Un mamut en el bazar* por Norberto Firpo



*El mamut es Estados Unidos y el bazar es el mundo, sobre todo desde que la Unión Soviética no existe. Siempre es preferible un mundo bipolar, un mundo yin y yang y no este que hoy nos toca sufrir. No hace falta ser comunista para reconocer que desde que se hizo trizas ese esperpéntico conglomerado de naciones llamado Unión Soviética en 1991, no hay otro país con ínfulas suficientes para plantarse frente al Pentágono y al inquilino de la Casa Blanca y exigirle una inspección de sus misiles y bombas atómicas.


Producto de que ya no hay una bipolaridad de prepotencias, es que Estados Unidos se anima a perpetrar una guerra como la de Irak, “noble, necesaria y justa” (Bush dixit), que ya llevó a la muerte a miles de chicos rubios y de ojos celestes, sin que esos pobrecitos atinaran a saber qué estaban haciendo en esos desiertos. Es verdad que también llevó a la muerte a miles de lugareños, pero nadie ignora –es ley de Hollywood– que todo lugareño exótico que no guarde parecido con Brad Pitt no constituye pérdida grave.

Esa guerra y esas muertes desnudaron dos verdades: una, que las armas de destrucción masiva que escondía el villano Saddam Hussein no eran más que unas cimitarras y unos trabucos naranjeros; la otra, que tal mentira fue urdida como astuto pretexto para alcanzar otro propósito: el de disponer a entera voluntad de ese aceite negro que suele fluir de las arenas y que, según Marco Polo, resulta sumamente eficaz para curar a camellos atacados de sarna.

El mamut en el bazar no se habría atrevido a cometer tanto estropicio si tuviese enfrente una bestezuela del mismo porte que le significara riesgo de que le dejaran un ojo en compota. El 25 de febrero, LA NACION reprodujo una nota del matutino madrileño El País, titulada “Las locuras de EE.UU. en Cuba”, que analiza la ridícula penitencia –se diría que a perpetuidad, con sus cuarentitantos años de vigencia– que el tozudo Tío Sam le impone a una república minúscula, materialmente débil, llevada a rodeo soviético por un mandamás insolente y carismático, comunista a la violeta y ya vencido por los años. ¿Qué grave afrenta infligió Cuba a Estados Unidos? ¿Acaso invadió la Florida, así como unos cuantos cubanos patrocinados por la CIA invadieron la Bahía de los Cochinos? Cuba no fue Vietnam para los norteamericanos y, sin embargo, George W. Bush colma de mimitos al gobierno comunista de Hanoi, despótico y cruelmente represivo, y mantiene con él una relación casi sensual.
El mamut es flojo de entendederas y sufre de egocentrismo galopante. Y no hay quien le haga entender que ya casi no queda mercadería sana en el bazar.

Tirso de Molina en excelente puesta

Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina, por la Compañía Nacional de Teatro Clásico, de España.

Intérpretes: Juan Meseguer, Montse Díaz, Joaquín Notario, José Luis Santos, Miguel Cubero, José Luis Patiño, Pepa Pedroche, Toni Misó, Elena Rayos, Ione Irazábal, Adolfo Pastor, Emilio Buale, Paco Paredes, Diego Toucedo, Pedro Almagro, Iñigo Asiain y Sergio Mariottini. Arpista: Sara Agueda. Escenografía: Carolina González. Vestuario: Lorenzo Caprile. Iluminación: Miguel Angel Camacho. Coreografía: Lieven Baert. Asesor de verso: Vicente Fuentes. Peluquería y maquillaje: Miguel Angel Alvarez. Lucha escénica: Javier Mejía. Música: Alicia Lázaro. Versión y dirección: Eduardo Vasco.
En el Presidente Alvear. Estreno: viernes 28 de marzo de 2008.


Desde su austero retrato monacal, el fraile mercedario Gabriel Téllez -o sea, Tirso de Molina (1571-1648)- pareciera juzgar con severidad las mundanas andanzas de sus criaturas, allá abajo, en el escenario del Alvear. Hasta que empezamos a atisbar, tras su ceño adusto, una encubierta mueca de tolerante ironía. ¡Las cosas que obliga a hacer el amor, en esta deliciosa comedia, sagazmente virada hacia la farsa! Junto con El burlador de Sevilla, o El convidado de piedra (donde por primera vez se llevó a escena la leyenda de don Juan Tenorio), este Don Gil es el mayor logro de Tirso y un título capital en la dramaturgia española del Siglo de Oro.

Una vez más viene la Compañía Nacional de Teatro Clásico, de España, a mostrarnos la excelencia de su trabajo (estuvieron aquí hace dos años, con un Lope y un Calderón memorables), a devolvernos la belleza de nuestro idioma en su veta más pura, a enseñarnos los beneficios de un elenco estable y un teatro de repertorio. Su director Eduardo Vasco es nuevamente el responsable del altísimo nivel de calidad en una puesta impecable que conjuga el respeto al texto original debidamente cepillado con una versión dinámica, traviesa y divertidísima. La trama de los enredos y las invenciones de doña Juana por recuperar el afecto de su frívolo y disipado amante, don Martín, que la dejó en Valladolid sin honra para ir tras los caudales de la madrileña doña Inés, es de tal complejidad que asombra comprobar cómo se las arregló el autor para destrabar semejante embrollo.

El recurso fundamental de la intriga es, según costumbre de la época (recordemos a Shakespeare en Noche de reyes ), el travestismo. Para lograr su propósito doña Juana se disfraza del apuesto don Gil, cuyas bien torneadas piernas se envuelven en las famosas calzas verdes que fascinan a doña Inés y a su prima, doña Clara. Pero también volverá a vestir faldas como doña Elvira, la enigmática vecina de aquélla. A las consiguientes, riesgosas confusiones de género (tratadas por el autor con elegancia ajena a las groserías actuales), cabe agregar las derivadas del hecho de que don Martín a su vez, a la caza de la fortuna de Inés, asume la identidad fingida de un tal don Gil de Albornoz y causa los celos de don Juan, otro grotesco aspirante a la mano de la rica madrileña.

Sin pausa, feliz, el espectador es arrastrado a una vertiginosa sucesión de equívocos, sustituciones y embustes que desembocan directamente en farsa, culminando en la delirante escena callejera en la cual frente a la casa de Inés, se encuentran nada menos que cuatro "don Gil": el resultado tiene la gracia y la velocidad de un dibujo animado. Espectáculo inusitado pues, y bellísimo, porque agotaríamos adjetivos en elogio de la espléndida escenografía (con elementos muy sencillos evoca el severo lujo de una época), el magnífico vestuario (un acierto vestir a don Gil con ropas que anticipan el siglo XVIII), la música, las luces y un elenco idóneo hasta en los papeles menores. En su triple labor como protagonista, Montse Diez deslumbra. Otro tanto cabe decir del estupendo Caramanchel, su criado, composición de un gran actor, Joaquín Notario. Pepa Pedroche se luce en su voluble Inés, e Ione Irazábal es una Clara convincente. Los galanes desairados, Miguel Cubero y Toni Misó hacen reír con ganas. Y Juan Meseguer es un Quintana majestuoso.

Hay un placer adicional y no menor: escuchar nuestra hermosa lengua sin intermediación mecánica alguna. La voz natural, bien impostada, bien proyectaba, audible sílaba por sílaba. Una verdadera maravilla.

