire libre, en la vía pública y en salas de cada nación, entre chicha, caña cubana, guindado oriental, y por supuesto, mate. Eran ceremonias presididas por San Benito y San Baltasar. De María establece el periodo de auge de esta danza entre los años 1808 y 1829. También se ha dicho que tuvo su ocaso alrededor de 1870 “pero que lega a la posteridad el bello detalle coreográfico de su paso”, así como algunos de sus personajes. Algunos vestigios de esa ‘dinastía’ se pueden apreciar hoy en el baile y personajes de las comparsas de negros y lubolos que desfilan cada Carnaval.

Reminiscencias africanas

¿En qué consistía la coreografía del candombe? Vicente Rossi describe el modo en que se bailaba: “La rueda giraba; el paso solía ser mesurado, como indeciso; los cuerpos marcando el suave vaivén en las mujeres, con oscilación natural de las caderas; los hombres desarrollan una difícil diversidad de movimientos, sin perder el paso, no es posible demostrar con palabras la caprichosa coreografía aquella, librada al buen tino e inventiva de cada uno. Los famosos ‘dislocamientos obscenos’ sólo existieron en los seudocandombes de los seudonegros carnavalescos”. Nada más lejanos de las “bacanales estrepitosas” que suponían algunos.

Hoy día, cuando uno piensa en candombe, lo primero que viene a la mente es el Desfile de Llamadas y el ajetreo de las comparsas. Y no está del todo mal rumbeado si se hacen algunas salvedades. “No se puede tomar como prototipo del candombe a la comparsa contemporánea”, dice Tomás Olivera Chirimini, presidente de la Asociación Civil Africana y director del Conjunto Bantú. Mal que les pese a los más puristas y añorantes de la más pura raigambre africana, luego de varios avatares el candombe derivó en la comparsa de Carnaval, y en el imaginario colectivo quedó fuertemente asociado a las figuras de las vedettes, esas diosas del ritmo y la gracia que desfilan con el mentón en alto, la sonrisa ancha, las curvas acentuadas por la desnudez, la piel brillante de sudor y purpurina. Sin embargo, es un error creer que son ellas, con sus movimientos desafectados de todos los tabúes, quienes encarnan la quintaesencia del candombe. Esa figuras que han enflaquecido y se han ido estilizando con los años –acomodándose en parte a los requerimientos siempre tiranos del mercado– y que avanzan con movimientos sugestivos abriéndose paso entre serpentinas son las menos africanas de toda la comparsa. De hecho, la vedette que va regalando sonrisas entre una aureola de plumas mientras una legión de niños se acerca a mojarlas con sus pomos e importunarlas en su esplendor con una lluvia de papel picado, son una incorporación bastante reciente que data de los años cincuenta y provienen directamente del Carnaval de Río e incluso de Hollywood –según Coriún Aharonián– y no de las costas africanas de Guinea, de Angola o Senegal.

“Más que bailar candombe, la vedette transforma su baile en un desplazamiento y lleva la comunicación con el público. No tienen por qué bailar todas igual, el candombe es improvisado, se baila lo que se siente y como se siente. Si no, da la sensación de que son muñecos de cuerda”, comenta Olivera Chirimini. Lo cierto es que ellas son centro de todas las miradas y dejan a la platea atónita cuando se detienen a bailar con un estallido tal de gestos y ademanes que produce una suerte de exaltación colectiva. Entre los entendidos hay unanimidad en cuanto a que no hubo ninguna bailarina como Martha Gularte. Ni la exuberante Rosa Luna, faro de sonrisas y simpatía podía igualarla. Y ni siquiera la Negra Johnson, a quien todos recuerdan como una excelente bailarina. Gularte, dice Olivera Chirimini, era una auténtica bailarina afro, más que una candombera. “Iba de acera en acera desplazándose con una simpatía tremenda, era algo arrollador. Sus movimientos eran muy sensuales y transmitía mucha energía”.

La mismísima Gularte se quejaba en el prólogo de su libro El barquero del río Jordán: “Cualquier negra se pone dos plumas en la cabeza y ya es una vedette”. Y agregaba que para ser vedette había que saber cantar en inglés, hacer tap, música cubana, cantar música brasileña, bailar macumbas. Al menos ella se jactaba de que podía hacer todo eso. Al parecer, “la diosa” Gularte encontraba al candombe medio monótono. Y se preguntaba: “¿Qué puede bailar una mujer que sale con todo de afuera? No puede bailar. Yo cuando bailaba me aseguraba que mis ropas interiores estuvieran bien contra mis piernas; y entonces yo me podía tirar pa’atrás, y hacer todo lo que hay que hacer en la danza, sin estar pasando ridiculeces. [...] El candombe tiene que tener una coreografía. La mujer debe tomar otra actitud. Poner unos vestidos; el vestido es parte de la danza. Tomarlo, moverlo, bailar, girar con su vestido. El candombe es una danza. Una danza negra. Eso que bailan... no tiene coreografía, no tiene nada”. Sin embargo, Tina Ferreira –principal vedette del momento– opina que existe una coreografía básica que se enriquece con las manifestaciones personales de cada artista.

Barriendo males

De todas maneras, es necesario dejar de lado a la vedette y concentrarse en otros personajes como el escobillero, el gramillero o la mama vieja, si se quiere rastrear las reminiscencias de lo afro. Los relatos más antiguos dan cuenta de varios personajes claramente delineados: el rey, la reina, un ministro, el doctor, el juez o bastonero. Algunos de ellos, de orígenes difusos, sobreviven en las comparsas actuales. Todos los vemos bailar, pero en última instancia, no hay acuerdo sobre a qué responden sus gestos y ademanes. La profesora de candombe de Tamborilearte, Karina Brun, describe con lujo de detalles el juego de seducción que la mama vieja tiene con el gramillero: “Vestida con enagua, pollerón repleto de volados y toda clase de abalorios que remiten a las joyas y la bijou que las patronas les daban, acostumbraban ponerse almohadones para ensanchar sus caderas. Algunas llevan pañoletas en la cabeza, sombrilla, y todas se hacen las ofendidas mientras el gramillero se distrae mirando a otra mama vieja. Él hace que se siente mal para llamar su atención”. Refiriéndose a la mama vieja, Olivera Chirimini aclara que “hay quienes la ven como la continuadora de la reina de la coronación de los reyes congos, otros como la vendedora de pasteles, y por qué no, el ama de crianza. Eran negras viejas, yo las recuerdo moviéndose de una manera tan sutil, tan suave, apenas movían los pies como ‘chancleteando’ con un leve movimiento de caderas. Si se requiebran mucho pierden esa elegancia”. El antropólogo Daniel Vidart aventura que la mama vieja puede representar la maternidad, la diosa madre gorda, la supervivencia matriarcal, ya que la obesidad transporta ideales estéticos ancestrales.

Respecto al gramillero (ese personaje que camina apoyándose en su bastón como achacado de muchos males, con pantalón, levita, galera y una valijita atiborrada de yuyos), Vidart tiene una hipótesis muy interesante. Según el reconocido estudioso, ese viejito tembleque que de pronto se para abruptamente como petrificado por un rayo y se pone la mano a la altura de la frente como para evitar el resplandor del sol, lleva en la valija una preciada carga de alucinógenos. El baile del gramillero representa el estado de trance. No son hierbas que curan, sino hierbas que transportan. “El modo en que se apoya en el bastón, cómo camina con pasos cortados y movimientos bruscos, son signos de su estado de trance. Significa que los alucinógenos han hecho su efecto”, dice el antropólogo. El gramillero, que evidentemente nunca fue un médico doctorado, “va a curar enfermedades, a arreglar efectos de la convivencia mediante el viaje que hace, tal como sucede con el chamanismo en todas las latitudes”. Según Vidart, el gramillero “es un remedo de lo que había en África, un personaje ancestral: el brujo de la tribu o chamán que maneja los mecanismos del más allá y del más acá”.

Olivera prefiere abrir signos de interrogación y atenerse a lo que está escrito. En su opinión, los orígenes de estos personajes se pierden en el tiempo. Y lamenta que se haya hecho del gramillero un personaje casi “cantinflesco”. Brun, por su parte, agrega que “cada uno hace su caracterización”, pero “siempre siguiendo el paso candombero”. Daniel Vidart hace también una interpretación trascendente del escobero, en el que ve mucho más que un malabarista vestido con calzas y taparrabo. “Aparece la habilidad, pero el escobero va barriendo –algo que tiene que ver con maniobras rituales– el camino para que pase el cortejo sagrado. Limpia el camino para que los dioses pasen lejos de las entidades demoníacas, porque los dioses son los tambores”. Una antigua descripción de un cronista de época dice que “era un negro viejo y hábil que bailaba consigo mismo, por momentos sus pies parecían que apisonaban el suelo, en otros daban la impresión de que pisaban sobre caliente y cuerpeaban a las quemaduras, se agachaba unas veces hasta casi sentarse, otras se estiraba y erguido, muy echado hacia atrás, continuaba inalterable el pataleo”. Y agrega que era el último simbolismo africano en el Plata.

