De un artículo de Clarín, de un libro de Zizek y de una antología de Adam Parfrey –llamada “Cultura del Apocalipsis”-, surgió esta idea inquietante.
Leí que ya en el siglo XI los árabes habían conquistado grandes regiones de África. Los seguidores del Islam basados en su gran poderío militar y cultural, empezaron a exportar esclavos por la ruta transahariana hacia diversos países europeos. A partir de 1479, aun antes del ‘descubrimiento’ de América, el reino de España –por el tratado de Alcaovas- autorizó la venta de seres humanos en la Península.
¿Cuántos esclavos negros llegaron a América Latina? Según el historiador nigeriano Joseph Nicory, estaríamos hablando de alrededor de doce millones de personas. Doce millones de africanos que llegaron vivos a las costas de América. Si se calcula los que murieron en el camino por inanición, deshidratación, epidemias y hacinamiento –debido a las paupérrimas condiciones en las que eran traídos-, podríamos llegar a aventurar una cifra cercana a la de sesenta millones de personas arrancadas del continente africano. Sesenta millones de personas...
Cuándo fue que empezaron a llegar masivamente los africanos, es una cuestión que bien responde la antropóloga mexicana María Velázquez: “En 1580, por la drástica caída demográfica de los indígenas muertos por las epidemias, el trabajo forzado y la guerra de conquista, claro. Los españoles necesitaban mano de obra y se decidió comprar esclavos para trabajar en las plantaciones de azúcar primero, y en las minas y en las grandes haciendas después: los negros, a diferencia de los indios, sabían manejar ganado”.
Si Europa está hoy superdesarrollada es porque subdesarrolló al continente africano durante cinco siglos. El tráfico de esclavos enriqueció principalmente a Europa, y después a los Estados Unidos. Hay que pensar también -como bien lo dice la Profesora Miriam Gomes, una portuguesa que estudia estos temas-, que el tráfico hizo a su vez que se desarrollara en forma colosal la industria naviera para permitir la triangulación entre África, Europa y América. Este tráfico –dice Gomes- fue el primer negocio globalizado: incluyó a todos los continentes. Los portugueses lo iniciaron, pero no fueron los que más se beneficiaron. Esas dos potencias (España y Portugal) estaban tan endeudadas que empezaron a cambiar deuda por licencias para que otros países participaran del negocio. Los principales beneficiarios fueron los ingleses, los holandeses y los franceses.
Hoy ya sabemos que Hernán Cortés conquistó México contando con esclavos africanos. Sabemos que a lo largo de cuatro siglos, Brasil, Cuba y el Caribe fueron los que recibieron más (Brasil fue el país americano que más esclavos importó: alrededor de cuatro millones)
En muchos ámbitos académicos ya se maneja la existencia de un verdadero plan de aniquilación y genocidio en África, que va desde los albores de la historia moderna hasta el inicio del Sida y la hambruna y explotación que llega a nuestros días. Y entiéndase por holocausto lo que alguien alguna vez definió con fría corrección: “Una aplicación burocrática de la muerte”.
No es del todo sorprendente entonces que nuestro continente –sobre todo América Latina-, forjado con esos mismos morenos traídos como esclavos, esté hoy repitiendo esa historia de explotación y vaciamiento. Basta con recordar que en 1990 América Latina se llevaba el 15 % de la renta mundial, y hoy, tan sólo 19 años después, se lleva sólo el 3 %, con tendencia a menos. La participación de América en las ganancias del mundo se redujo cinco veces en ese lapso. Mientras tanto, las grandes corporaciones europeas siguen viniendo por nuestras tierras y nuestras materias primas (los monocultivos: se planta aquí lo que se necesita para hacer o comer allá) Lo hacen como lo hicieron durante la conquista, como lo habían hecho con África, antes y después.
El filósofo esloveno Slavoj Zizek dice en su libro “El Fin de la Utopía Capitalista”: “Creo que el acontecimiento más importante [en términos geopolíticos] es el surgimiento de las villas miseria en el Tercer Mundo, y no sólo allí. En los alrededores de Lagos, Nigeria, hay unos 70 millones de personas que viven en enormes villas miseria. Hay villas miseria en América Latina, en Asia, en China, incluso en América del Norte.” Y el dato más estremecedor: “Si dividimos a la gente en agricultores, habitantes de grandes ciudades, trabajadores, advertimos que los habitantes de las villas miseria YA SON MAYORÍA.”
En nuestro país son alrededor de 200 mil personas las que viven en cantes, aunque Soweto sigue estando en Sudáfrica, como siempre. Las favelas de Brasil se siguen multiplicando, los guetos pululan por doquier. Son lugares donde el Estado Social se retiró para dejar lugar al Estado Penal... "Acostúmbrate al mal y éste se hará cotidiano", decía Sade.
Por eso de vuelta al principio: ¿En este Tercer Milenio, no será esta la ‘africanización’ de América? ¿Y qué estamos haciendo al respecto para contenerla?
Daniel Figares
1 comentario:
enriquecimiento empobreciendo
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