Ernesto Schoo para La Nacion

Carta abierta a Luis D'Elia


Estoy preocupado por usted. “Se me soltó la cadena”, dijo, justificando la trompada que frente a las cámaras le dio a quien manifestaba en contra de sus ideas. Cuide su cadena. Quien se define como un dirigente social y va al frente de centenas de personas exaltadas, no tiene derecho a que se le “suelte” así. Con su ejemplo, incita a que se suelten las cadenas de quienes lo siguen.
Se habrá enterado de que también a su gente se “le soltó la cadena” conmigo, esa misma noche. Yo no estaba manifestando, nunca hice sonar una cacerola, ni ahora ni cuando pasé la noche del 19 de diciembre de 2001 entre Plaza de Mayo y el Congreso. Como aquella vez, el martes pasado estaba en Plaza de Mayo, trabajando; donde tienen que estar los periodistas cuando hay acontecimientos. Es nuestra obligación ver qué pasa para poder contarlo. Pero su gente estaba enojada con lo que pasaba, y se la agarró conmigo. Después de golpearme, me indicaron: “Andate, porque te matamos”.
Lo que me pasó a mí no es importante: todo periodista ha recibido más de una vez golpes y palazos en alguna manifestación. Pero lo que le pasó a usted sí es importante. Porque eran usted y su gente los que pegaban.
Mire qué paradójico: las últimas dos experiencias similares que recuerdo en la Plaza de Mayo son las del 20 de diciembre de 2001 y el 14 de junio de 1982.
La última vez, cuando cayó De la Rúa, estaba en medio de los gases lacrimógenos y las balas que, después supe, no eran todas de goma; la anterior fue cuando en su último acto Galtieri ordenó despejar a quienes protestaban por la rendición en Malvinas. Pero la represión en la Plaza de Mayo siempre venía de las fuerzas de seguridad; nunca imaginé que algún día vendría de dirigentes sociales y sus seguidores.
Tenga cuidado: hacerse responsable de la custodia de la Plaza de Mayo les ha costado caro incluso a quienes legalmente tenían la potestad de hacerlo. Siempre lograron el efecto contrario. Y usted no parece estar emocionalmente en su mejor momento. Le recuerdo lo que dijo después de esa noche: “Tengo un odio visceral contra los blancos de Barrio Norte, sépanlo de mi boca… Ustedes piensan que nosotros somos inmundicia, escoria, barbarie. Tengo el mismo odio que nos tienen ustedes, los del norte, a nosotros. Lo único que me mueve es el odio contra ustedes, contra la puta oligarquía; no tengo problemas en matarlos a todos”. Después, usted negó haber dicho las últimas siete palabras sobre “matarlos a todos”. Me alegra, y lamento decirle que “matar” fue la palabra que sus seguidores usaron conmigo.
Pero el solo odio ya no es un sentimiento recomendable para un custodio. En lugar de defender, impulsa a atacar.
Cuando lo entrevisté hace sólo tres meses, le repetí de distintas formas posibles la misma pregunta, para lograr reconciliar su ideas con la legalidad:
—¿Se arrepiente de haber tomado la Comisaría 24ª de la Boca en 2004?
—Esa noche fui a la comisaría a exigir que detuvieran a un delincuente que hoy está condenado a 15 años de prisión. Y que tenía cuatro capturas, tres de ellas ordenadas desde la Comisaría 24ª. Era evidente, aquella noche, que el comisario y sus oficiales no querían detenerlo porque era socio de ellos. Yo no tomé una comisaría.
—Pero entró a la comisaría…
—¿Las exigencias, desde dónde quería que las hiciera? ¿Desde la vereda? Yo entré a la comisaría a decir: señor comisario, usted tiene que ir a buscar a ese delincuente.
—No puede reconocer un error.
—Yo soy un tipo políticamente incorrecto, no soy un especulador que se baja de posiciones…
—¿No cometió nunca errores?
—Sí, ésa es una pregunta distinta.
—¿Haber entrado en la comisaría por la fuerza no fue un error?
—No entré por la fuerza. ¿Discutimos? Sí, discutimos. ¿Nos gritamos? Sí, nos gritamos. ¿Sabe por qué? Porque dos veces había ido a denunciar penalmente a ese lugar que lo iban a matar a Cisneros.
—Si pudiera volver el tiempo atrás, ¿lo haría de otra forma?
—¿Pero cómo me voy a arrepentir? Soy así, nieto de José María Prieto, republicano anarquista e hijo de Luis D’Elía, un gaucho de la pampa que se bancaba con la vida lo que decía con la boca. Si vuelven a matar a otro compañero en esas condiciones, en cualquier lugar de la Argentina, me van a encontrar a la cabeza de la protesta pidiendo justicia.
—¿Promete que nunca va a entrar por la fuerza en una comisaría?
—Nunca entré por la fuerza.
Así terminó el reportaje: con mi fracaso.
No use más la fuerza, D’Elía. Se hace daño usted; muchas veces, más daño que a quien se la dirige. Y además, les hace daño a las ideas y a las personas que cree defender.
Con respeto y a pesar de los dolores que me dejaron sus seguidores, lo saludo atentamente.
J.F.

Posdata: durante el reportaje, cansado de que volviera a preguntarle lo mismo varias veces, usted me dijo: “Somos dos duros”. Yo le respondí: “Pero yo juego limpio”. Y usted me contestó: “Yo también”. Si alguna volvemos a realizar una entrevista, volveré a insistir en tratar de convencerlo de redimirse ante la opinión pública prometiendo el abandono definitivo del uso de la fuerza para resolver un conflicto, sea cual fuere. Mi dureza se limita a eso.

Jorge Fontevecchia



El infantilismo funcionario
por Alfredo Leuco

El peor de los pecados de los Kirchner fue haber autodenigrado la investidura presidencial al delegarla en un lumpen como Luis D’Elía, acaso la figura pública de mayor desprestigio social. Son muy difíciles de suturar las heridas profundas que esos comportamientos dejan en la conciencia colectiva. Blindado de impunidad, más soldado de Hugo Chávez y de Mahmud Ahmadinejad que de Kirchner, D’Elía reflotó las viejas patotas de tipo mussoliniano. Su declarado odio hacia los blancos millonarios de Barrio Norte con 4x4 se hace patético si consideramos que los mismísimos Kirchner son blancos, millonarios, vecinos de ese barrio y felices poseedores de esas camionetas. Hace algunos meses, D’Elía dijo que Cristina, Alberto Fernández y Héctor Timerman eran el ala derecha del Gobierno, y que respondían al Partido Demócrata de los Estados Unidos y al lobby de Israel. El jueves fue premiado con un lugar de privilegio en el palco de Parque Norte, donde los K pusieron toda la carne al asador.
Esto es simbólico. Resume la confusión de un gobierno a la defensiva que muestra su peor cara lastimándose a sí mismo y pagando altos costos políticos por convertir en un tsunami un problema con el campo que era un vaso de agua si se aplicaba sentido común.
Asusta el rosario de torpezas cometidas. Es legítimo preguntarse, a la luz de lo que pasó, cuál será la reacción de los Kirchner si en el futuro tuvieran que enfrentar una crisis económica más o menos seria.
Teniendo todo a favor, fueron hasta el borde del precipicio. Así es este matrimonio: redobla la apuesta y construye casi desde el abismo. Por eso lograron todo lo contrario a lo que buscaban. Se preguntaban quién estaba oculto detrás del conflicto sin ver que ellos mismos ayudaban a multiplicarlo.
Es difícil diagnosticar cuál es la enfermedad que los lleva a hacerse expulsar de la cancha cuando van ganando 5 a 0 y faltan diez minutos para el final del partido. Un viejo diputado patagónico los define con una frase: “Siempre logran por violación lo que pueden conseguir por seducción”.
Recién anteayer buscaron el diálogo y el consenso. Su metodología es quebrar al que se atreva a desafiarlos y, si es posible, ponerlo de rodillas hasta la humillación. Algo de eso aplicaron con la protesta agropecuaria. Aprovecharon el desgaste de gente mansa e inexperta en combates sociales que no tuvo tácticas y se jugó al todo o nada a fuerza de bronca y falta de confianza en sus representantes sectoriales. Esa clase de victorias, arrasadoras como la 4x4 del pingüino Varizat, son triunfos pírricos que inoculan en los derrotados el veneno del resentimiento, que puede reaparecer en posturas más exacerbadas o como una lluvia de votos-castigo.
Tal vez esa lógica de los Kirchner se pueda explicar por dos vertientes: la generacional-militante y el carácter personal. La primera tiene que ver con su formación política en los 70. “Ni sectarios ni excluyentes, Montoneros solamente”, solían cantar en los congresos los integrantes de la Juventud Universitaria Peronista. Los que se definen como vanguardia revolucionaria siempre sienten que son los elegidos. La metodología cerrada de la “orga”, tan necesaria para preservar la seguridad de todo grupo político-militar, también contribuye a forjar militantes con visiones conspirativas, acostumbrados al secretismo y a resolverlo todo entre poca gente y cuatro paredes, casi en la clandestinidad. Eso muchas veces los aleja de los problemas reales y de la vida cotidiana de sus semejantes y empuja a cometer errores de diagnóstico. Y, en algunas ocasiones, puede llevar a un aislamiento que achica niveles de inserción social.
Tal vez esa misma cuna lleve a los Kirchner y a varios de los suyos a tener la palabra “traidor” demasiado a flor de piel. Cualquiera que estando con ellos modifique su pensamiento en algún tema no será portador de ideas enriquecedoras: es un traidor. Fue lo primero que dijeron del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, cuando producto de la racionalidad que le impuso la marca personal de los productores agropecuarios que lo votaron, envió varios mensajes de prudencia y disposición al diálogo.
Aquel infantilismo revolucionario que sacrificó la vida de tantos jóvenes reaparece en estos tiempos como una suerte de infantilismo funcionario, que ojalá no sacrifique el éxito de este modelo económico por moverse a fuerza de espasmos, de enojos y de actitudes sólo dignas de arrepentimiento. Elisa Carrió definió esos gestos como de “adolescentes tardíos”.

Miopía.

En su gigantesca metida de pata, el Gobierno ha dejado jirones de su musculatura política. Al obligar a intendentes y gobernadores a que sostuvieran posturas equivocadas con subordinación y valor, los Kirchner los sometieron a un desgaste inesperado a poco de haber sido legitimados electoralmente. José Alperovich en Tucumán perdió dos ministros. También Sergio Uribarri, en Entre Ríos. Raúl Rivara, ex ministro de Felipe Solá, se puso del lado del campo. El senador por Córdoba Roberto Urquía, quien hasta hace unas horas era el preferido de la Presidenta, se quedó del lado del campo (es el dueño de Aceitera General Deheza) Varios intendentes K y Radicales K no tuvieron más remedio que diferenciarse de Cristina para que no se los llevaran puestos sus vecinos chacareros. Por si fuera poco, lograron el milagro de hacer hablar a Carlos Reutemann, quien superó la cobardía de muchos y desde su experiencia de hombre de campo aportó una visión distinta. Tal vez eso reciba el castigo del freezer y de no ser invitado al santuario de Puerto Madero por un largo tiempo. Hasta Roberto Lavagna salió a advertir sobre los riesgos de la fractura social, corriendo el riesgo de ser otra vez marginado. Algunos que habían tomado distancia de Kirchner, como Luis Juez, apuraron sus pasos hacia la otra vereda y, en la opinión pública, los números van a reflejar en las próximas encuestas una caída fuerte de la imagen de Cristina, profundizando la tendencia de los dos últimos meses.
Néstor Kirchner se metió en la refundación del PJK para ampliar las bases de sustentación del Gobierno de su esposa y no le estaba yendo mal. Pero la miopía e impericia para afrontar los reclamos del campo les hicieron perder mucho de lo que habían logrado.
La crispación oficial, las palabras cargadas de pólvora y el río revuelto de las operaciones de prensa, las cadenas de mails y mensajes de texto fueron el caldo de cultivo para algunos nostálgicos de la dictadura militar que aprovecharon para rapiñar algo de prensa. Es el caso de la minúscula Cecilia Pando.
Hubo un genuino y pacífico rechazo al estilo intolerante y mandón de los Kirchner. La historia ya demostró que cuando los gobiernos no escuchan, sólo terminan obligando al pueblo a levantar la voz. Y, luego, a golpear cacerolas. La industrialización del miedo para imponer disciplina tiene patas cortas.
La altanería está en el ADN de Néstor y Cristina. Puede más que ellos mismos. En Parque Norte, el jueves, ella quiso hacer una broma distendida y le salió un reto: “Ya es hora compañeros de que vayan actualizando las consignas y comprendan que tienen una Presidenta”, dijo con excesiva rigidez facial cuando los muchachos identificados con la gloriosa Jotapé le reclamaban “huevos” para liberar a la Patria.