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Eso sí, está claro que los escoberos actuales no son como los de antes. “Hoy usan la escoba como si fuera una pelota de fútbol. Le pegan de taquito, pero se olvidan de bailar”, increpa Olivera, al explicar cómo cayó en desuso un baile de carácter competitivo y guerrero en el que se enfrentaban dos escoberos –de distintas comparsas– tratando de hacerse zancadillas y pecharse hasta que uno de los dos cayera como en una riña de gallos; un baile que, según dice, tenía varios puntos en común con la capoeira. Al parecer se prohibió porque generaba problemas. No es la única danza afro que quedó por el camino.

Ayestarán ve en el tamboril y en “el airoso paso de candombe” que tan estupendamente captó el pincel de Pedro Figari, los vestigios más antiguos de lo afro. Y dice que éste consiste en “una marcha nada desordenada por cierto, moviéndose de izquierda a derecha y viceversa, la cabeza erecta, adelantando un poco los hombros y hundiendo y sacando hacia fuera el vientre; en pocas palabras: ondulando el cuerpo no como la espiga por la acción de la brisa, sino como la serpiente ante la flauta del encantador”. Hubo quien vio en el paso entrecortado apenas perceptible de los morenos una reminiscencia de esclavos que eran trasladados con grilletes en los pies.

¿Qué símbolos o reminiscencia de la negritud africana yacen detrás de esos ademanes? Remontándose a los posibles orígenes de este baile, el artista plástico Carlos Páez Vilaró –durante años militante de Morenada– imagina “que la graciosa elegancia de los movimientos del antílope, las aristocráticas posturas de una garza o los ágiles desplazamientos de un leopardo pueden haber motivado el deseo de anexar a la música la danza”. Las comparsas actuales también incluyen un cuerpo de baile de un mínimo de quince bailarinas, las molembas. Brun cree que hay que desdramatizar el candombe y disociarlo del “pobre negro esclavo”, ya que “va mas allá del negro” y se ha incorporado a la cultura uruguaya. “Se ha enriquecido con los años, los jóvenes le han dado un toque diferente y no por eso deja de ser candombe”.

Movimientos como mantras

En la actualidad prácticamente cada barrio de Montevideo tiene su cuerda de tambores, e incluso en varios puntos del interior del país existen cuerdas de tambores y comparsas, algo que hace treinta años no sucedía. Todos coinciden en que el candombe, más allá de sus variantes rítmicas, es uno solo. Sin embargo, que la danza se adapte a la modalidad del toque es otra cosa. En ese sentido hay quienes afirman que las comparsas del Barrio Sur (Morenada, Cuareim 1080, La Dominguera) son más estables y cadenciosas; mientras que las de Ansina, Cordón y Buceo son más rápidas y agresivas.

Piel Kanela, “último mohicano” de la legendaria estirpe de primeras figuras que encabezaron Gularte, Rosa Luna y Pirulo Albín, señala que el candombe, así como la puesta en escena de la vieja comparsa, ha cambiado mucho con la incursión de los actores de teatro: “Hoy la danza se ajusta a la música, a los textos y a la puesta en escena”, dice el director de Tronar de Tambores, una de las principales comparsas afrouruguayas. ¿Dónde nace ese movimiento que estremece los hombros y hace ondular los brazos?, ¿en qué lugar se originan los gráciles movimientos de las manos?, ¿de dónde proviene la energía que pone a volar los abalorios de colores que adornan las caderas? Kanela ensaya una detallada explicación: “Comienza con una complicada figura que ejecutan los pies, sube a los tobillos, las piernas, las caderas, los brazos y las manos. Los brazos y las manos realizan un delicado movimiento llamado ebané, un movimiento como el aletear de las mariposas”. Otros requisitos básicos: hombros derechos, soltura en los brazos, caderas a ritmo –lento llamado milongón o más rápido–, se puede bailar candombe en el lugar o avanzar, en ese caso hay que saber caminar.

“El candombe se ha estilizado mucho, antes se bailaba de punta y hacha, con la punta de los talones y las manos hacia arriba. Ahora se baila en punta. No existía la expresión en las manos, ahora toda la danza se expresa a través de las manos, las manos hablan”, agrega el veterano y reconocido bailarín. Kanela gusta decir que los que no saben bailar candombe, lo hacen como les sale, como lo sienten y a veces “parecen unas máquinas de flit”. “Sienten un tambor que los hace vibrar, pero la danza en sí tiene sus secretos”.

Olivera también hace sus apreciaciones sobre esta danza: “El candombe no es un baile frenético. La gracia está en la cadencia, en la elegancia. Tanto en el bailarín como en la bailarina los miembros inferiores se mueven en correspondencia con los superiores. Exagerando una síntesis, da la impresión de que se arrastran los pies y hay un movimiento de cadera muy particular que va marcando los cambios de ritmo de los tambores. Es sencillo pero nada fácil de interpretar”.

El candombe tiene varias figuras coreográficas: el cortejo, la formación en calle, la ombligada, los couplés, el entrevero. Es en esta última donde los cuerpos se mezclan y la catarsis personal se convierte en un éxtasis colectivo, en el que muchos coinciden en ver su esencia más pura. Si bien los bailarines de candombe no entran en trance como en el vudú o en el candomblé, como asegura Luis Goncálvez, “producen un efecto de trascendencia neuromuscular y emocional en donde se logran superar los límites biofísicos”.

Alejados de sus tierras natales primero, y al servicio de una raza que los consideró inferiores después, los afrodescendientes se sobrepusieron a toda clase de pesares y, sacando fuerzas de flaquezas, legaron a la cultura uruguaya una danza cargada de vitalidad y mensajes físicos, capaz de transmitir un sentir genuino y un espíritu festivo.

Silvana Silveira. Cursó estudios en la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación. Trabaja como cronista en varios medios.

El primer teatro montevideano

La Casa de Comedias, primer teatro de Montevideo

Casa de comedias
Casa de comedias. Dibujo de época. Circa 1800

La primera sala teatral que hubo en Montevideo estuvo vinculada a un designio político. En efecto, fueron el gobernador don Antonio Olaguer Feliú y don Antonio de Córdoba, comandante del Río de la Plata, quienes animaron a don Manuel Cipriano de Mello y Meneses, portugués, connaturalizado en actos de su Majestad Católica, “a que hiciese dicha Casa de Comedias, en un corral alquilado, para divertir los ánimos de los habitantes de este pueblo que podrían padecer alguna quiebra en su fidelidad, con motivo de la libertad, que había adoptado la Revolución Francesa”. Hasta entonces, en la actual capital uruguaya sólo habían existido algunas experiencias aisladas, afines al hecho teatral.

El profesor Juan Carlos Sabat Pebet, estudioso del tema, encontró un documento de 1792 en el que se habla de la caja de títeres de Juan Camacho; y Lauro Ayestarán relata que “unos oficiales de la marina española, comandados por Juan Jacinto de Vargas” en una especie de circo improvisado en la plazoleta del fuerte, “ofrecieron al pueblo montevideano funciones teatrales, lo que despertó extraordinario interés y coadyuvó a la erección de nuestro primer teatro”. Éste se levantó en un predio de la acera oeste de la calle del Fuerte (hoy 1 de Mayo, entre la Plaza Zabala y la calle 25 de Mayo): pertenecía a don Francisco Oribe y a la mariscala doña María Francisca de Alzáibar. El gobernador autorizó a Mello a tomar cuatro mil pesos de la caja de los fondos del regimiento de Infantería, suma garantizada por la hipoteca de algunas de sus casas. Parece ser que el edificio, que se inauguró como sala teatral en 1793, existía desde tiempo antes.

