Prometí relatar la importancia de estos tres numeritos en la vida de Lacalle de Herrera, pero por razones de orden cronológico voy a andar para atrás, al marzo -mes tercero- de 1933. Presidía la república el doctor Gabriel Terra, hijo de José Ladislao, ministro de Máximo Santos. Y la gran figura del Partido Nacional era el abuelo de Lacalle, el doctor Luis Alberto de Herrera. Desde 1931 Terra venía gestando acuerdos para disolver el Parlamento con los diferentes líderes políticos, presionado por intereses económicos sobre todo los del petróleo, amenazados por una eficiente administración de ANCAP. La Federación Rural, la Federación de Industrias y el Comité de Vigilancia Económica -popularmente designado como el "Comité del vintén"- defendían también sus privilegios de clase, apoyando un fortalecimiento del presidente considerando la necesidad de una "mano dura" . Y desde Europa llegaba, para redondear, el modelo fascista. El Ejecutivo dirigió su artillería contra el Legislativo porque le cercenaba sus poderes de mando, y encontró argumentos válidos denunciando el pacto entre batllistas y "posibilistas", es decir blancos escindidos de la jefatura herrerista que se repartían los cargos en los colegiados administrativos de acuerdo a las premisas del "Pacto del chinchulín" como lo rebautizara "El Debate", el diario de Herrera.
En enero de 1933 Terra y el doctor de Herrera mantienen una entrevista. El Debate editorializa: "Al país le hará bien terminar de una vez por todas con este estado de cosas... ¡Revolución urgente, inevitable, tres veces santa!!" y añadía en letra grande "Todo el mundo es revolucionario". En febrero se produjeron manifestaciones obreras, y el órgano del Partido Socialista -el diario El Sol- pedía la dimisión del presidente Terra. A fines de marzo, don Luis Alberto de Herrera, su esposa e hija -madre del candidato Lacalle- subían a un vapor en el puerto de Montevideo para unas vacaciones en Río de Janeiro; en Alemania el canciller Adolfo Hitler conseguía los votos necesarios para obtener los poderes totales del Reich y Terra, apoyado por la policía dirigida por su cuñado Alfredo Baldomir, daba el golpe de estado. Era el día 31 del mes 3 del año 33. Se crea un consejo asesor, una Junta de Gobierno integrada por notabilidades afines al dictador, entre los cuales blancos de pro como Pedro Manini Ríos, Roberto Berro y Martín Echegoyen*, este último uno de los directores de El Debate.
Aisladamente, hubo un acto de heroicidad: Baltasar Brum -figura del Partido Colorado- se disparó un tiro en la sien en plena calle para provocar el fin de la apatía de sus conciudadanos, pero fue un acto inútil: el estadio se llenó de público al día siguiente para presenciar un partido.
Don Luis Alberto de Herrera, líder del Partido Nacional que con un telegrama hubiera podido levantar a sus correligionarios a una resistencia, paseaba por Copacabana con doña Hortensia de bracete.
*Martín Recaredo Echegoyen debió ser un fan vocacional de los golpes de estado. En el dado por los militares en 1973 quitando de en medio al presidente constitucional Juan Bordaberry -padre del senador electo Pedro- se creó un Consejo de Estado para remedar al Legislativo bicameral, siendo también él uno de sus miembros. Habían pasado cuarenta años del anterior y el doctor de Herrera ya había muerto, pero fiel a su instinto de estar del lado correcto en el momento justo, el patriarca nacionalista tuvo como cúlmine de su extensa carrera el bochornoso honor de ser aliado de los golpistas.
En enero de 1933 Terra y el doctor de Herrera mantienen una entrevista. El Debate editorializa: "Al país le hará bien terminar de una vez por todas con este estado de cosas... ¡Revolución urgente, inevitable, tres veces santa!!" y añadía en letra grande "Todo el mundo es revolucionario". En febrero se produjeron manifestaciones obreras, y el órgano del Partido Socialista -el diario El Sol- pedía la dimisión del presidente Terra. A fines de marzo, don Luis Alberto de Herrera, su esposa e hija -madre del candidato Lacalle- subían a un vapor en el puerto de Montevideo para unas vacaciones en Río de Janeiro; en Alemania el canciller Adolfo Hitler conseguía los votos necesarios para obtener los poderes totales del Reich y Terra, apoyado por la policía dirigida por su cuñado Alfredo Baldomir, daba el golpe de estado. Era el día 31 del mes 3 del año 33. Se crea un consejo asesor, una Junta de Gobierno integrada por notabilidades afines al dictador, entre los cuales blancos de pro como Pedro Manini Ríos, Roberto Berro y Martín Echegoyen*, este último uno de los directores de El Debate.
Aisladamente, hubo un acto de heroicidad: Baltasar Brum -figura del Partido Colorado- se disparó un tiro en la sien en plena calle para provocar el fin de la apatía de sus conciudadanos, pero fue un acto inútil: el estadio se llenó de público al día siguiente para presenciar un partido.
Don Luis Alberto de Herrera, líder del Partido Nacional que con un telegrama hubiera podido levantar a sus correligionarios a una resistencia, paseaba por Copacabana con doña Hortensia de bracete.
*Martín Recaredo Echegoyen debió ser un fan vocacional de los golpes de estado. En el dado por los militares en 1973 quitando de en medio al presidente constitucional Juan Bordaberry -padre del senador electo Pedro- se creó un Consejo de Estado para remedar al Legislativo bicameral, siendo también él uno de sus miembros. Habían pasado cuarenta años del anterior y el doctor de Herrera ya había muerto, pero fiel a su instinto de estar del lado correcto en el momento justo, el patriarca nacionalista tuvo como cúlmine de su extensa carrera el bochornoso honor de ser aliado de los golpistas.
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