Los otros Cristina y Néstor.

Norma Morandini es una lúcida diputada que no perdió su tonada cordobesa ni en el exilio. Sus dos hermanos desaparecidos estudiaban periodismo conmigo y se llamaban igual que el matrimonio presidencial: Cristina y Néstor. Todos ellos militaban en el peronismo universitario que seguía a Montoneros. Su madre es de Plaza de Mayo, pero en Córdoba. Por lo tanto, nadie puede sospechar que Morandini tenga posturas derechosas o antipopulares. Desde su banca confesó que su corazón latía con angustia y dolor por lo que estaba pasando, por la pobreza extrema de los pueblos rurales de Tulumba y Río Seco que aportaban fortunas al Estado nacional con las retenciones de las que después no veían ni un centavo. Pero lo más conmovedor fue el final de su discurso. Sus ojos transmitieron una tristeza sincera al decir: “Ojalá que la sensatez, la cordura y una palabra que es ajena a la política –el amor al otro, al cualquiera­– sirvan para que nuestros compañeros del oficialismo desactiven esa bomba de tiempo que son los matones puestos en nombre del pueblo. No puede ser que la Justicia esté juzgando a la Triple A de la que muchos compañeros han sido víctimas, y hoy tengamos que ver a estos matones que en nombre del pueblo no garantizan lo único que tenemos que garantizar: la democracia”.
Lo dicho: los Kirchner cometieron el peor de los pecados. Tienen tiempo de arrepentirse. Es urgente que la Presidenta recupere y lleve a la práctica su mejor discurso, el que pronunció el día que asumió, cargado de promesas institucionales y llamados a desterrar el odio. Sería trágico partir la sociedad a la venezolana. Tirar para siempre por la borda el lastre de la violencia fraticida es una responsabilidad de todos, pero, ante todo, del Gobierno. Antes que sea demasiado tarde para lágrimas.




¿De qué murió Jesús?

Ariel Alvarez Valdés*



La crucifixión es uno de los tormentos más crueles que inventó el ser humano. Los mismos romanos, que la popularizaron en el mundo antiguo, la miraban con horror. La consideraban un castigo tan humillante que la reservaban sólo para los esclavos y extranjeros, y en delitos muy graves, como el homicidio, la traición o la sedición. La crucifixión fue un invento de los persas. Para ellos, la tierra era sagrada, y por eso idearon esta forma de castigo en la que el condenado estaba lo más lejos posible del suelo, para no contaminarlo. De los persas, la crucifixión pasó a los fenicios. Y de ellos la aprendieron los romanos, que la aplicaron luego en todo el antiguo Oriente.

Cuando Jesús nació, hacía varias décadas que los romanos estaban en Palestina. Y entre las cosas que éstos habían introducido allí figuraba también la crucifixión como instrumento de castigo para los revoltosos. Por eso cuando Jesús fue condenado a muerte por las autoridades romanas, terminó muriendo en una cruz. Si lo hubieran matado los judíos seguramente habría muerto apedreado, pues la pena de muerte propia de los judíos era la lapidación, como vemos en el episodio de la adúltera a la que quisieron apedrear delante de Jesús (Jn 8,5); o en las veces que buscaron apedrearlo a él mismo (Jn 10,31; 11,8); o en cómo mataron a Esteban con piedras (Hch 7,59)

Una muerte pavorosa. ¿Qué es lo que hacía tan terrible la crucifixión? El hecho de que el condenado moría después de una lenta y espantosa asfixia. En efecto, al tener el crucificado sus brazos estirados al máximo y en tensión, los músculos del pecho conservaban el aire viciado dentro de los pulmones, y le impedían largarlo hacia afuera. Y de ese modo sufría el ahogo progresivo, es decir, experimentaba lo mismo que si lo hubieran ido estrangulando poco a poco.

Si nosotros hacemos la prueba de extender los brazos y mantenerlos en esa posición durante un momento, notaremos cómo nos va faltando el aire gradualmente.

Pero la crucifixión no fue el único suplicio que padeció Jesús. Según los Evangelios, en las últimas horas de su vida atravesó también por otras circunstancias sumamente crueles, que contribuyeron a que su deceso fuera más doloroso aún.

El sudor de sangre. Sus sufrimientos comenzaron un rato antes de ser arrestado, mientras rezaba a solas en el huerto de Getsemaní. Según San Lucas (el único evangelista que lo cuenta), en ese momento sufrió una crisis emocional que le provocó el trastorno llamado “sudor de sangre”. El relato dice así: “Y en medio de una gran angustia, Jesús rezaba con más insistencia; y su sudor se hizo como gotas de sangre que caían en tierra” (Lc 22,44) Este fenómeno, perfectamente documentado en la literatura médica, se llama “hematohidrosis” (del griego haima = sangre, e hidrós = sudor). Según los médicos, cuando una persona se encuentra abrumada por la angustia, el miedo, o cualquier otra emoción fuerte, los vasos capilares (extendidos por todo el cuerpo bajo la piel) se dilatan, y expulsan pequeñas gotas de sangre que suben hacia las glándulas sudorales; una vez allí, la sangre se mezcla con el sudor, y luego en forma de transpiración sale hacia el exterior a través de los poros. Jesús sabía desde hacía varios días que su situación se había vuelto difícil y que las autoridades lo buscaban para matarlo. Por lo tanto, aquella noche se encontraba en un estado emocional crítico, que aumentaba con el paso de las horas, y que desembocó en el sudor de sangre. Según los especialistas, cuando una persona sufre de hematohidrosis su cuerpo queda debilitado y su piel sumamente sensible, por lo que debe ser internado inmediatamente. Jesús no sólo no fue internado, sino que esa noche fue sometido a una agobiante jornada de ultrajes. Por eso su muerte fue más rápida de lo que se esperaba.

Con espadas y palos. Luego vino el arresto. Según San Marcos, llegó “una banda con espadas y palos”, que “se abalanzaron sobre él y lo arrestaron” (Mc 14,43.46) Fue llevado con rudeza a la casa de Anás, que era el suegro del sumo sacerdote Caifás y, tras un breve interrogatorio, lo dejaron prisionero con un grupo de guardias hasta el día siguiente.

Marcos, Mateo y Lucas describen entonces una serie de humillaciones que padeció Jesús esa noche, de manos de los custodios. “Algunos empezaron a escupirle, y tapándole la cara lo golpeaban mientras le decían ‘¡Adivina (quién te golpeó)!’ Y los sirvientes le daban bofetadas” (Mc 14,65) Podemos imaginar el daño físico que estos ultrajes provocaron en el rostro y en la cabeza de Jesús.

Piel dolorida. A la mañana siguiente el gobernador Poncio Pilato lo condenó a muerte. Pero, previamente, como era costumbre entre los romanos, lo hizo flagelar. Los cuatro evangelistas mencionan este cruel episodio.La flagelación fue realizada en público (como se lee en Marcos 15,15-16), y no en privado (como suele representarse en cuadros y pinturas) El acto tuvo lugar en una plaza llamada Gábata (en arameo), Litóstrotos (en griego) y El Empedrado (en castellano) Luego de desnudar a Jesús, los romanos lo ataron con las manos en alto para que no pudiera cubrirse ninguna parte del cuerpo con los brazos, y para que en caso de shock no cayera al suelo. El instrumento utilizado para azotarlo era el “flagrum”, compuesto de un mango corto de madera, del que salían dos o tres correas de cuero de unos 50 cm de largo, y en cuyas puntas había dos bolitas de plomo que servían para arrancar pedacitos de carne con cada golpe, y así lesionar más el cuerpo. ¿Cuántos latigazos recibió Jesús? Las autoridades judías solían castigar a los malhechores con un máximo de 39 azotes. San Pablo, por ejemplo, cuenta: “Cinco veces fui azotado por los judíos con los 39 azotes” (2 Cor 11,24) Pero no olvidemos que Jesús fue flagelado por los romanos, no por los judíos. Y como la costumbre romana no limitaba el número de azotes, sus verdugos debieron de golpearlo cuanto quisieron, o hasta que se cansaron. Sólo tuvieron que cuidar que no se les muriera para poder alcanzar a crucificarlo. La flagelación no sólo dañó la parte exterior de Jesús, sino también sus órganos interiores. Los fuertes golpes en la zona renal y en el hígado provocaron la disfunción de los riñones y una grave insuficiencia hepática. Y la nueva pérdida de sangre lo dejó materialmente sin fuerzas. Por eso cuando desataron las cuerdas que lo ataban debió haber caído al suelo sobre el charco de sangre provocado por su cuerpo.

La corona de espinas. Luego de la flagelación, Marcos (15,17), Mateo (27,29) y Juan (19,2) cuentan que los soldados romanos le pusieron a Jesús una corona de espinas en la cabeza. Esta no consistía en un simple aro alrededor de la sien, como suele verse en nuestros crucifijos, sino en un verdadero casco que recubría toda la parte superior de la cabeza, ya que ésa era la forma de las coronas orientales del siglo I. Y no sólo se la colocaron, sino que según el Evangelio “lo golpeaban con una caña en la cabeza” (Mt 27,30), clavándole aún más las espinas. Sabemos que la frente, las sienes y todo el cuero cabelludo constituyen una zona de nervios muy sensibles, cuyas afecciones neurálgicas son de las más dolorosas del cuerpo humano. Podemos, pues, imaginar la tortura producida por las decenas de agudísimas puntas penetrando en su cabeza, algunas de las cuales alcanzarían incluso a llegar a los mismos huesos del cráneo. Aquellas espinas posteriormente fueron clavadas, remachadas y frotadas una y otra vez por los cabezazos que Jesús tuvo que haber dado mientras intentaba respirar colgado en la cruz. Por lo tanto, el sufrimiento de tal coronación lo acompañó hasta el momento de su muerte.