Obviamente, al ser Montevideo la última de las capitales actuales de la América española en ser fundada la aparición del teatro en ella también sería tardía con relación al resto. Al respecto informa Lauro Ayestarán que al crearse en 1793 la Casa de Comedias de Montevideo, el teatro homónimo de México ya tenía doscientos años; en Lima, el Corral de Santo Domingo funcionaba desde 1600; Potosí contaba desde 1716 con su Coliseo de Comedias; y el Teatro de la Ranchería de Buenos Aires existía desde 1778.Todo esto ocurría porque la América hispana recogió la rica herencia teatral española. Recordemos por ejemplo que en la península ibérica el período barroco trajo consigo las obras de Lope de Vega (1562-1632) y Calderón de la Barca (1600-1681), notables piezas que -ya fueran de inspiración popular o religiosa- eran disfrutadas con igual interés por el público americano.

Muy modesto fue el primer edificio teatral, como modesto había sido el origen de Montevideo. Era en realidad un gran galpón con techo de tejuelas, según se desprende de los apuntes que hiciera el dibujante y calígrafo Juan Manuel Besnes e Irigoyen sobre el mismo. En cuanto a su interior, lo que mejor permite acercarse a él es la descripción que en 1807 hizo un oficial de la expedición del brigadier Crauford. Dice así: “La casa era extremadamente buena, pero sus dimensiones escasas; estaba dividida en diversos puntos, similar a los sitios de diversiones en esta ciudad; pienso que sea como el Teatro de la Ópera y otros muchos teatros extranjeros; la cabeza del apuntador aparece por una puertecita abierta en el piso. Aquí no hay galería, y los palcos bajos están a ras del suelo. Presumo que en el área del patio en el cual los asientos están divididos, los asientos de palcos son para ocho personas, y que habrá un límite para la admisión de asistentes, pues si esto no interesa tanto a los propietarios, en cambio, ha de importar mucho a los espectadores, y conviene proteger a éstos de los empujones, apretones y pinchazos, según enseña la experiencia de los salones de fiestas de Inglaterra. La techumbre está soportada por pilastras de grandes dimensiones, las cuales, con exclusión de su agradable estructura quitan la vista de gran parte de la audiencia con la única ventaja de ofrecer un hermoso conjunto” (citado por Lauro Ayestarán en La música en el Uruguay, tomo I)

Aunque según los criterios de hoy no parezca muy tentadora la asistencia a tal sala, si se tiene en cuenta que esa posibilidad y la de las lidias taurinas eran los únicos espectáculos posibles del primitivo Montevideo, se comprende la relevancia que cobraba entonces el primer teatro levantado en el actual territorio uruguayo. Por ser un centro de exposición social, también resultó motivo de disputas entre las autoridades locales: que si debe comenzar el espectáculo cuando los cabildantes lo indican, que si el gobernador cierra el local impidiendo así la entrada de los cabildantes... En fin: pueblo chico, infierno grande. Las representaciones teatrales se sucedieron desde la fundación de la Casa de Comedias hasta que Montevideo fue tomada por los ingleses, el 3 de febrero de 1807. La sala, objeto de clausura, fue luego destinada a “almacén y casa de almoneda por algunos comerciantes”, como lo consigna La Estrella del Sur. Reflexiona Ayestarán que los intereses comerciales habrían primado sobre el fin originario de la fundación del teatro: servir para el escapismo.

Los actores, que participaron en la defensa de la ciudad, más de una vez resultaron víctimas mortales. En 1808 luego de la derrota británica, significativamente se representó La lealtad más acendrada y Buenos Aires vengada, del presbítero Juan Francisco Martínez, quien debido al éxito de la pieza fue nombrado censor de teatro, cargo que abandona al estallar la revolución para pasar a ser maestro en la villa de Soriano y más tarde, capellán del 9º regimiento en la campaña del Alto Perú (1814) Al recobrarse de la ocupación extranjera, la población montevideana se volcó al teatro; pero la afluencia de “mujeres de otra menor consideración” hizo que el Cabildo llamara a “todas las personas de distinción del pueblo de ambos sexos y estados que quieran tener palcos para sus familias y lunetas para sí solos” a que “concurrieran a la dicha institución a los efectos de obtenerlas”, para recién dar los sobrantes a quienes lo pidieran. En 1814 finaliza la dominación española, sucediéndola la porteña. En este periodo el edificio empieza a denotar deterioro. El Cabildo pagará mil pesos a Prudencio Murguiondo quien prestó esa suma para la refacción del teatro; también seguía abonando 150 pesos mensuales por concepto de alquiler a doña Ana Joaquina de Silva. Dueño el artiguismo de la Banda Oriental, en 1815 Bartolomé Hidalgo dirige la Casa de Comedias. Como vocero de la revolución que era, estrenó allí su pieza Sentimientos de un patriota. Con el dominio portugués en Montevideo a comienzos de 1817, Hidalgo ocupó por muy poco tiempo el cargo de censor teatral, pues en 1818 partió hacia Buenos Aires y falleció -en medio de una absoluta pobreza- en Morón, en 1823.

El general portugués Lecor, entre otros actos, para congraciarse con la población local, mandó poner al día los sueldos de la Compañía de Juan Quijano y su esposa, la afamada Petronila Serrano: la mitad en moneda y la otra mitad en especies. Los cómicos fueron instados a formar una especie de sociedad cooperativa y así montaron La esposa vengativa, en la cual intervenía un joven de mucho futuro: Juan Aurelio Casacuberta. Por esta época, la sala teatral fue destinada también al juego de la lotería de cartones. En cuanto a los aspectos materiales de la sala se operaron algunos cambios. Por ejemplo, la sustitución del sebo en el alumbrado y la aplicación de colgaduras en los palcos. Hacia la fecha de la creación del Estado Oriental del Uruguay -primer nombre de nuestro país- fue necesario hacer obras de restauración, las que fueron encargadas al maestro José Toribio. La tónica política de la época hace que se represente Los Treinta y Tres, del poeta Carlos Villademoros. Luego vendrá la influencia romántica fundamentalmente a través de los emigrados unitarios, que también volcaron su antirrosismo en la producción teatral. Una víctima de Rosas, de Francisco Xavier de Acha, por ejemplo, fue un drama que conmovió al público montevideano. En los tiempos de la Guerra Grande (1839-1852) siguió funcionando la Casa de Comedias, entonces bautizada como Teatro del Comercio. Además del nombre, se reformó la sala: se ventiló mejor la casuela por medio de ventanas en el frente, se cambió el empapelado y los quinqués -que daban más humo que claridad- fueron sustituidos por faroles. Los cambios de nombre continuaron, ya que la denominación Teatro de Comercio fue sustituida por la de Teatro Nacional y luego por la de Teatro de San Felipe y Santiago. Por entonces, ya asomaba la competencia: la colectividad italiana mantenía un teatro en la calle Uruguay y una sociedad por acciones tenía ya el proyecto de edificación de una sala de jerarquía, que sería luego el Solís que se inaugura el 25 de agosto de 1856.

Ese mismo año, la vieja sala presentará la actuación de una compañía dramática italiana, otra de comedia española y otra de gimnastas y atletas. Al año siguiente se llevó a cabo una temporada que se esforzaba en competir constantemente con el Solís, actuaron las Compañías de Emmy La Grúa y Sofía Vera Lorini -soprano que actuara en la inauguración del Solís-, representando La favorita y Lucrecia Borgia, de Donizetti, Norma, de Bellini, Safo, de Giovanni Pacini, y El Trovador, de Verdi.

En 1871 aparece otro competidor: el Teatro Cibils, en la calle Ituzaingó casi Piedras. Ocho años más tarde se llevó a cabo la demolición de la vieja Casa de Comedias (en ese momento Teatro de San Felipe y Santiago), construyéndose inmediatamente otro edificio obra del arquitecto José Claret, cuyo nombre fue Nuevo Teatro San Felipe. Éste sería el último destino teatral de esa manzana tan irregular de la Ciudad Vieja, pues los hermanos Ortiz de Taranco compraron el predio hacia el año 1907 encargando a unos arquitectos franceses el proyecto de su magnífica residencia, hoy casa museo conocida como Palacio Taranco.

Hermanos y rivales

En el imaginario uruguayo, los barrios Sur y Palermo de Montevideo se asocian con el candombe, principal símbolo y legado de la cultura afro a la construcción de la identidad nacional. Originado en la época colonial –en las organizaciones en las que se congregaban los esclavos–, el candombe se difundió en el siglo XIX junto con el desplazamiento de población afrodescendiente afuera de los muros de la ciudad, una vez abolida la esclavitud.

En el año 1829 se decretó la demolición de las murallas de Montevideo y se encargó el proyecto para el primer ensanche de la ciudad. La Ciudad Nueva se delineó sobre el territorio del antiguo Ejido, desde el perímetro de las murallas hasta aproximadamente la actual calle Barrios Amorín. En la faja sur de ese amanzanado se fue construyendo paulatinamente el barrio Sur.

