Bajo la mirada de bronce de José Artigas y Pascual ("Pepe") desde el monumento al primer Jefe de los Orientales, su antecesor Tabaré Vázquez Rosas le colocó la banda albiceleste con el sol bordado en oro que lo distinguirá como tal por cinco años. No es casualidad que el nuevo mandatario escogiera ese lugar a campo abierto, bajo el que reposa la urna hexagonal con los restos de nuestro más famoso "tupamaro" y héroe nacional. Porque Artigas era, a los ojos de la corona ibérica y de sus mandatarios en estas provincias del Virreinato del Río de la Plata, un "tupamaro", un soliviantado contra ese orden divino que sustentaba el trono de los Borbones. Desde la captura y muerte de José Gabriel Condorcanqui -Tupac Amaru- cada hombre que se alzaba en ideas o en armas contra el régimen era llamado así, "tupamaro". José Artigas recibió es mote infamante de sus compatriotas de ambas bandas del río ancho como un mar, y pese a su gesta esclarecedora y breve en la que como Jefe de los Orientales promulgara leyes de avanzada, pudo más la traición de los intereses portuarios y sus adláteres a punto de tener que emigrar a Paraguay donde murió en el olvido y la pobreza en 1853. El mismo sol alumbró ayer la dispar suerte de dos tupamaros distanciados por el tiempo pero afines en su concepción de aquello que cada hijo de esta tierra merece: dignidad y libertad para trabajar por una patria ilimitada donde la autoridad cesa por la soberana presencia de los gobernados.
Uno murió en el exilio, execrado por tirios y troyanos; otro cruzó su pecho con la banda presidencial, adulado por partidarios y detractores. Porque los tiempos cambian, aunque las ideas persistan...
Como oriental, deseo a este "Pepe" que conjuga mal los verbos y dice a veces "estupideces" éxito en su gestión. Tengo la certeza de que no le faltan buenos propósitos, aunque los buenos propósitos no bastan. Aún no siendo un partidario suyo le reconozco la humildad que va más allá de un traje y una corbata -eso me suena a terquedad, no a humildad- y se asienta en el "necesito de todos", "precisamos establecer diálogos" y "queremos a todos los partidos trabajando por una sola patria, y controlando".
Que así sea. Y de no serlo, que la patria y el venerable recuerdo del Pepe erigido en bronce se lo demanden.
Uno murió en el exilio, execrado por tirios y troyanos; otro cruzó su pecho con la banda presidencial, adulado por partidarios y detractores. Porque los tiempos cambian, aunque las ideas persistan...
Como oriental, deseo a este "Pepe" que conjuga mal los verbos y dice a veces "estupideces" éxito en su gestión. Tengo la certeza de que no le faltan buenos propósitos, aunque los buenos propósitos no bastan. Aún no siendo un partidario suyo le reconozco la humildad que va más allá de un traje y una corbata -eso me suena a terquedad, no a humildad- y se asienta en el "necesito de todos", "precisamos establecer diálogos" y "queremos a todos los partidos trabajando por una sola patria, y controlando".
Que así sea. Y de no serlo, que la patria y el venerable recuerdo del Pepe erigido en bronce se lo demanden.
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