Camino al calvario. Luego le cargaron a Jesús la cruz sobre la espalda para llevarlo hasta el lugar del suplicio. Pero no toda la cruz (como muestran siempre las pinturas), sino sólo el palo horizontal, llamado “patibulum”. Para ello le extendieron los brazos, le pusieron sobre los hombros el travesaño (de unos 40 kilos de peso), y se lo ataron a las muñecas y a los brazos. Mientras tanto, el palo vertical, llamado “stipes”, aguardaba ya clavado en el lugar de la ejecución, pues probablemente lo empleaban para más de una ocasión. Con los brazos así extendidos, el madero le impedía a Jesús apoyarse o protegerse en caso de que tropezara por el camino. Si, pues, en algún momento Jesús cayó durante su marcha (cosa que no mencionan los Evangelios), debió haber estrellado el rostro contra el piso. El trayecto recorrido por Jesús desde el Pretorio de Pilato (donde se dictó la sentencia de muerte) hasta el Gólgota (lugar donde lo crucificaron) fue de unos 500 metros. Durante todo el camino, la áspera y desastillada madera que llevaba encima fue destrozando los tejidos de la espalda y provocando escoriaciones en sus hombros totalmente cubiertos ya de heridas por la flagelación, y que ahora se reabrían y ahondaban a cada paso que daba. Semejante esfuerzo lo debilitó tanto que, según cuentan los tres evangelios sinópticos, los soldados tuvieron que obligar a un hombre que volvía de sus trabajos del campo llamado Simón de Cirene, para que lo ayudara con la cruz.

La crucifixión. Llegados al lugar del tormento, los Evangelios sólo dicen: “Y lo crucificaron”. Nada más. Pero nosotros gracias a los modernos estudios podemos conocer mejor todo lo que implica esta palabra. Ante todo, Jesús fue despojado de sus ropas y crucificado completamente desnudo, según el uso romano (y no con un taparrabos, como suelen mostrar con lógico pudor nuestros crucifijos) Había dos maneras de crucificar a un condenado: atándole los brazos con cuerdas, o clavándolo con clavos. De cualquiera de las dos formas el reo moría asfixiado. Lo normal y más sencillo era la crucifixión con cuerdas. San Pedro, por ejemplo, que murió también crucificado, probablemente fue atado con cuerdas, según la alusión que Jesús hace a su muerte en el Evangelio de Juan: “Cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te atará (a la cruz) y te llevará a donde tú no quieras (o sea, a la muerte)” (21,18) En cambio Jesús fue crucificado con clavos. El evangelio de Juan afirma que cuando los apóstoles le contaron a Tomás que se había aparecido Jesús resucitado, aquél exclamó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y no meto mi dedo en el agujero de los clavos... no creeré” (20,25) Y lo mismo parece decir el Evangelio de Lucas (24,39) Los romanos nunca introducían los clavos en las palmas de las manos, como generalmente representan a Jesús los artistas. Porque sabían que el blando tejido muscular de las palmas no hubiera soportado el peso del cuerpo y éste se habría caído de la cruz. A esa altura habían aprendido, en cambio, que poniendo el clavo en el pulso, donde se flexiona la muñeca, hallarían un conglomerado de huesillos fuertes y resistentes capaces de sostener un peso grande. Y ahí fue donde lo clavaron. Al entrar el clavo en el pulso debió necesariamente tocar el nervio mediano, uno de los más sensibles de nuestro cuerpo, que le provocaron a Jesús un tremendo dolor.

La increíble agonía. Cuando las muñecas de Jesús quedaron sujetas al palo horizontal, lo hicieron caminar hacia atrás y, con una hábil maniobra, sus expertos verdugos lo alzaron y ensamblaron el travesaño sobre la estaca vertical no muy alta, que ya estaba puesta en tierra. Una vez así colgado, le clavaron los pies, haciendo entrar el clavo entre los huesos metatarsales segundo y tercero. La operación era tan sencilla que bastaba un solo golpe de martillo. Pero el dolor que provocaba era terrible. En esta rígida postura, la asfixia le sobrevino rápidamente a Jesús. Para poder descomprimir el ahogo tenía que aliviar la tracción de los brazos. Pero ¿cómo hacerlo? Había una manera: utilizando sus pies como punto de apoyo, podía elevar un poco el cuerpo, aflojar la presión de las manos, y respirar por un momento. Pero el dolor provocado por el clavo del pie en el que se apoyaba era tan grande que lo obligaba a soltarse otra vez. Lo cual le causaba un nuevo ataque de asfixia. Así, el tiempo de la duración de Jesús en la cruz dependía de cuánto resistía en esta tarea de levantarse para respirar y volverse a abatir. Si en vez de un clavo le ponían una madera para apoyar los pies, la espantosa agonía podía prolongarse durante varios días. Y al revés: cuando querían que un condenado muriera rápidamente, le quebraban las piernas; de ese modo el crucificado no podía ya apoyarse para respirar y la muerte le sobrevenía a los pocos minutos.

Sangre y agua del costado. El gran agotamiento físico que tenía Jesús hizo que su agonía no durara mucho tiempo. Sólo tres horas. Por eso cuando una delegación judía fue a pedirle a Pilato que les quebrara las piernas a los tres crucificados para que murieran rápido y pudieran retirar sus cuerpos (pues iba a comenzar la fiesta del sábado y no querían que semejante espectáculo afeara su celebración), los soldados sólo quebraron las piernas a los dos ladrones. A Jesús no hizo falta, porque ya estaba muerto. San Juan anota aquí un detalle interesante. Dice que un guardia, para cerciorarse de la muerte de Jesús, le atravesó el costado con una lanza, “y al instante salió sangre y agua” (Jn 19-34) Siempre se pensó que el detalle de la sangre y el agua no era real, sino un simbolismo creado por el evangelista para dejar algún mensaje. Primero, porque los cadáveres no pueden sangrar ya que el corazón ha dejado de bombear sangre. Y segundo, por la extraña afirmación de que brotó también agua. Pero hoy los estudios médicos han confirmado el testimonio de Juan. Según éstos, la flagelación que sufrió Jesús horas antes de su muerte debió producir una hemorragia en la cavidad pleural entre las costillas y los pulmones. Y el fluido hemorrágico pudo separarse en dos elementos: un líquido seroso y claro más liviano arriba, y otro de color rojo oscuro, más pesado, abajo. La postura rígida del cuerpo en la cruz favoreció esta separación. Por lo tanto, una lanzada no muy fuerte pudo sin duda abrir la cavidad pleural de manera que brotaran sin mezclarse los dos elementos de la hemorragia, es decir, la “sangre” y el “agua”. Que lo de la sangre y el agua haya sido real no impide que el evangelista lo haya contado con un sentido simbólico, es decir, para dejarnos un mensaje. Con este último detalle los Evangelios cierran el relato de la crucifixión.

Palabras que expresan mucho. “Y lo crucificaron”. Eso es todo lo que dicen los Evangelios del suplicio que padeció Jesús. Casi de paso y a las apuradas. No cuentan la escena, ni la describen, ni dan detalles. Sin embargo, los estudios médicos e históricos que acabamos de ver nos ayudan a tomar conciencia de cuánta tortura apretada hay en esta sola palabra. El mundo actual es una llaga viva; dolorosa, abierta y sangrante. Todos nos contentamos con resumirla en breves palabras: pobreza, desempleo, muertes prematuras, hambre, injusticia social, discriminación, sometimiento sexual. Como si así nombradas, casi de paso y a las apuradas, dolieran menos. Pero detrás de cada una de esas palabras se esconde la historia de un ser humano sumido en el horror, la angustia y el espanto. Como estuvo Jesús. El triste recuerdo de su crucifixión, tan escueta en los relatos pero tan densa en su dolor, debería servirnos de advertencia para que cuando leamos o sintamos hablar de estas cruces, nunca las tomemos de paso y a las apuradas, sino que recordemos que en ellas puede esconderse una persona sumida en un espantoso dolor.

* Licenciado en Teología Bíblica por la Facultad Bíblica Franciscana de Jerusalén y doctor en Teología Bíblica por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Sagradas Escrituras en el Seminario Mayor de Santiago del Estero y de Teología en la Universidad Católica santiagueña.
Edición Impresa de Perfil
Domingo 23 de Marzo de 2008
Año III Nº 0245
Buenos Aires, Argentina

Cómo destruir una presidencia


Adelanto de la Revista Noticias:
Cómo destruir una presidencia
El analista de la revista Noticias adelanta parte de su columna, que aparecerá en la edición de mañana. Imperdible.

Por James Neilson

A la presidenta Cristina de Kirchner le gusta imaginarse la protagonista de un "relato" escrito por ella misma en que, gracias a su inteligencia superior y su insólita capacidad administrativa, la Argentina se ve transformada en un país con instituciones eficaces, próspero, equitativo y sumamente agradecido. Por lo demás, para asombro de los odiados neoliberales, lo hace aplicando fórmulas ideadas por los pensadores criollos que tanto le entusiasmaron en los años setenta cuando era una estudiante en La Plata. A su modo es presa de una ficción que creó a partir de sus lecturas. Si no logra escapar muy pronto, su gestión será tumultuosa y podría terminar bien antes de diciembre de 2011.