ImagePero Montevideo siguió expandiéndose fuera de los límites planificados, por lo que el gobierno en 1872 resolvió la realización de un nuevo ensanche de la planta urbana. La Ciudad Novísima se extendió desde el límite precedente hasta el proyectado bulevar de circunvalación General Artigas. En este segundo ensanche, lindando con el barrio Sur se fue desarrollando el barrio Palermo. El entorno del Cementerio Central, donde hoy se sitúa la Plaza Zitarrosa, se constituyó en lugar de encuentro de ambos.

El área costera sur, azotada frecuentemente por los temporales, no fue atractiva para que la población de ingresos altos construyera en ella sus residencias. Allí se fueron instalando actividades industriales y de servicios, algunas familias de trabajadores pudieron construir sus casas, también la zona fue propicia para que los inversores inmobiliarios construyeran viviendas para alquilar a obreros y empleados.

Entre esas construcciones, dos importantes elementos urbano-arquitectónicos –el barrio Reus Sur, conocido también como Ansina, y el conventillo Medio Mundo– albergaron a familias de afrodescendientes que en estos lugares se integraron a inmigrantes españoles, italianos y otros, así como a familias criollas, cultivando y difundiendo el candombe tanto en los patios de los conventillos como en las calles del vecindario.

ImageEn 1928 se aprobó el proyecto para la realización de la Rambla Sur que transformó el borde costero de estos barrios, “ganándole tierra al mar”. Así desaparecieron las playas Santa Ana y Patricios, pero también se demolieron las construcciones de una faja de manzanas con frente al Río de la Plata, erradicando también de este modo los ‘arrabales’.

La modernización de Montevideo implicó, en procura de la concreción de un emblemático ‘balcón al mar’, sucesivas demoliciones y consecuentes desalojos de población de las zonas afectadas. Paulatinamente, entre las décadas del veinte y cincuenta, el tejido urbano de los barrios Sur y Palermo se fue consolidando. A partir de mediados del siglo XX los predios libres situados al borde de la Rambla Sur, de acuerdo a nuevos paradigmas urbano-arquitectónicos, se fueron constituyendo en el marco adecuado para la realización de bloques y torres de viviendas insertos en espacios ajardinados.

En las últimas décadas del pasado siglo, la construcción de nuevas torres de apartamentos en altura fue modificando el paisaje, marcando un abrupto contraste entre el perfil de la rambla y los sectores urbanos más antiguos, situación que afecta particularmente al barrio Sur. Los intereses inmobiliarios por construir nuevos edificios, en las décadas del setenta y ochenta arrasaron con muchos elementos del patrimonio arquitectónico de Montevideo, incluidas obras declaradas Monumento Histórico Nacional. Justamente entre ellas se destacan el conventillo Medio Mundo en barrio Sur y el conjunto habitacional Reus Sur en Palermo, irremediablemente perdidos para el acervo patrimonial de la ciudad. Estas demoliciones produjeron una dolorosa erradicación de población de estos barrios, entre ellos muchos afrodescendientes que se vieron expulsados de su lugar de referencia.

Caracterización del ambiente barrial

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Mural en la Plaza Carlos Gardel
Pero aun con las importantes transformaciones producidas, las permanencias del acervo edilicio caracterizan particularmente el paisaje urbano de estos barrios, donde siguen resonando los tambores. Recorriendo sus calles se encuentran construcciones realizadas entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX, entre ellas se destacan mayoritariamente las viviendas denominadas ‘casas patio’ o ‘estándar’, fácilmente reconocibles por los elementos que componen sus fachadas: altas ventanas y puertas zaguán de dos hojas que se destacan en el cuerpo del conjunto, imprimiendo un ritmo vertical de vanos que apoya en un alto zócalo a modo de basamento, y como remate una extendida cornisa acompañada por frisos, ménsulas, molduras y balaustres. Muchas de estas casas fueron realizadas, como en la mayor parte de Montevideo, por constructores idóneos, inmigrantes italianos y españoles, hábiles albañiles y artesanos.

Junto a aquéllas, entre 1920 y 1950, se fueron levantando nuevas obras realizadas por arquitectos e ingenieros, que en correspondencia con distintas corrientes arquitectónicas ‘renovaron’ la organización interna de las viviendas de acuerdo a nuevas formas de vida y requerimientos de confort e higiene, realizando también edificios de apartamentos de baja altura, utilizando nuevos materiales y procedimientos constructivos. A su vez, se plasmaron en las fachadas nuevos lenguajes arquitectónicos, apareciendo detalles de inspiración Art Déco, composiciones en proporciones apaisadas –con fajas que destacan planos que marcan la horizontalidad del conjunto– y detalles que remiten a una búsqueda racionalista, además de algunas obras que muestran elementos en planos y balcones con directrices curvas que apelan a un muy modesto expresionismo.

ImageEstas nuevas edificaciones armonizaron con las preexistentes, contribuyendo a ello varios factores: la sucesión y alineación continua de las construcciones sin retiros frontales ni laterales, la uniformidad en las alturas de entre cinco y nueve metros rematadas horizontalmente en azoteas, y las características propias de las obras en las que predominan los muros macizos, correctamente horadados en ritmo y proporciones por los vanos de puertas y ventanas, contribuyen a la volumetría los balcones, cornisas, molduras y decoraciones, que entran en el juego de luces y sombras que animan las fachadas.

Todo esto contribuye a la percepción, preferentemente a lo largo de las calles Carlos Gardel e Isla de Flores y otras de su entorno, de un ambiente barrial coherentemente homogéneo, sin grandes alardes ni destaques de suntuosidad en las construcciones, de buena calidad ambiental, animado con el movimiento cotidiano de los vecinos y de algunas instalaciones comerciales y talleres sin estridencias de marquesinas y adecuado flujo vehicular y de personas. Escenario barrial que estalla en un espectáculo de música, danza y esplendor de color en movimiento, cuando en Carnaval el candombe se expresa a través de su máxima fiesta: el Desfile de Llamadas.

Julia Yolanda Boronat. Arquitecta. Profesora Adjunta del Instituto de Historia de la Arquitectura de la Facultad de Arquitectura (UdelaR)

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Calle Curuguaty

O CANTAR DAS FOLHAS

MITO, RITO E TRADIÇÃO E O CANTAR DAS FOLHAS: UM ESTUDO DE CASO
Maria Thereza Lemos de Arruda Camargo
Encontro Cultural de Laranjeiras
Sergipe

Este trabalho visa traçar algumas considerações sobre os ritos relacionados ao cantar das folhas num estudo de caso, baseado em uma pesquisa realizada por José Flávio Pessoa de Barros e Maria Lina Leão Teixeira (1988): Sassanhe: o "cantar das folhas" e a construção do ser, em candomblé queto no Rio de Janeiro.

Certos rituais que dizem ser tradicionais por conservarem traços característicos que se mantém sempre que o ato se repete, nos faz imaginar que tais traços podem já não ser mais tão idênticos àqueles localizados num tempo histórico difícil de se determinar. A própria tradição é dinâmica em decorrência de fatores determinantes que variam segundo os períodos históricos pelas quais passaram as religiões afro-brasileiras. Tem-se a idéia de que os rituais próprios da vida religiosa nos sistemas de crença sejam costumes mantidos como elo com um passado histórico mitificado que deve ser sempre mantido, tendo em vista a manutenção das tradições ligadas a essas religiões.

