Paño de la Costa
Un símbolo vivo detenido en el tiempo
Casi en extinción, el paño de la Costa tradicional hecho de algodón en telar de mano encuentra en un anciano tejedor de la ciudad de Salvador su carta de sobrevivencia. Y su desaparición definitiva será cuando este maestro artesano que teje los paños de las iyawo vuelva al Òrun. La continuidad del trabajo artesanal está casi siempre vinculada a los intereses familiares, cuando las técnicas son perpetuadas por las nuevas generaciones manteniendo las mismas características de los trabajos originales.
Hoy, Abdías do Sacramento Nobre es el único artesano popular que fabrica paños de la Costa. Brasileño de Salvador y descendiente de africanos, recibió las enseñanzas del arte del tejido manual de Alexandre Gerardis da Conceição, su padrino africano que trabajaba exclusivamente para los terreiros, proveyendo los paños que eran usados por el personal religioso de las mismas. “El Maestro Abdías”, como es llamado y conocido, trabaja todos los días y como media su tiempo de producción es de seis horas. La fabricación de esta prenda es muy lenta y trabajosa porque todos los hilos de algodónson estirados de a uno para luego ser tejidos en el telar. El proceso tradicional es, en esta fabricación, seguido rigurosamente. El maestro Abdías respeta las enseñanzas que ha recibido y continúa tejiendo los paños de los orisha siguiendo paso a paso sin saltearse las etapas de ejecución del tejido. Un paño de la Costa lleva en tiempo continuo de trabajo entre dos y tres meses, y se convierte en una pieza única cuyo costo (en 1976) es del orden de Cr$ 5.000. Según el maestro artesano, son pocas las hijas de santo que pueden costearse uno de sus paños debido al precio que se ve obligado a fijar para compensar su material noble y trabajo, por lo que hoy su canal de venta está casi todo dirigido a turistas y coleccionistas que aprecian en su obra más que el simbolismo religioso o social el atractivo estético y la hechura tradicional. También se le ha preguntado sobre los nombres populares de estas originales piezas de vestir, así como la relación entre cada una de estas piezas y el orisha al que adornarán. “Existen los paños de Oshanlá, de Ògún, Yemanjá, Oshumare y Euwá –que ostentan sus símbolos y colores- y los de Obalúaiyé y Nàná que se forman con hilos de color morado en la trama”. De este modo, personalizando cada paño de la Costa como un tipo diferente y particular, el maestro Abdías amplía las focalizaciones sobre los diversos aspectos funcionales y simbólicos de la prenda, así como su importancia dentro de los ritos del terreiro.
“Paño de calabaza” es otro modo de llamarlo, pero este nombre está casi en desuso”. Y justifica: “Se les llama paños de cuia (calabaza cortada al medio) porque las viejas tías cuando salían a venderlos los transportaban en grandes recipientes de ese tipo. En las ferias y mercados los clientes revolvían las calabazas en busca de aquel que más les convenía, por eso eran así conocidos entre la gente del pueblo. El tejido era colocado en esos recipientes para protegerlos y poder fijar así los remates de cada pieza con trozos de madera o cantos rodados.” El proceso de coser el paño que realiza el artesano es el antiguo: las tiras realizadas en el pequeño telar de mano deben ser cosidas una a una siguiendo el padrón de diseño, y luego con un trozo de madera o una piedra lisa se golpean las uniones para disimular el añadido. Cuando lo tenemos en la mano creemos que un paño de la Costa es un tejido realizado en una sola etapa, sin embargo es una serie de tiras de más o menos quince centímetros de ancho por dos metros de largo que, unidas, forman el tradicional adorno bajo todos sus aspectos: textura del tejido, tamaño, técnica de descripción simbólica y color adecuado para el uso requerido. Paciencia y vocación son los dos requisitos más imprescindibles al artesano que confecciona y conoce los secretos del paño de la Costa. El maestro Abdías se sabe el único en desplegar este arte, pero también el último, lo que habrá de provocar la total desaparición de esta pieza del vestuario sagrado como objeto único de técnica exquisita.
Habrá que recurrir entonces a los paños tejidos en serie y en telares industriales, seguramente mucho más baratos, aunque carentes de personalidad y magia…
Raúl Lody
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