Desgraciadamente para Cristina y para el país, el "relato" que según parece la obsesiona ha resultado ser un bodrio. Por algún motivo que acaso podría aclarar un psicólogo, cuando quiere escribir "firmeza" le sale "terquedad insensata"; "dignidad" se ve reemplazada por "soberbia" y "autoridad" por "prepotencia". Asimismo, se resiste a entender que el milagro económico de los años últimos debe menos a las bondades del "modelo" setentista o a la sabiduría heterodoxa de su marido que a los precios extraordinariamente altos que se han pagado últimamente por las commodities mayormente agrícolas que el país está en condiciones de exportar.
En la tragedia griega, los al parecer "bendecidos por los dioses" se destruyen a sí mismos porque su orgullo y la desmesura que suele acompañarlo – hibris - les impiden comprender que la diosa Némesis les está preparando un castigo condigno. Confiados en que el destino seguirá privilegiándolos se mantienen en sus trece hasta que su aventura llegue a un fin que por lo general es muy desagradable. Hace algunos años, Cristina afirmó que le interesaba mucho la literatura griega: le convendría volver a ella.


Lea la nota completa en la edición de manaña de revista Noticias.

III Encontro de Edublogs en Santiago



No blog de Carlos Santos enteirámonos que o III Encontro de Edublogs a nivel estatal se celebrará este ano en Santiago os días 3, 4 e 5 de xullo. Como o número de blogs de ensino en Galicia medra de xeito exponencial, imos ter que pelexarnos para coller unha praza. Oxalá sexa todo un éxito.

Todo dicho

"No tengo problema en matarlos a todos"

Casi cuatro horas más tarde, a las 13.58, el piquetero Luis D'Elía difundió un comunicado en el que aseguraba que no había pronunciado nunca la frase y que sus palabras habían sido tergiversadas, por lo que denunció una “operación” en su contra.

“En ningún momento hablé de matar a nadie”, señaló D’Elía en su parte de prensa. Según explicó, sus palabras fueron: “Si ellos pudieran nos matarían a todos nosotros”. Sin identificar a los responsables de la supuesta maniobra, explicó que "la letra “n” de “nos matarían” fue cambiada por la “l” de "los mataría", de manera deliberada”.

LANACION.com se comunicó con Elizabeth de Luca, la periodista que hizo el reportaje. La mujer aseguró que D’Elía no dijo “los mataría” y difundió la desgrabación del diálogo con el piquetero en el que esa frase no aparece así.

“Yo le estoy contestando que tengo un odio visceral por la puta oligarquía que tiene las manos llenas, pero llenas de sangre de pueblo, de sangre de trabajadores, pero nunca tuvieron ningún problema en matarnos masivamente y que siempre nos quieren colocar en el lugar de los violentos”, dice el texto enviado por De Luca.

Más allá de la frase que quedó en medio de la polémica, D´Elía tuvo otras expresiones fuertes.

"Ustedes, el norte de la ciudad, los blancos, aquellos que acumulan y concentran y que matan y que la única bandera que tienen en sus manos es la de su propia rentabilidad, les tengo un odio visceral, sépanlo de mi boca, lo único que me mueve es el odio contra ustedes", se consigna en la desgrabación difundida por la radio FM Reporter 650.

Las declaraciones del piquetero se produjeron pocas horas después de que el piquetero protagonizara un nuevo choque con manifestantes en la Plaza de Mayo, y luego de que el jefe de Gabinete Alberto Fernández justificara sus agresiones.

"Somos inmundicia, escoria. Decía Sarmiento ya en los albores de 1880 que no hay que ahorrar sangre de gauchos, y somos eso: la barbarie, lo que ustedes no quieren", ahondó D´Elía.

El titular de la Federación de Tierras y Vivienda (FTV) y ex funcionario del gobierno de Néstor Kirchner volvió al centro de la escena anteayer, cuando agredió a un manifestante durante una marcha organizada por piqueteros oficialistas para "contrarrestar" la movilización hacia Plaza de Mayo que se generó tras el discurso en el que Cristina Kirchner dedicó durísimas críticas al campo y tensó el conflicto con el sector.

Efemérides marzo/abril

El 26 de marzo de 1892 falleció el poeta estadounidense Walt Whitman, llamado "el cantor de América", autor de Hojas de Hierba. Este mismo día nació, en 1911, Tennessee Williams, dramaturgo estadounidense, autor de "La noche de la iguana", "Zoo de cristal", "Una gata en el tejado de zinc caliente", entre otras..

El 28 de marzo de 1936 nace Mario Vargas Llosa, escritor peruano, representante del boom latinoamericano y autor, entre otros libros, de "Conversación en la Catedral", "La ciudad y los perros", "La tía Julia y el escribidor" y "Pantaleón y las visitadoras". En 1942 muere -en prisión franquista, de tuberculosis y sólo con 31 años- Miguel Hernández, poeta español. Entre sus obras, se destacan "El rayo que no cesa" y "Viento del pueblo, Poesía en la guerra". De "Imagen de tu huella", extrajimos el poema II:

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos..

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.

El 31 de marzo de 1855 murió Charlotte Brontë, novelista inglesa, una de las célebres hermanas Brontë. Su primera novela, "El profesor", fue rechazada por los editores y publicada después de su muerte. Sus obras más destacadas son "Jane Eyre" y "Shirley y Villete".

El 6 de abril de 1992 fallece Isaac Asimov, científico estadounidense de origen soviético, profesor y escritor. Este día, pero en 1943, se publica "El Principito", de Antoine de Saint-Exupèry. Hasta hace poco, las condiciones de la muerte del autor no estaban claras. Sólo se sabía que había despegado el 31 de julio de 1944 de su base en la isla de Córcega para una misión de reconocimiento a bordo de un avión 'Lightning P38' (recordemos que, además de escritor, Saint-Exupery era aviador) y que no regresó nunca. Pero hace menos de dos semanas, el piloto alemán Horst Rippert que ya tiene hoy 88 años reconoció públicamente haber sido el autor de los disparos que abatieron el avión que dirigía Antoine. "Si hubiese sabido que era Saint-Exupery, no lo habría abatido jamás", aseguró Rippert. Y agregó: "En nuestra juventud todos lo leíamos y adorábamos sus libros".

El 7 de abril de 1889 nace Gabriela Mistral, poetisa chilena nacida como Lucila Alcayaga Godoy, ganadora del Premio Nobel.

El 12 de abril de 1539 nace Garcilaso de la Vega, "El Inca", historiador y militar peruano-español nacido en Cuzco. Fue el autor de los Comentarios reales, en cuya primera parte se dedica a revalorizar -frente a los ojos españoles y en lengua castellana- la herencia cultural de los incas.

El 17 de abril de 1695 muere la divina Sor Juana Inés de la Cruz.

El 21 de abril (Día de Roma, Ciudad Eterna) de 1910 muere Mark Twain, escritor estadounidense nacido como Samuel B. Clemens."Aventuras de Tom Sawyer" y "Huckleberry Finn" nos deleitaron el pasaje de la infancia a la adolescencia. Ah, también, en 1964, nació mi hermana, Marta, a quien deseo un millón de felicidades.


¿Nos quieres recordar alguna efeméride?

Escríbeme, estás en tu casa.

Objetos de culto: de la pantalla al cotidiano


"En cierta medida, Los Simpson ya son parte de la literatura universal y son un fenómeno que va más allá del género de la serie de televisión", sostuvo el profesor Henry Keazor, de la Universidad de Frankfurt, en una entrevista con la página web de la Radio Televisión del Oeste de Alemania, en el marco de un festival literario alemán.


Sonará polémico, pero Keazor, especialista en pintura barroca, ni siquiera se considera una excepción dentro del ámbito de los historiadores del arte. Sostiene que sus colegas y él se interesan cada vez más en la televisión porque en ese espacio se crean muchas de las imágenes que imponen un sello en nuestra cultura cotidiana. En relación con Los Simpson en particular, justificó su interés diciendo que "hay una confrontación con el arte anterior para crear algo nuevo. El arte es siempre arte sobre arte".

En favor de la tesis de este intelectual puede decirse que ciertamente, el uso de la parodia y la gran cantidad de referencias que el show pone en juego (hay citas a películas, canciones, hechos y frases célebres, personajes conocidos de la política, la música, el arte, la historia y el deporte) dan gran riqueza cultural a la serie y la vuelven muy representativa del paradigma hipertextual que preside los tiempos que corren. Los Simpson son, además, una reflexión lúcida sobre el mundo actual con sus complejidades y sus contradicciones, que claramente excede el público infantil y que se anima a tratar temas ríspidos de la idiosincrasia estadounidense, de la iglesia, de la política y de la sexualidad.

Muchos críticos de cine y muchos espectadores y aficionados opinan que la calidad de la trama, la elaboración de los personajes y de la factura en general de las series es hoy superior a la de los films. Los shows de señales como Sony, AXN, HBO y otras han superado, en promedio, un producto tradicionalmente tan cuidado como eran las películas. Por citar algunos ejemplos más de programas televisivos dignos de destacar, está el caso de Seinfeld, el antológico (de culto y masivo a la vez) show sobre nada; Lost, una historia que se nutrió -en su concepción al menos- de referencias a El señor de las moscas y Robinson Crusoe, o la merecedísimamente premiada Los Soprano, la historia una familia de la mafia posmoderna.

Todo esto nos puede llevar a preguntarnos: ¿Dónde está el límite entre lo que es cultura y lo que no? La masividad de una obra, su grado de popularidad, ¿Dice algo del valor de esa obra? Y si dice algo, ¿Dice algo positivo o algo negativo sobre ella? ¿Hay algo que está ocurriendo con las series de televisión que hace que cuenten mejores historias de ficción que el cine o -tal vez, incluso- que las novelas de hoy?

Para pensarlo, sin duda.

Sometido a tortura: debe pasar largas horas oyendo a sus acusadores


El ex presidente nipoperuano Alberto Fujimori padece de un edema en las piernas debido a las largas horas que debe permanecer sentado escuchando las audiencias del juicio público al que es sometido. Es una cuestión "postural", dicen los médicos. El tribunal que juzga a Fujimori determinó que fuese examinado después que en la audiencia del lunes último el ex presidente se quedara dormido y luego se quejara de un adormecimiento en las piernas.