Hobsbawm (1984:10) coloca uma diferença entre costume e tradição que pode ser perfeitamente ajustada à idéia de rito religioso, quando este se liga à idéia de tradição. Para este autor o costume nas sociedades tradicionais não impede as inovações, embora se prendam à idéia de que deve ser idêntico ao costume precedente àquele que aconteceu a última vez. A tradição nas sociedades tradicionais são traços que caracterizam o ritual, mantidos todas as vezes em que o ato se repete. Está sempre associado ao costume. Acrescenta que se o costume entra em decadência ou vai se enfraquecendo, a tradição tende a se modificar. Relacionado aos sistemas de crenças afro-brasileiros, onde os deuses africanos são cultuados, o passado histórico está explícito nos mitos onde se busca a legitimação dos ritos dedicados aos orixás. Verger (1994:15), comenta que a comparação de textos antigos de tradição oral com textos publicados há cem anos sobre as religiões iorubás mostram diferenças, sem, contudo, se saber se decorrem de esquecimentos ou acréscimos de elementos novos, e sem ser possível afirmar se os mitos há um século estavam mais próximos de sua concepção original. As atividades religiosas, evidentemente, variam segundo a origem dos terreiros, onde se encontram indivíduos que através de processos de iniciação próprios de cada nação ao qual o terreiro se liga, eles se integram a uma hierarquia ligada por laços de parentesco mítico. É durante o processo de iniciação que vão adquirindo conhecimentos sobre os mitos, ritos, dança, cânticos etc. O processo de reafricanização impetrado por terreiros de candomblé os quais buscam na África suas raízes para aqui se organizarem tal como lá ocorre, mexe com os rituais certamente. Citando Silva (1999:154) "Se em períodos anteriores a reafricanização conviveu ao lado do sincretismo, o mesmo não ocorreu em épocas mais recentes, quando algumas das principais lideranças do candomblé se engajaram num movimento concentrado em afastar as influências católicas e ameríndias do culto dos orixás, entendendo que a tradição africana é a tradição africana no Brasil, como se apagando no presente as marcas da dominação católica e de outras misturas no candomblé surgisse a África aqui em seu estado puro, tal qual teria sido trazida pelos escravos no passado." A dessicretização acompanha a reafricanização visando uma volta a um africanismo primitivo que atualmente se expande pelo Brasil, conforme comenta Ferretti (1999:116), lembrando ocorrer muitas vezes uma verdadeira guerra santa de combate ao sincretismo. Porém, Prandi (1999:106) diz que a africanização é também uma invenção de tradições, não sendo pois uma volta ao original primitivo mas a ampliação do espectro de possibilidades religiosas para uma sociedade moderna em que a religião é também serviço e, como serviço, se apresenta no mercado religioso de múltiplas ofertas como dotada de originalidade, competência e eficiência. Chegou-se mesmo a ser preparado por um jesuíta português, um catecismo em língua de Alladá do Benin, a fim de ser usado no Brasil em 1708. Passados todos esses séculos, após a chegada dos primeiros africanos ao Brasil lutando por um espaço sagrado para cultuarem seus deuses e procurando superar todas as adversidades obrigando-os a usar de formas sincréticas como subterfúgios para despistar as forças opressoras que impunham a religião do colonizador, como ficam os mitos de origem? Porém, é necessário lembrar que o tão apavorante sincretismo que polui os terreiros de candomblé segundo a visão de muitos de seus adeptos, já era sentido na própria África em períodos anteriores à vinda dos negros para o Brasil, conforme demonstra o autor acima, citando Thornton (1988:267), fazendo referência à penetração das práticas do cristianismo europeu em meados do século XV no Congo, Angola, Gâmbia, Serra Leoa, Guiné, Nigéria, Benin, Cabo Verde, São Tomé e Príncipe, propiciando misturas de práticas religiosas cristãs com práticas africanas.Devemos considerar ainda, que muitas das plantas hoje utilizadas nos rituais não correspondem certamente às espécies botânicas originariamente louvadas tanto na África como no Brasil em tempos passados. Um estudo por mim realizado com o fim de buscar a origem dos vegetais em uso em rituais afro-brasileiros, permitiu constatar que das 97 espécies levantadas, 47 são hoje também usadas na África iorubá, conforme registrou Veger (1995). Das 47 plantas usadas tanto na África como no Brasil, apenas 8 são de origem africana, 16 são americanas, 12 asiáticas, 1 européia, 8 não localizadas as origens e 2 são cosmopolitas. A realização desse estudo baseou-se numa coleção de 97 plantas por mim coletadas junto à umbanda e ao candomblé do Estado de São Paulo Porém, visando envolver outras regiões do País, foram incorporados outros estudos realizados por pesquisadores que se preocuparam com a identificação botânica das espécies vegetais empregadas nos segmentos religiosos de interesse do estudo. São eles: Guedes et alii (1985) tratando das plantas usadas na umbanda carioca, Barros (1983) sobre as folhas em casas de santo jêje-nagô da Bahia, Albuquerque (1997) sobre os cultos afro-brasileiros do Recife. Para esta conferência me propus a traçar algumas considerações sobre as cantigas das folhas, "Korin ewe", dentro da temática proposta por mais este Encontro de Laranjeiras, o seja: Mito, Rito e Tradição, sem, contudo, apresentar nenhuma idéia conclusiva, mas, sim abrir uma discussão sobre o assunto.
O orixá dono das folhas é Ossaim, aquele que domina o ritual, detonando o "axé" das folhas, pois sem folha não há orixá (Kosi ewe, kosi orixá) e sassanhe é o cantar para Ossaim ou cantar folhas. "O ritual do "sassanhe", integrante do complexo simbólico subjacente a um dos ritos de passagem, a "feitura dos orixás", ou "raspagem da cabeça", é quando se processa a construção da identidade dos adeptos" (Barros, 1988) Sassanhe é um ritual fechado, como parte do processo de iniciação quando da "feitura do orixá". A música e os textos cantados são empregados para a transmissão dos conhecimentos, agindo, também, como indutores do transe. Nestes textos, estão embutidos o nome das folhas e quando não, fazem menção às suas características morfológicas, as virtudes de cada uma e sua relação com o orixá. Os textos cantados são em linguagem litúrgica, em um iorubá que foi se alterando com o tempo e certamente perdendo seu sentido literal sem perderem todavia seu significado ritual e o significado do texto. E, ainda, através da pesquisa de Barros e Teixeira, foi possível constatar que apesar do desconhecimento da tradução literal das palavras, o adeptos possuem o domínio do sentido dos textos. Um dos mitos de Ossaim conta que

"Ossaim, quando Obatalá distribuiu os domínios da terra entre os orixás escolheu as plantas, que passou a estudar e conhecer profundamente. Aprendeu que elas são o segredo da cura e da vida. Um dia Xangô ordenou que Iansã, com seus ventos, fizesse as folhas voarem para seu palácio, para que todos pudessem ter poderes como os de Ossaim. Iansã fez o que Xangô pediu, gerando um vendaval, que soprava todas as folhas em direção ao palácio de Xangô. Ossaim, entretanto, percebendo o que ocorria, chamou as folhas de volta para a mata, com suas palavras mágicas. E as folhas obedeceram. As poucas que já haviam chegado ao palácio de Xangô perderam o axé. Ossaim, entretanto, para evitar a inveja dos orixás, deu uma folha para cada um e ensinou o segredo delas, seus efós, as cantigas de encantamento, sem as quais as folhas não funcionam". (Mito recolhido em pesquisa de campo pela antropóloga Rita Amaral)

José Flávio Pessoa de Barros e Maria Lina Leão Teixeira pesquisaram o ritual das folhas em Terreiros de Candomblé "Ketu", localizados na região metropolitana do Rio de Janeiro, trabalho no qual me apoio para desenvolver esta minha conferência.

A pesquisa desses estudiosos orientou-se pelo seguinte critério: as cantigas são apresentadas de acordo com a classificação da espécie louvada em:
1. "Igi", árvores; 2. "Kekere", vegetais rasteiros arbustivos de caules sésseis; 3. "Afomã", trepadeiras e parasitas que têm como substrato outros vegetais, geralmente "igis". Do grupo 1. Está o Iroko (Ficus doliaria) planta originária do Brasil. É a gameleira branca que na África corresponde a Chlorophora excelsa, ambas espécies da família Moraceae. A cantiga dedicada à gameleira branca louva a árvore e o pássaro, elemento este pertencente ao símbolo de Ossaim, assim como é o pássaro ligado às feiticeiras e as atividades destas, nas religiões iorubás, onde elas também estão ligadas aos orixás e aos mitos da criação do mundo. Chamadas de àjé , porém tratadas como ìyámi Òsòóròngà ou por simplesmente ìyàmì (minha mãe) ou Eléeiye (donas dos pássaros). Assim é a cantiga recolhida em candomblé Ketu no Rio de janeiro:

Iroko não é semeado
Árvore de pássaro, meu
Árvore de pássaro não recebe chuva!
Iroko, poderoso refúgio.
Iroko não é semeado
Árvore de pássaro, meu
Árvore de pássaro, Iroko.
Iroko, poderoso refúgio.
Sim Iroko não semeado,
Árvore de pássaro não recebe chuva!
Iroko, poderoso refúgio!
Ah, Iroko poderoso refúgio! Calma é de Iroko...
Iroko não falha!
Calma é de Iroko, calma não falha!

