El 29 de julio hizo un cuarto de siglo de la firma del documento "Chega de sincretismo" por las venerables iyalorisha bahianas mãe Menininha do Gantois (Maria Escolástica da Conceição Nazaré), mãe Tetê de Iansã (Juliana Baraúna) mãe Olga do Alákètù (Olga Francisca Régis) doné Nicinha do Bogum y mãe Stella de Oxossi (Stella de Azevedo Santos)
Representaban a la flor y nata del candomblé: mãe Tetê dirigía el Ilé Axe Iya Naso desde el que a mediados del Siglo XIX se desprendiera el Ilé Axe Omin Iyamase (Gantois) y luego en 1910 el Ilé Axe Opo Afònjá. El Alákètù -Ilé Axe Maroiá Làjé- es una raíz diferente y el Bogum -Kwé Zogodo Bogun Malé Ki Hùndo- representa la raíz dahomeyana más antigua en Bahía.
La posición conjunta estaba dirigida fundamentalmente a
1) no ser tratado (el candomblé) como una "secta" de la iglesia Católica sino como una religión con todo lo que esto implica;
2) prohibir el uso comercial y folclórico/carnavalero de ropajes, símbolos y estandartes de carácter sagrado,
3) discontinuar el lavado del atrio de la iglesia de Bomfim como en la época de la esclavitud
4) relegar las imágenes de santos a la devoción privada y no al culto oficial de los orisha
5) no recibir en los terreiros turistas con sus cámaras de fotografía para captar "lo insólito", "lo exótico" o "lo primitivo"
Yo, que soy un adherente a estos principios, pienso que en estos años transcurridos donde la única que queda viva -y coherente con ese manifiesto que sin duda fue quien lo alentó, redactó y corrigió- es mãe Stella Ode Kayode, han servido de poco para concienciar a la mayoría de los religiosos afrobrasileños de la justicia de esta proclama. La falta de conceptos claros, la vanidad y el ego personales, el apego a la tradición bastardeada y sobre todo la necesidad de sentirse parte de la sociedad por ser católico (o aparentar serlo) y ganar así un cierto alivio del medio circundante ha conducido, salvo en pocos casos puntuales, al fracaso de la propuesta. Seguimos exhibiendo trajes de orisha en carnaval, los bahianos siguen llevando combis a algunos terreiros complacientes que por lógica cobran entrada como si se tratase de un espectáculo, se mantienen las fechas del martirologio como días de festejo a orisha...
En este vigésimo quinto aniversario de un documento revolucionario, dignificante y esclarecedor, me pongo de pie ante la augusta memoria de las ìyá fallecidas que borraron con el codo la firma que asentaron. Pero bato con humildad mi cabeza ante Ode Kayode que persistió en el empeño al menos en su casa -casa de Sòngó, por cierto- con la serena dignidad de una reina, creando un pequeño museo -el Ohùn làí làí- donde las imágenes de otra religión que no es la nuestra descansan de una cotidiana veneración para erigirse en memoria de épocas pasadas donde no había otro remedio que disfrazar o maquillar la realidad.
Salve Stella, hija dilecta del Cazador Invencible, superintendenta de Sòngó, Guardiana de la Religión de sus mayores, forjadora de nuevos senderos en este bosque de símbolos... Que no se pierda la semilla de tu luz. Fàrà ìmòra!
Representaban a la flor y nata del candomblé: mãe Tetê dirigía el Ilé Axe Iya Naso desde el que a mediados del Siglo XIX se desprendiera el Ilé Axe Omin Iyamase (Gantois) y luego en 1910 el Ilé Axe Opo Afònjá. El Alákètù -Ilé Axe Maroiá Làjé- es una raíz diferente y el Bogum -Kwé Zogodo Bogun Malé Ki Hùndo- representa la raíz dahomeyana más antigua en Bahía.
La posición conjunta estaba dirigida fundamentalmente a
1) no ser tratado (el candomblé) como una "secta" de la iglesia Católica sino como una religión con todo lo que esto implica;
2) prohibir el uso comercial y folclórico/carnavalero de ropajes, símbolos y estandartes de carácter sagrado,
3) discontinuar el lavado del atrio de la iglesia de Bomfim como en la época de la esclavitud
4) relegar las imágenes de santos a la devoción privada y no al culto oficial de los orisha
5) no recibir en los terreiros turistas con sus cámaras de fotografía para captar "lo insólito", "lo exótico" o "lo primitivo"
Yo, que soy un adherente a estos principios, pienso que en estos años transcurridos donde la única que queda viva -y coherente con ese manifiesto que sin duda fue quien lo alentó, redactó y corrigió- es mãe Stella Ode Kayode, han servido de poco para concienciar a la mayoría de los religiosos afrobrasileños de la justicia de esta proclama. La falta de conceptos claros, la vanidad y el ego personales, el apego a la tradición bastardeada y sobre todo la necesidad de sentirse parte de la sociedad por ser católico (o aparentar serlo) y ganar así un cierto alivio del medio circundante ha conducido, salvo en pocos casos puntuales, al fracaso de la propuesta. Seguimos exhibiendo trajes de orisha en carnaval, los bahianos siguen llevando combis a algunos terreiros complacientes que por lógica cobran entrada como si se tratase de un espectáculo, se mantienen las fechas del martirologio como días de festejo a orisha...
En este vigésimo quinto aniversario de un documento revolucionario, dignificante y esclarecedor, me pongo de pie ante la augusta memoria de las ìyá fallecidas que borraron con el codo la firma que asentaron. Pero bato con humildad mi cabeza ante Ode Kayode que persistió en el empeño al menos en su casa -casa de Sòngó, por cierto- con la serena dignidad de una reina, creando un pequeño museo -el Ohùn làí làí- donde las imágenes de otra religión que no es la nuestra descansan de una cotidiana veneración para erigirse en memoria de épocas pasadas donde no había otro remedio que disfrazar o maquillar la realidad.
Salve Stella, hija dilecta del Cazador Invencible, superintendenta de Sòngó, Guardiana de la Religión de sus mayores, forjadora de nuevos senderos en este bosque de símbolos... Que no se pierda la semilla de tu luz. Fàrà ìmòra!
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