El juez César San Martín determinó que las audiencias continúen, aunque espera más análisis para poder decidir si le pondrá al lado algún masajista con el objeto de impedir su cansancio...

¿Duerme en paz?

Funcionarios del tribunal peruano informaron que se suspendió temporalmente el 24 la vista de la causa de la violación de derechos humanos por parte del ex presidente peruano Alberto Fujimori porque estaba dormido en la vista oral y se quejó después del dolor de las piernas.

El magistrado Martín lo llamó dos veces, pero no logró despertarlo. Fujimori, de 69 años, levantó de súbito la cabeza y pareció sumido en una confusión cuando tenía en cuenta que todos lo miraban. El magistrado le preguntó si estaba en buenas condiciones de salud, y Fujimori dijo: "En los últimos días estaba muy fatigado, y me duelen las piernas". El magistrado propuso que el médico del tribunal le hiciera un examen físico, pero Fujimori respondió: "-No, gracias. No creo que sea necesario."

El juicio continuaba, pero un poco más tarde el magistrado decidió suspender temporalmente la vista oral para que Fujimori tuviera más tiempo para descanso. Fujimori es acusado por cometer brutalidades en su mandato entre 1990 y 2000. Estas incluyen las mantanzas en 1991 y 1992. Según se dice, estas matanzas fueron obra de "un escuadrón de la muerte formado por integrantes del Ejército". Fujimori negó haber desatado la "guerra sucia" durante su mandato. Fue extraditado desde Chile a Perú en septiembre del año pasado, y el juicio comenzó en diciembre. El fiscal pide una condena de 30 años de prisión contra él.

Sí, Borges siempre nos une


Borges en el Uruguay

por RUBEN LOZA AGUERREBERE

Las palabras que transcribo corresponden a un distante diálogo que mantuve con Borges: "Yo soy medio oriental. Mi abuelo el coronel Borges nació en Montevideo. Inició su carrera militar a los catorce años. A los dieciséis estuvo en la batalla de Caseros, en la Cuarta División Oriental de César Díaz. De modo que él era oriental; y tengo bastante sangre oriental por los de Haedo y los Lafinur". A estas declaraciones, agregó: "Me he criado en Buenos Aires, en Palermo y Adrogué, y en Montevideo en temporadas largas, en los veranos de aquella época que duraban como tres meses. Así que quiero mucho a Montevideo, a mis amigos orientales". Y ello se refleja en su espléndida obra.

Veamos. La vida del personaje del cuento "Funes, el memorioso" transcurre en Fray Bentos, donde habitaba un ranchito y trabajaba como trenzador. En este relato el escritor argentino, como hizo en tantos otros, atribuyó a una personalidad notoria el conocimiento del personaje ficticio; le daba de esa forma visos de verosimilitud. Aquí dice que el poeta uruguayo Pedro Leandro Ipuche había definido a Funes como: "Un Zarathustra cimarrón y vernáculo". Lo cierto es que Borges tenía en alta estima la obra poética de Ipuche, quien fue también autor de varias novelas. De manera especial Borges solía mencionar "El guitarrero correntino", uno de los poemas de Ipuche que conocía de memoria y cuyo final paladeaba: "Subió al caballo con lenta agilidad". Benjamín Otálora, el protagonista del cuento "El muerto", inicia su vida hacia la muerte parando una puñalada en un café de Paso Molino. Este cuento breve que fuera llevado al cine, se filmó en Tacuarembó. Y en el cuento "Avelino Arredondo" Borges narra el único magnicidio ocurrido en el Uruguay: en 1879, ante la puerta del Club Uruguay y a la salida de la Catedral, Avelino Arredondo disparó contra el presidente Juan Idiarte Borda dándole muerte, y luego se entregó a la policía. Dos gauchos de Cerro Largo (donde nació Emilio Oribe) son los protagonistas del cuento "El otro duelo"; esta vez Borges atribuye la historia al hijo de Carlos Reyles.

Y bien, así como evocaba a Oribe, a Ipuche, a Fernán Silva Valdés e Ildefonso Pereda Valdés (que escribía sobre la negritud), Borges tenía en alta estima a Susana Soca, dama de sociedad directora de la revista literaria "La Licorne", que murió joven en un accidente de avión y a quien Borges le dedicó un poema. Enrique Amorim, estanciero y comunista, casado con una pariente de Borges, Esther de Haedo, era otro de sus amigos. En casa de ambos Borges pasó largas temporadas. Amorim escribió a pedido de Borges una novela policial: "El asesino desvelado".

Y, en fin, quizá su mayor homenaje fue "Milonga para los orientales", publicada en "Para seis cuerdas", que comienza: "Milonga que este porteño,/ dedica a los orientales,/ Agradeciendo memorias/ De tardes y de ceibales"… Esta milonga luego termina con una cantada hermandad: "Milonga para que el tiempo/ Vaya borrando fronteras;/ Por algo tienen los mismos/ Colores las dos banderas".

Un detalle muy personal para terminar: escribí hace unos cuantos años el cuento "El hombre que robó a Borges"; y a él le gustó. Se ha publicado en varios libros y traducido al inglés, en "Ellery Queen`s Magazine", en una antología de Donald Yates (que tradujo a Borges) figurando en cursos de la universidad de Washington, en Virginia. Sí, Borges siempre nos une.

Bichos peludos invaden el Barrio Sur: protestan por falta de predadores naturales para su especie.

Vecinos de dos barrios de Montevideo se vieron sorprendidos en los últimos días con la aparición de los comúnmente llamados "bichos peludos". Según la Intendencia, la situación está controlada.

Primero fue una mujer que se comunicó con el municipio porque había una cantidad importante de esos "bichos" en un árbol cercano a su vivienda. Luego fueron los vecinos del barrio Sur, fundamentalmente los que se encuentran en Gonzalo Ramírez y en la rambla a la altura de la calle Paraguay. Eso sucedió en Semana de Turismo. Allí, funcionarios municipales de Salubridad, equipados con ropa de protección y aparatos de fumigación, rociaron la zona.Los bichos habían invadido veredas, jardines y fachadas de casas. También habían llegado hasta varios baldíos de esa zona. Una vecina contó en ese momento que los "bichos peludos" comenzaron a aparecer de a poco, pero con el correr de los días su cantidad se fue acrecentando y se fueron trasladando hacia otras calles del barrio Sur. Pocos días después, vivieron una situación similar vecinos de la zona de Cordón. El martes funcionarios municipales fumigaron la zona de Eduardo V. Haedo entre Martín C. Martínez y Joaquín Requena. El director de Áreas Verdes de la Intendencia de Montevideo Mario Lázaro señaló que estos son dos casos puntuales y que este tipo de situaciones "se controlan bien".

"-Es una cuestión puntual. Lo tenemos dominado en los árboles y aparecen fuera sólo ocasionalmente", -dijo Lázaro. "-Esta es una larva que ataca todo lo verde con el afán de comer", -añadió. La larva en cuestión fue identificada por Lázaro como "procesionaria", aunque la comuna espera para hoy que la Sección Entomología de la Facultad de Ciencias corrobore que se trata de esa especie."-Tiene una población demasiado grande que no tiene control de manera natural y por eso nosotros la tenemos que controlar químicamente", -añadió. Y eso se puede hacer sin dificultades. Ese tipo de larvas pueden picar, pero sólo puede resultar complicado si la persona en cuestión es alérgica".

Se llaman así porque se desplazan en grupo y en forma alineada, como en una procesión. "-Al principio de la fila siempre hay una hembra (que teje un hilo de seda al que se unen las demás orugas) y que es la que marca el camino, de tal manera que si esta oruga guía se apartara de la hilera, el grupo se desorientaría" -explican en el portal Nexo Centros Veterinarios. La oruga posee pelos urticantes que dispersa cuando se ve amenazada y puede producir irritación en la piel y en las mucosas de los animales, en particular de las mascotas.En general, según el portal, al desplazarse en hilera estas orugas despiertan sobre todo la curiosidad de los perros, que pueden ingerirlas. Si el animal comienza a mostrarse intranquilo, jadeando más de lo normal, debe ser llevado a un veterinario ya que pueden venir síntomas más severos como hemorragias e inflamaciones.

Oh my God!: Un 33% de británicos desconoce a Shakespeare

Londres - Un 33% de los británicos desconoce quién fue el dramaturgo inglés William Shakespeare (1564-1616), y sostiene que fue Rey de Inglaterra según un sondeo publicado hoy en Gran Bretaña. De acuerdo a la encuesta, para la que fueron entrevistados 3.000 personas, un tercio de los consultados dijo desconocer quién fue Shakespeare.

Además, un 25% no supo que John Keats fue un poeta inglés, mientras que varios dijeron que sus famosas Odas fueron escritas por el músico Robbie Williams. Según el sondeo, un 15% de los entrevistados dijo que la poeta Sylvia Plath era la vocalista del grupo de pop Black Eyed Peas, mientras que sólo un 30% supo que el autor de la famosa serie infantil Winnie the Pooh, A.A. Milne fue un escritor.

La encuesta dio cuenta de la ignorancia de los británicos sobre los escritores más famosos de Gran Bretaña.

Además, reveló que casi dos tercios de los consultados no sabía que el poeta, dramaturgo y escritor Oscar Wilde escribió "La importancia de llamarse Ernesto".

Del total de los entrevistados, tres de cada cuatro británicos dijo que no lee poesía desde la edad escolar, mientras que un 80% considera que los niños deberían aprender poesía.

ANSA

That's my Bush!