Segundo informantes na pesquisa de Barros e Teixeira, as cantigas são lembranças do tempo em que se adoravam as árvores. Porém, sabemos que as árvores eram consideradas moradas dos ancestrais e de alguns orixás. Nessa cantiga há uma louvação à árvore Iroko, lembrando as religiões africanas de origem banto que cultuavam as divindades ligadas à natureza. A árvore cultuada no Brasil não é a mesma espécie cultuada na África. O pássaro referido na cantiga é o elemento presente no símbolo de Ossaim, representado sobre uma haste de ferro central e cercado por seis outras hastes dirigidas em leque para o alto. Ossaim é originário de Irawô, atualmente na Nigéria, perto da fronteira com o Daomé, conforme Verger (1981:122) Com o exposto, fica entre outras indagações, a questão quanto à relevância do termo "tradição", se ao analisarmos a cantiga citada, encontramos dados referenciais que sugerem fontes diferentes de legitimação tais como o culto à árvore, particularmente a Iroko, a gameleira branca, morada do orixá ioruba Iroko ou do orixá daomeano Loko, além do pássaro presente na cantiga citada.

Bibliografia

Albuquerque, Ullysses Paulino: Folhas sagradas: as plantas litúrgicas e medicinais nos cultos afro-brasileiros Recife, Ed.Universitária da UFPE, 1997.
Barros, José Flávio Pessoa: Ewe o Osanyin: sistema de classificação dos vegetais nas Casas de Santo Jêje-Nagô de Salvador, Bahia Tese de doutoramento, FFLCH/USP, 1983.
Barros, José Flávio P. de Teixeira, Maria Lina L.: Sassanhe: o "cantar das folhas" e a construção do ser Trabalho apresentado no Congresso Internacional Escravidão, realizado na Universidade de São Paulo, junho de 1988.
Ferretti, Sérgio: Sincretismo afro-brasileiro e resistência cultural (In Faces da tradição afro-brasileira: religiosidade, sincretismo, anti-sincretismo, reafricanização, práticas terapêuticas, etnobotânica e comida) Carlos Caroso, Jeferson Bacelar (org.) Rio de Janeiro, Pallas, 1999.
Guedes, R.R., Profice, S.R., Costa, E.C., Baumgratz, J.F., Lima, H.C.: Plantas utilizadas em rituais afro-brasileiros no Estado do Rio de Janeiro - Um ensaio Etnobotãnico In: Rodriguesia, Rio de Janeiro, 37 (63) 3-9, julho-dez., 1985.
Hobsbawn, Eric & Ranger, Terence (org.) A invenção das tradições. Rio de Janeiro, Paz e Terra, 1984.
Prandi, Reginaldo:Referências sociais das religiões afro-brasileiras: sincretismo, branqueamento, africanização In: Faces da tradição afro- brasileira: religiosidade, sincretismo, anti-sincretismo, reafricanização, práticas terapêuticas, etnobotânica e comida in: Carlos Caroso, Jeferson Bacelar (org.), Rio de Janeiro: Pallas; Salvador, BA, CEAO, 1999.
Silva, Vagner Gonçalves da: Reafricanização e sincretismo: interpretações acadêmicas e experiências religiosas In: Faces da tradição afro-brasileira: religiosidade, sincretismo, anti-sincretismo, reafricanização, práticas terapêuticas, etnobotânica e comida in Carlos Caroso, Jeferson Bacelar (org.) Rio de Janeiro, Pallas, 1999.
Thornton, John K. On the trail of Voodoo: African christianity in África and the Americas In: Américas, v.44,n.3, jan., 1988.
Verger, Pierre: Orixás - Deuses iorubás na África e no novo mundo- São Paulo, Corrupio, 1981.
________ Grandeza e decadência do culto de Ìyàmi Òsòròngà (minha mãe feiticeira) entre os Yorùbá, In: As senhoras do Pássaro da noite:Escritos sobre a religião dos orixás Carlos Eugênio Marcondes de Moura (org.), São Paulo, Editora da Universidade de São Paulo, AxisMundi, 1994.

De gorilas y robots: esto es parte de la Historia

por Sergio Israel

En plena dictadura cuando fungía de presidente, Aparicio Méndez estaba reunido con los comandantes de las fuerzas armadas de tierra, mar y aire. En un momento, el jefe del Ejército se vuelve hacia él y le ordena:

-¡Vaya a buscar tres cafés!

-Pero, en fin, señores, yo soy el presidente...

-Bien, de acuerdo, traiga cuatro. *

El chiste, recogido en un artículo publicado hace unos años en Francia sobre el uso del humor como arma contra la última dictadura uruguaya, puede servir para interpretar el estado de ánimo del general retirado Iván Paulós, cuando el martes 1, inmediatamente después de haber finalizado el acto en el cual asumió como comandante en jefe del Ejército el teniente general Ángel Bertolotti salió al cruce de la futura ministra de Defensa Azucena Berrutti y le reprochó que tratara a los militares como si fueran robots. Unas horas después la “acusó” de “marxista”.

“Soy el general Iván Paulós. Usted sabe que acá la palabra que vale es la del comandante, que ha dicho todo lo que hay que decir. Pero yo, como soldado desde los 14 años, le digo a usted que según sus declaraciones, me da la impresión que está comandando robots y no hombres. Y eso puede tener alguna implicancia negativa”, le espetó el ex director de inteligencia militar (1978-81) y uno de los miembros de los Tenientes de Artigas, la logia que encabezó el golpe de Estado de 1973.
Más allá de la disquisición técnica acerca de si Berrutti realmente “comandará” al ejercer el mando supremo de las Fuerzas Armadas que la Constitución confiere al presidente de la República, es evidente que Paulós -un general que añora los viejos tiempos- evidenció la irritación que le causa ver cómo, finalmente, sus antiguos enemigos acceden al gobierno por la vía democrática y no precisamente para servir café, como aquellos civiles que más o menos adornaron la dictadura.

Paulós venía de participar en el sepelio de otro prohombre de los Tenientes de Artigas, Julio César Vadora, quien fuera comandante en jefe del Ejército durante el período más duro de la represión y en el cual fueron asesinados entre otros, los legisladores Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz y preso por segunda vez el general Liber Seregni.

La explicación para el exabrupto, según dijeron fuentes del Círculo Militar a El País (jueves 3) fue que el ministro Yamandú Fau, Bertolotti y el comandante saliente Santiago Pomoli, se dirigieron a saludar a Berrutti, al futuro subsecretario José Bayardi y al designado secretario de la Presidencia Gonzalo Fernández que estaban presentes en el acto sentados en primera fila. El gesto causó malestar en algunos retirados de los cuales Paulós, como otras veces, fue portavoz. Aunque no pudo ocultar que quedó sorprendida por la irrupción, Berrutti pasó con buena nota la primera prueba de importancia que el destino le puso delante: “Bueno, lamento que ésa sea su opinión. No es mi obligación ni mi deber ni tiene pertinencia discutirlo con usted en este momento”, atinó a contestar con su voz fina pero firme. Aún antes de que ocurriera cualquier reacción, el manifestante pareció deslizar una amenaza: “Lo que yo digo es el sentir de mucha gente”. Los uniformados que rodeaban a Berrutti quedaron congelados. El coronel Sergio D’Oliveira -su edecán de hecho- y el corpulento general Roberto Álvarez, futuro jefe de la Casa Militar, que presenciaron la escena, no atinaron más que a esbozar un gesto o una risa nerviosa. Después vinieron las explicaciones y los comentarios.

¿UN SHOW DE VIEJO(S)?

Que Tabaré Vázquez y el presidente Jorge Batlle no hayan asistido al acto, como se había anunciado en determinado momento, alimentó ahora las más diversas hipótesis. Batlle, que había ido a la asunción de Pomoli, habría desistido esta vez porque tenía el firme propósito de tomar parte del acto en el cual la presidencia de la Suprema Corte de Justicia pasó de uno de sus miembros a otro, que tuvo lugar a la misma hora. El protocolo salvó a Vázquez de la puesta en escena mediática de Paulós, porque al no asistir Batlle su presencia se hacía inconveniente y no recibió invitación expresa. Otro factor a tener en cuenta es que pese a que Bertolotti no ocultó su fastidio por la intervención fuera de programa y pidió las disculpas del caso tanto a Berrutti como a Gonzalo Fernández, también se preocupó por aclarar que su molestia fue por el lugar y las circunstancias y no necesariamente por el contenido de las palabras emitidas. Esto último quizás se deba a que, más allá de discrepancias, Bertolotti sabe que tal como dijo el propio general “desubicado” y “maleducado”, representa el sentir de un número indeterminado de militares que quieren ponerle un cierto freno a los recién llegados. Miradas las cosas en extremo, Bertolotti y Paulós podrían representar dos caras de la misma institución. Una amable, educada, firme pero no gorila como lo es la otra sin tapujos, aunque ambas funcionales a la corporación.