Sony estrenó este mes de marzo el sitcom That’s my Bush! Sus creadores son los mismos de South Park y el programa es una sátira en torno a la figura de George W. Bush, que si bien nos llega ahora, su primera temporada fue en 2001 -cuando parecía mucho más transgresora esta propuesta- Vale la pena verla y seguir en el canal para ver el dibujo animado siguiente, Lil'Bush, donde la pandilla de chicos está integrada (además del pequeño George) por Lil Condy, Lil Cheney, Lil Gore y otros. Las carica(p)tura de mammie Barbara y de daddy George son sensacionales. Va los martes por canal Sony en el horario P.I. (políticamente incorrecto)

Parole, parole, parole

La semana anterior -o la otra, porque tampoco es un dato demasiado importante- el productor Gerardo Sofovich cumplió años. Muy cerca de él en las fotos, la oriental Mónica Farro, que está haciendo su camino mediático en la vecina orilla. Farro fue contratada por Sofovich cuando la otra oriental -Claudia Fernández, figura de Saeta, Canal 10- renunció a formar parte del elenco del vaudevil "No somos santas". Ni corto ni perezoso, el anciano productor contrató a Farro a sabiendas de una real o supuesta enemistad entre ambas pechochas de este lado del río.Comparándolas, yo diría que Fernández es más agradable a la vista, maneja muy bien los timings en cámara y resulta graciosa como comediante a la que aún falta experiencia; Farro intenta ser muy sofisticada y desenvuelta pero no tiene ese ángel que Fernández supo hacer valer desde sus actuaciones en el decano vernáculo. Claro que ambas tienen en común que son muy dadas a hablar (Fernández resulta más mesurada, por cierto, aunque a veces se desborde) y esto debe ser bastante redituable para el entorno farandulesco. Porque parece que lo más importante en el campo del espectáculo consistiría en hablar, sobre todo acerca de lo que otros hablan sobre un tema o personaje, no sobre el hecho en sí mismo. Este tipo de decires del que se hace eco una infinidad de programas de chimentos, sitios web, radios y revistas especializadas utiliza este sistema del "dijo Fulana..., ¿qué piensas tú?" Este permite discusiones infinitas entre distintos opinólogos -los de oficio y los amateurs- y se opone al tradicional enfoque periodístico sobre algo, pero sin duda da de comer a una enorme y variopinta secuencia de actores mediáticos que pasan la vida hablando de los temas más irrelevantes. Parecería que nadie se toma el trabajo de hacer un poquito de esfuerzo intelectual y zanjar definitivamente tanta guaranguería con un simple "a mí no me interesa". Claro, quien ostentara ese mínimo atisbo de sentido común quedaría automáticamente fuera de juego en una sociedad que cada día se ve más autorreferencial e invadida por los vacíos de contenido. Lamentablemente, el veterano cumpleañero es un número uno en la congregación de chicas cuyo talento se radica en el mohín mientras exhiben el culo y no en una línea de pensamiento formal.

Xristós anesti! Alithos anesti.


"Flagelación de Cristo" por William Bougereau.


¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
(Saeta Popular)


¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

Antonio Machado

Salsa criolla para el pingo argentino

El domingo 23 de marzo, a las 22, Enrique Pinti criticará duramente al Gobierno y a la oposición desde un lugar emblemático: la Plaza de Mayo. De espaldas a la Casa Rosada, acomodado en un sillón parecido al de Rivadavia, Pinti se ocupará con su verborragia y acidez característica de Cristina Fernández de Kirchner, Elisa Carrió, Néstor Kirchner, Mauricio Macri y Hugo Moyano en el marco de los 100 días de gestión de los gobiernos de la Nación y de la Ciudad, y de la edición especial por los diez años de La Cornisa, el programa de Luis Majul en televisión.


El hecho sería sólo una nota pintoresca y una linda apuesta de la producción del programa si no hubiera ocurrido algo que cortó el clima de humor y sátira de monólogo: la prohibición de la Secretaría de Cultura de la Nación para hacer uso del Cabildo, otro lugar emblemático de nuestra historia donde un día el pueblo se levantó y exigió saber qué era lo que verdaderamente estaba pasando.

La producción del programa había cumplido con todos los requisitos, pidiendo la autorización correspondiente y los permisos oportunos. Todo parecía encaminado hasta que Diego Marquis, el vocero de prensa del secretario de Cultura José Nun, argumentó: "Por razones políticas no puedo autorizar desde la Secretaría de Cultura que Pinti vaya al Cabildo a hablar mal del Gobierno".

"Es justo destacar que el Ministerio de Justicia y Seguridad -y los agentes de la Policía Federal- hicieron lo correcto y un poco más. No solo permitieron el uso del espacio público para la grabación de la nota en Plaza de Mayo; además nos facilitaron el trabajo para que la gran cantidad de gente que se acercaba a saludar a Pinti no impidiera la entrevista", explica la productora en un comunicado.

Este rechazo a utilizar El Cabildo como escenario para un programa se contradice con lo que ha autorizado la secretaria de Cultura en otras oportunidades en las que permitió que sea usado para filmar películas, aperturas de programas como CQC o emisiones especiales como la que hace unos años presentó Día D.

"Cabe preguntarse si la Secretaría de Cultura está obrando bien al considerarse dueña de un edificio histórico que le pertenece a toda la comunidad, sólo porque no le cae simpática la opinión de uno de los artistas más reconocidos de la Argentina", agregan desde La Cornisa.

Al enterarse de la situación, la presidenta de la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara de Diputados, Silvana Giudici (UCR), invitó al periodista Luis Majul a prestar testimonio para reunir más información sobre el rechazo de la Secretaría de Cultura al pedido de usar el Cabildo para entrevistar a Enrique Pinti. Ella explicó que esta "absurda" negativa se suma a otros ataques a la libertad de expresión como el espionaje a través de la intercepción de las comunicaciones telefónicas, denunciadas en octubre por la Revista Noticias. Enrique Pinti finalmente fue entrevistado en la Plaza de Mayo, a espaldas de la Casa Rosada. Lo más paradójico de toda la situación es que, en la nota, Pinti comentó que había votado a Cristina Fernández de Kirchner.

Actividades que interesan



Programa de TV "Ancestralidad Africana en Argentina"
Canal Publi 5, Multicanal Cablevisión.
Todos los jueves de 17 a 17.30
Conducción: Ìyá Peggie ti Yemonja,"Fawunmi".

12 y 13 de Abril "Conferencias y Talleres de Batuque, sus Tradiciones y Cultura"
Bàbá José de Xapanã- Brasil
Bàbá Milton de Sàngó-Uruguay
Ìyá Peggie ti Yemonja-Argentina

Mayo, fecha a confirmar:
Presentación del libro "Dueños de La Encrucijada", Museo de La Reconquista, Tigre, Prov. de Buenos Aires.Conferencia

Los artistas plásticos y editores Juan Batalla y Dany Barreto estuvieron un cortísimo fin de semana por Montevideo y nos honraron con su visita en nuestro festejo anual para Oyá.
Aprovecharon para traer algunos ejemplares de su último proyecto, "Dueños de la Encrucijada" -estéticas de Exu y Pombogira en el Río de la Plata- que seguramente se constituirá en un éxito en ambas márgenes del río. "Dueños..." es un cuidado registro fotográfico de situaciones in locus del culto a los kimbandas; pintura, escultura e instalaciones que de un modo u otro toman la temática, y textos de Alejandro Frigerio, Reginaldo Prandi, Amalia Sato, Susana Andrade y el propio Batalla que describen aspectos vivenciales de dicho culto, ya como investigadores, artistas o integrantes.
Agradecemos profundamente a Dany y Juan su compañía en este cálido batuque que hemos compartido, así como el habernos convocado para colaborar en este emprendimiento rioplatense de "Dueños..." junto a profesionales tan destacados de las Ciencias Sociales, la plástica, el quehacer audiovisual y la performance.
Mucho éxito, amigos.

Conviene ser idiota

*

por Carlos Rehermann

Algunos creadores tienen un contacto inmediato con el público, a pesar de la complejidad de su trabajo. Sus obras se hacen rápidamente populares y son imitadas por artistas de menor jerarquía, más atentos a la fama que a la obra. Otros creadores adquieren un prestigio más secreto, de tal modo que sus trabajos son admirados por sus pares, que trasmiten la obra a través de las generaciones y la toman como modelo aunque la masa la desconozca. En raras ocasiones estos artistas de alto nivel alcanzan popularidad fuera del círculo de los conocedores. Tal es el caso de Shakespeare que, por motivos no fácilmente explicables, tuvo éxito de público aún con obras herméticas o de texto complejo, culto e intrincado.

Hace poco, un crítico uruguayo se lamentaba que un dramaturgo supusiera que "el público está avisado", dando a entender que el el texto no era accesible a la mayoría de los espectadores. Esta observación permite por lo menos dos reflexiones. Por un lado, el crítico se coloca a sí mismo en un nivel superior al del público: él sí es capaz de entender, y también de constatar que eso que él entiende no es comprensible para el vulgo. De acuerdo con la función histórica de la crítica, su deber sería el de intentar subir el nivel de la masa, es decir, hacer comprensible la obra a aquellos que no la entienden. En cambio, el crítico más bien le pide al autor que tenga en cuenta las limitaciones (que el crítico supone) del público. Esta actitud es bastante común: en vez de analizar la obra, se postula implícitamente un modelo y se verifica si la obra se adecua o no a él; en el caso afirmativo, la obra vale; de lo contrario, el creador deberá cambiar. Aquello que Asimov decía sobre los críticos (eunucos en un harén) se asoma aquí con bastante claridad. El crítico, vestido como mediador, en realidad actúa como promotor, como artista que delega: intenta que sus ideas sobre la creación se plasmen a través del trabajo de otros.

Por otro lado, el crítico le pide al autor que subestime al público. Esto no es sorprendente: el propio crítico se coloca a sí mismo por encima del nivel de los espectadores; busca un cómplice que legitime su actitud. El autor que escribe un texto complejo está colocando a los espectadores en el mejor lugar posible. El autor escribe lo que sabe escribir, ¿por qué habría de hacer menos de lo que puede? ¿Por qué subestimar la capacidad de comprensión de los espectadores?

El crítico quisiera defender que la obra, en la medida en que (él supone) el público no la comprende, está mal. Esta visión es también clásica de la crítica: el artista tendría un rol de catalizador de las apetencias y anhelos de la masa. Esto, que puede parecer democrático, es en realidad una defensa del elitismo y la superioridad de ciertos sujetos dentro de la sociedad: aquellos capaces de comprender la totalidad de la realidad y plasmarla en una obra. Una idea tonta que tiene ya algunos siglos de éxito. El artista hace lo que sabe, es decir lo que puede, y la historia (o tal vez ciertas energías ignotas) darán o no valor a su obra.
Volvamos a Shakespeare y a su éxito de público. Los más especializados analistas de su obra discuten y dudan acerca del sentido de muchos de sus fragmentos. Nadie con una pizca de información podría decir que sus textos son fáciles, pero el crítico uruguayo le sancionaría la complejidad, y le diría con tono paternal que, para triunfar, conviene ser idiota.

* Publicado originalmente en Insomnia

Mametu Kilende

Olvidé señalar que Mametu Kilende -Mãezinha- es la iniciadora ya fallecida de mi querida amiga guaibana mametu Kizaze (Inácia Carneiro) y por tanto la abuela de nkisi de mametu Kiobanze -Sirlhey Gauna de Muga- y mametu Kikassindé -Mayra Muga- únicas representantes de la raíz muxikongo del Bate Folha en Montevideo con nso abierto y funcionando. A la raíz Angola-Kongo, Nzambe kwalé sa!

Ma'nso Bundunquenque, "O Bate Folha"


Bate Folha comemora sua história centenária

O lançamento do CD Cantigas de Angola é uma conquista para a comunidade do Bate Folha, fundado no início do século 20 no bairro de Mata Escura, em Salvador (BA), onde existe até hoje, por Bernardino Manoel da Paixão -o Tat'etu Ampumandezu-, e instalado no Rio de Janeiro há 66 anos.

Iniciado no candomblé por Ampumandezu e membro da comunidade do Bate Folha baiano, João Correia de Mello -o Tat'etu Lessengue- ruma para o Rio de Janeiro, na década de 1930 querendo conhecer a cidade, e decide ficar. Mais que isso: em 1938, funda o Bate Folha na cidade, preservando, em pleno subúrbio de Anchieta, a língua quimbundo e os ritos de origem banta.

A baiana Mabeji, sobrinha de Lessengue, chega ao Rio de Janeiro aos dez anos de idade e, aos onze, já é iniciada no Bate Folha. Ela passa a ser a mãe-de-santo do terreiro em sucessão a seu tio, morto em 1970. Após dois anos de luto, é ela quem reabre o Bate Folha para dar continuidade aos trabalhos do terreiro. Hoje, Mabeji é a mais antiga integrante viva do Bate Folha entre as comunidades do Rio e Salvador.
Símbolo da preservação do candomblé banto, o Bate Folha é um espaço de convivência entre as diferentes nações das religiões de matriz africana no Rio de Janeiro, tendo sido freqüentado por figuras religiosas importantes das nações queto e jeje, como Nino d'Ogum, Iyá Davina, Dila de Omolu, Mãe Meninazinha d'Oxum e Tata Fumotinho.
As festas para os nkisi mais tradicionais do Bate Folha se realizam em janeiro, para Lembá (o Oxalá dos quetos), e em junho, para Nkosi(Ogum para os quetos)

Tradições do povo banto encontram refúgio no Bate Folha

As origens da tradição banta mantida pelo Bate Folha, remontam à histórica figura de Bernardino Manoel da Paixão, iniciado no candomblé em 1900 na Bahia, por um legítimo sacerdote muxicongo (nascido no Congo) A conclusão de suas obrigações foi realizada por Maria Neném -a Mam'etu Tuenda Nzambi.

A preservação do quimbundo nos cultos, uma das missões de Mabeji, é, para ela, um dever. Mabeji se lembra do tio, Lessengue, como um "estudioso da língua e da cultura". Os bantos são povos africanos que falam um conjunto de línguas, entre elas o quimbundo, com a mesma raiz. Em geral, chegaram ao Brasil como escravos, vindos de Angola, Congo e Moçambique. A crueldade da escravidão foi destruindo pouco a pouco a cultura banta. Praticamente tudo o que restou nos foi legado pela tradição oral. Muitas palavras comumente utilizadas hoje no Brasil derivam de correspondentes do quimbundo, como quitanda, farofa, tanga, curinga e capanga.

O candomblé da nação angola/congo reverencia os nkisi, que guardam muitas semelhanças com os orixás da tradição queto. Assim, por exemplo, a Iemanjá e o Oxalá da nação queto são similares, respectivamente, à Samba e ao Lembá da nação angola/congo. Cantigas de Angola coroam não só o Bate Folha, mas todas as comunidades de terreiros de angola, como a Goméia, o Tumbensi e o Tumba Junçara, entre outras.

A palavra



“A escrita é uma coisa, e o saber, outra. A escrita é a fotografia do saber, mas não saber em si. O saber é uma luz que existe no homem. A herança de tudo aquilo que nossos ancestrais vieram a conhecer e que se encontra latente em tudo o que nos transmitiram, assim como o baobá já existe em potencial em sua semente.” (Tieno Bokar, in: A Tradição Viva, de A. Hampatê Ba. História Geral da África)

Eis um dos porquês resgatar o lugar de valor e o prestígio da palavra falada entre os negro-africanos e os afro-brasileiros. A palavra como fonte e registro das tradições e da história oral é um dos objetivos centrais do Núcleo de História Oral do Museu Afro Brasil. Os outros amarram-se à nossa luta por liberdade e identidade histórico-cultural. Registrar, documentar, preservar e divulgar relatos e histórias de vida, seja de comunidades negras brasileiras, como os quilombos, ou de personalidades negras importantes, na vida e na história dos grupos afro-brasileiros, são as tarefas que o Núcleo de História Oral do Museu Afro Brasil tem como desafio desenvolver. Trabalhamos na perspectiva de que “a oralidade é uma atitude diante da realidade e não a ausência de uma habilidade.”, como ensina J. Vansina. É a gênese do conhecimento e saber do negro e, portanto, do homem. Queremo-nos portanto, griots e domas; enfim, contadores e sujeitos de história. Ouvir e fazer entender as vozes que cantam, contam, assombram e encantam as histórias da nossa história é registrar com sons e sentidos a força vital, milenar e criadora que a palavra falada instaura e movimenta, seja com o nome de oralidade, oralitura, oratura ou tradição oral.

Un 15 de marzo también se marchaba Wilson


El 27 de junio de 1973 el gobierno de Juan María Bordaberry disolvió las cámaras. En el Senado, reunido en sesión extraordinaria cinco minutos antes de la medianoche, se escucharon los últimos discursos con los cuales se cerrarían 31 años de democracia ininterrumpida. Ferreira dijo entonces: "Me perdonarán que yo, antes de retirarme de sala, arroje al rostro de los autores de este atentado el nombre de su más radical e inconciliable enemigo, que será, no tengan la menor duda, el vengador de la República: ¡viva el Partido Nacional!".

En el año 1976, exiliado en Argentina, Ferreira salvó su vida cuando un escuadrón militar secuestró y asesinó en Buenos Aires al senador Zelmar Michelini y al diputado Héctor Gutiérrez Ruiz. Se refugió en la Embajada de Austria, e inició un duro combate internacional contra el régimen militar. Una presentación suya ante el Senado de los Estados Unidos, en Washington DC, logró que éste suspendiera la asistencia militar a la dictadura uruguaya.

El 15 de marzo se cumple un nuevo aniversario de su desaparición física. Quienes hemos vivido los hechos de la década del 70 y conocido a Wilson -aún no siendo correligionarios- lo recordamos como un hombre íntegro que dio a su país y a su filiación partidaria los mejores años de su vida. Que viva siempre en el recuerdo.

Caudillo

Hoy, a veinte años de su muerte, es evidente que la imagen de Wilson Ferreira Aldunate permanece viva en el recuerdo. Su herencia política ya no pertenece a un sector sino a todo el Partido Nacional y en buena medida, a todo el país. Es una herencia que conjuga inteligencia y sacrificio, dos condiciones que el caudillo blanco expuso largamente en vida. Inteligencia para abrirse paso en la política nacional, sacrificio para mantener sus principios en alto, contra viento y marea.

Si Wilson probó su capacidad ejecutiva como ministro de Ganadería formando un muy buen equipo, su llegada al senado confirmó que su voz iba a resonar en todos los ámbitos del país. Desde su banca impulsó grandes leyes y fue un acendrado denunciante de irregularidades en el gobierno, tarea esta última que lo convirtió en un genuino "fiscal de la nación". En esa labor, interpeló y logró la renuncia de varios ministros del gobierno de Pacheco Areco, acción que lo proyectó como la principal figura de la oposición. Candidato a presidente, reunió más votos que todos sus rivales, pero la ley de lemas y ciertas maniobras electorales de las que más vale ni acordarse impidieron su acceso al poder. La etapa final de su carrera es más conocida. Sus palabras en la víspera del golpe de Estado de 1973 todavía retumban en los oídos de una generación, así como su pétreo compromiso de luchar desde el exterior por la recuperación de la democracia.

Exiliado durante once años, absurdamente requerido por tupamaro, fue proscripto como candidato en las elecciones de 1984. Después, al salir de la cárcel militar de Trinidad, en su viaje hacia Montevideo fue objeto de uno de los mayores homenajes populares que haya recibido un político en la historia del país. Su discurso en la explanada garantizando la gobernabilidad así como su apoyo a la ley de caducidad demostraron que carecía de ánimo de revancha y confirmaron su sentido constructivo, propio del estadista que era. Entonces, con valor y dignidad admirables, afrontó la enfermedad que lo llevó a la muerte. De haber vivido hubiera sido sin duda Presidente de la República. No lo fue, pero la huella que dejó a su paso por la vida perdurará siempre en el corazón de los uruguayos.