Para aclarar dudas, que eran muchas, el mismo Paulós intentó explicar qué quiso decir. Su cólera habría comenzado el 12 de enero cuando La República publicó unas declaraciones de Berrutti en las cuales la futura ministra dijo que se proponía lograr unas Fuerzas Armadas “bien estructuradas, bien remuneradas y bien equipadas, aunque no sean tan numerosas”. Ese objetivo tiene dos dificultades: las Fuerzas Armadas actúan como un seguro de paro encubierto. Pero además tener muchos efectivos, aunque caro para el país, es mucho más barato que contar con tecnología militar de punta, algo prácticamente fuera del alcance de un país como Uruguay. Sin embargo no fue precisamente eso lo que molestó a Paulós. El general “elevó” su queja -además de por motivos puramente ideológicos- debido a que Berrutti conformó un equipo de técnicos que está estudiando modificar las leyes militares que “apuntarán a integrarlos a una organización con mayores características de civiles en la dirección (del Ministerio) y que se formen con los conceptos democráticos que pretendemos rijan en todo el país”. Para los “duros”, Berrutti puso la frutilla en la torta cuando expresó que “no es difícil comandar al personal, porque los militares tienen el deber de obediencia con relación a los mandos y si se les da una orden se tiene la seguridad de que la van a cumplir; pero lo que sí es difícil es que puedan vivir con un salario de 3 mil pesos”. Detrás de las afirmaciones de la futura ministra parece haber toda una definición. Se buscará profesionalizar y democratizar a las Fuerzas Armadas y al mismo tiempo avanzar con determinación en el cumplimiento del artículo 4 de la ley de caducidad. Unos de los puntos que está estudiando el equipo de asesores del nuevo gobierno es la eliminación de los tribunales de honor y de otras normativas que permiten juzgar a alguien en base a la mera convicción, como ocurrió con el general Óscar Pereira. Aunque no existe aún una definición al respecto se están teniendo en cuenta las opiniones de la española Unión de Militares Demócratas (UMD), que hace ya al menos dos décadas argumentó por la eliminación de los tribunales de honor a los que definieron como rémoras de la Edad Media. O el caso de Alemania, que juzga a los militares con leyes castrenses pero aplicadas por jueces civiles independientes o al menos no sometidos a jerarquía militar. Todas estas eventuales modificaciones, más el siempre omnipresente tema de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura y especialmente el esclarecimiento de los casos de desaparecidos está presente como una espada de Damocles sobre los retirados comprometidos con la dictadura. Algunos de los más destacados militares del “proceso” firmaron el martes un aviso fúnebre por la muerte de Vadora. Entre ellos estaban los generales Hugo Linares Brum, Manuel Núñez, Pedro Aranco, Raúl Sampedro, Antonio Cirillo, Julio Bonelli, Juan Lezama, Manuel Fernández y Luis A Pírez, actual presidente del Centro Militar. En un comunicado oficial, el fallecido fue presentado como “un ejemplo a seguir”.

El miércoles 2, durante la presentación de un libro sobre la defensa, el ministro Fau pretendió quitar presión a los incidentes del comando y elogió la firmeza de Berrutti. También dijo que el episodio sirve “para que Azucena se vaya acostumbrando a cómo es esto”. "Cómo es esto" es un asunto sobre el cual Fau y Berrutti parecen discrepar bastante. Mientras el dirigente forista aparece como un intermediario entre el gobierno y los mandos, Berrutti tiene la pretensión de no bailar al son de la música militar y profesionalizar más que politizar. Tanto Bertolotti, que debutó en su cargo con un incidente, como los futuros gobernantes intentaron quitarle trascendencia al episodio. Sobre todo Berrutti, Bayardi y el propio Vázquez en diversas apariciones en los medios quisieron trasmitir la idea de que el acto de Paulós es un hecho aislado, folclórico y sin importancia, y no dudaron en calificar a su protagonista como “desubicado” y a su reacción como “tema de murga”. El senador socialista José Korzeniak definió a Paulós como un “personaje languideciente y fanático golpista”, y afirmó también que su salida “es un episodio al que no hay que darle demasiada importancia” porque “tiran a rodar una bolita para ver si se empieza a agrandar”.

ENTRE PAULÓS Y PEREIRA

Si bien primitivo, el pensamiento de Paulós no parece sin embargo tan improvisado ni traído de los pelos en la lógica militar. Aunque en principio es cierto que los oficiales en actividad -incluidos muchos coroneles y generales- están cansados de cargar con el peso de lo que hicieron sus antecesores y que más o menos discretamente manifiestan su deseo de que éstos se mantengan en silencio para que sean las nuevas generaciones las que conduzcan a las fuerzas, también es digno de tener en cuenta que en una institución donde la tradición es tan importante no sería extraño que la influencia de algunos líderes carismáticos divida las aguas. La lectura del libro del general Pereira aporta el dato no menor de que su autor**- un ex “teniente de Artigas” que apoyó el golpe y el empleo de la tortura como método de guerra no sólo llegó a la conclusión de que eso no fue tan bueno y que hace falta una autocrítica institucional, sino que muchos de los “héroes” del proceso se corrompieron y que fue peor el remedio de la dictadura que la enfermedad. A Pereira, sin embargo, le reprochan dos cosas: no participó en forma relevante en los hechos que juzga y, sobre todo, se mantuvo en silencio durante años y sólo se expresó luego de que le negaron el cargo de comandante al que aspiró en determinado momento por ser el general de la derecha, una circunstancia que no obliga al presidente a asignarle esa responsabilidad. En medios militares se especula con que una vez que Berrutti tome contacto con el expediente de Pereira no le será tan fácil proponerle a Vázquez que revea la homologación que Batlle realizó del fallo del tribunal de honor. Estos militares parten de la base de que el fundamento por el cual se pasó a Pereira a reforma, más que por sus críticas a la dictadura es porque afecta el pundonor militar de varios oficiales a los que no nombra pero identifica... Si esta versión es correcta, al nuevo gobierno no le resultará tan fácil dar marcha atrás con el caso Pereira, máxime cuando la ministra entrante dijo que cualquier decisión al respecto la hará en consulta con el nuevo comandante, que fue quien además presidió, a su pesar, el tribunal que juzgó la conducta de Pereira. El comando que encabeza Bertolotti, quizás por formación profesional acostumbrado a prever varios escenarios, tiene asumido que más allá de la decisión que adopte el nuevo gobierno para ellos lo que vale, al menos moralmente, es el veredicto interno ya adoptado contra Pereira. Pero también es cierto que a medida que pasan los días se ve más claramente que Batlle, intencionalmente o no, dejó un pequeño caballo de Troya en la relación de la izquierda con los militares cuando firmó la homologación. Por las características de verticalidad de las Fuerzas Armadas, por ahora no resulta tan sencillo saber si son mayoría aquellos que como Pereira y el teniente general en retiro Daniel García piensan que al menos hay que pedir perdón a la sociedad por las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura o, por el contrario, además de los indiferentes, no son tan despreciables numéricamente quienes ven con buenos ojos el discurso encarnado por Paulós que viene a decir que los gorilas de antaño ganaron militarmente pero perdieron la guerra psicopolítica y por eso están tan aislados.
En una entrevista reciente (Búsqueda, 18-XI-04), Paulós expuso su pensamiento sin rodeos: los partidos tradicionales -especialmente el Colorado- incumplieron un acuerdo tácito por el cual el marxismo no debía llegar al poder. Ya entonces explicó cómo en todos los países donde triunfó “el marxismo”,“el Ejército pasó de ser el brazo de la patria al del partido”. Sobre este punto y respecto a lo que él definió como “revanchismo de los tupamaros”, dijo que “van a llegar hasta donde se los deje llegar”. A pesar de ello expresó que “si alguien quisiera dificultar el acceso de la izquierda al gobierno, yo sería el primero en criticarlo”.

“LIDIAR CON LOS CAMBIOS.”

Bertolotti y la mayor parte de las Fuerzas Armadas parecen encaminarse hacia otra cosa muy distinta, y -pese a las críticas que le realiza el general Pereira- el nuevo comandante es visto con muy buenos ojos por el equipo que Vázquez colocó en Defensa. Aunque no hubo mensajes demasiado alentadores respecto a un cambio ni mención a la búsqueda que se propone Vázquez, al nuevo gobierno el discurso de Bertolotti le cayó bien. Bayardi lo calificó como “muy importante” porque apuesta a una relación fluida entre la autoridad civil legítima y las instituciones militares. El nuevo comandante resaltó que la fuerza es “firme en cuanto a los valores y los estrictos principios éticos que nos rigen” pero al mismo tiempo “versátil, progresiva y dinámica” y dispuesta a “lidiar con los cambios”. Algunos puntos sin embargo son vistos como preocupantes desde la izquierda y las propias Fuerzas Armadas. Cuando el nuevo comandante dijo que para defender al país, la Constitución y las leyes hace falta “un poder militar de disuasión sustentable”, algunos oficiales hubieran preferido hablar de “defensa cooperativa”, más acorde a los tiempos de integración regional. En otra parte, cuando se alude a “la seguridad, como fenómeno multidimensional y sectorial que abarca todos los sectores del quehacer nacional”, desde la izquierda ven rémoras de la doctrina de la seguridad nacional que sirvió como soporte ideológico a las dictaduras del Cono Sur hace ya más de tres décadas.


* Citado en Lo peor de Mondo Cane, de Homero Alsina Thevenet. Montevideo, Cal y Canto, 2000.

** La Defensa Nacional. Aportes para un debate. Documento de Trabajo. Ministerio de Defensa Nacional. Montevideo, 2005.



El hombre uruguayo del Plan Cóndor

El 31 de enero, a los 84 años, murió el general Julio César Vadora. Algunas de sus opiniones fueron:

• La vocación de la Conferencia de Ejércitos Americanos es “luchar a muerte contra la subversión marxista nihilista en toda América. (...) Nuestros uniformados han vuelto a teñirse honrosamente de sangre en una batalla sin cuartel que bien puede calificarse de segunda independencia americana”. (Del discurso de Vadora en la inauguración de la XI Conferencia de Ejércitos Americanos, Montevideo, octubre de 1975)

• “Por eso, mi general, nos sentimos hoy hondamente complacidos y estamos junto a usted. Porque sabemos y valoramos su lucha contra un enemigo que es común a nuestras patrias. Ese enemigo -embozado o abierto, pero siempre presente- nos obliga a estrechar nuestras filas y oponerle la coraza de la hermandad de nuestros pueblos y ejércitos.” (Discurso del general Vadora en el acto de la condecoración al general Alfredo Stroessner en ocasión de su visita a Montevideo, en marzo de 1976)

• “El ejemplo chileno, de verdadera revolución contra la infiltración y opresión del marxismo leninismo expresada en las múltiples formas de subversión, es un ejemplo que hoy honramos en la presencia del primer ciudadano y soldado de esa nación hermana.” (Discurso del general Vadora durante el acto de condecoración del general Augusto Pinochet en ocasión de su visita a Montevideo, en abril de 1976)

Colección Arte Brujo Dirección: Juan Batalla - Dany Barreto

El tema de "Dueños de la encrucijada" es el de un análisis artístico, antropológico y poético acerca de un aspecto del fenómeno religioso africanista en el Río de la Plata, el culto a Exú y Pomba Gira. "Dueños de la encrucijada" contiene diversas aproximaciones visuales y literarias que indagan en la riqueza de una realidad cultural incomprendida y provocadora.Y que, en medio del desconocimiento, florece a la vuelta de la casa de cada uno; en los suburbios y en el centro de las ciudades.


Exú y Pomba Gira

Son entidades espirituales que integran el complejo panteón religioso africanista. En "Dueños de la encrucijada" trazamos un deliberado recorte para observar la riqueza y personalidad que emana de su culto.
El de Exú es un registro transgresor, que da inicio y dinamiza todo ciclo; es la masculinidad misma. En tanto que Pomba Gira es Exú en su polaridad femenina.
Exú, uno de los Orixás o dioses llegado a América con los esclavos negros, fue alterando su identidad hasta que, merced a cierta hipertrofia o crecimiento desmedido de una parte del organismo ritual, terminó por generar un culto aparte llamado Kimbanda. Esta es la celebración espiritista de Exú y Pomba Gira, un rito que se expande día a día y constituye un fenómeno distintivo que abarca particularmente al sur de Brasil, Argentina y Uruguay. Fenómeno en movimiento, la Kimbanda es un work in progress, la fundación de una teología contemporánea.
Y si los demás dioses encontraron su identificación en figuras católicas como santos, vírgenes y hasta Jesús dentro de un fenómeno conocido como sincretismo, el papel que les tocó a Exú y a Pomba Gira no fue otro que el de diablos. Un detalle más que forma parte del mito y agrega a las estéticas de una cosmovisión en la que el bien y el mal son caras de la misma moneda.

El Centro Cultural Rojas-UBA y Arte Brujo
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El Centro Cultural Ricardo Rojas es dependiente de la UBA, cuya coordinación general llevan adelante José Miguel Onaindia y Cecilia C. Vázquez, mientras que la de artes visuales está a cargo de Máximo Jacoby, se asocia para co-producir "Dueños de la encrucijada" junto a Arte Brujo, cuya idea y dirección pertenecen a Dany Barreto y Juan Batalla.

Dueños de la encrucijada, el libro
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"Dueños de la encrucijada" es una edición de 148 páginas a cargo de Editorial Arte Brujo. Se trata de un desarrollo conceptual acerca de las estéticas del culto a Exú y Pomba Gira en el Río de la Plata. Contiene ensayos de: Alejandro Frigerio, Milton Acosta, Juan Batalla, Reginaldo Prandi, Amalia Sato, Susana Andrade; fotografías de Guillermo Srodek Hart e imágenes de obras de artistas contemporáneos de Uruguay y Argentina (Anabel Vanoni, Ángela López Ruiz, Guillermo Zabaleta, León Ferrari, Diego Perrotta, Nora Correas, Melina Scumburdis, Marcelo Bordese, Nico Sara, Gustavo Tabares, Margaret Whyte).

Los autores: Alejandro Frigerio [argentino, es doctor en Antropología por la Universidad de California en Los Ángeles e investigador del CONICET. Hace veinticinco años que investiga temas relacionados con la cultura negra y las religiones afroamericanas. Ha publicado numerosos trabajos en revistas académicas de diversos países. Algunos de ellos han sido compilados en su libro Cultura negra en el Cono Sur (Bs. As., 2000). Participó en Salvavidas (Colección Arte Brujo, 2003)]; Milton Acosta [oriental, es sacerdote africanista y autor de libros de contenido teológico como "Contribución al estudio de Eshú", "Batuque" e "Ipàdé". Su templo, que cultiva arraigadas tradiciones rituales, es material de estudio para investigadores sociales que lo ven como una fiel reserva cultural de las religiones de origen africano]; Juan Batalla [argentino, artista visual y co-director de la Colección Arte Brujo. Curador de la exhibición "Dueños de la encrucijada"]; Amalia Sato [argentina, profesora en letras y editora de "Tokonoma, traducción y literatura". Investigadora en la sección de Asia y África en la FF yL, UBA. Dirige la colección "Narrativa/Tokonoma" en la editorial El cuenco de Plata]; Susana Andrade [uruguaya, es sacerdotisa africanista. Es una reconocida militante social por los derechos de las minorías con destacada actuación política. Creadora y directora de Atabaque, periódico afroumbandista con una trayectoria de diez años.]; Reginaldo Prandi [brasileño, especializado en Sociología de la religión y estudios afrobrasileros. Autor con una cantidad de libros publicados, entre ellos "Mitologia dos orixás" (2000), "Cittá in transe" (1993), "Herdeiras do axé" (1996), "Os candomblés de São Paulo" (1991)]
Las imágenes: Guillermo Srodek Hart (argentino, 1977, residente en Boston), realizó una serie de tomas de altares, estantes de santerías y ceremonias africanistas en Montevideo y Buenos Aires. La serie se conecta con su mirada acerca de altares ruteros y acumulaciones arquitectónicas desarrollada anteriormente. Dany Barreto y Alejandro Frigerio completan el panorama fotográfico de la edición.
Los artistas contemporáneos: son artistas visuales de Uruguay y Argentina, avanzando en el proyecto de descubrir identidades regionales alrededor de hechos culturales poco reconocidos. Por Uruguay, son Ángela López Ruiz, Guillermo Zabaleta, Gustavo Tabares y Margaret Whyte; por Argentina, Anabel Vanoni, Diego Perrotta, León Ferrari, Melina Scumburdis, Marcelo Bordese, Nora Correas, Nico Sara.

Colección Arte Brujo Dirección: Juan Batalla - Dany Barreto Presentación: 8 de abril en el Centro Cultural Ricardo Rojas.