"Venezuela está en la ruta del huracán financiero", dijo ex directivo del BCV.
Caracas | AFP
El gobierno de Chávez ajusta su política económica.
Tras la fuerte expansión del gasto público en Venezuela impulsada por el boom petrolero, el gobierno del presidente Hugo Chávez habla de austeridad por primera vez en casi diez años,temiendo que la actual crisis financiera reduzca los precios del crudo, según analistas.
Aunque Chávez insiste en que Venezuela está preparada para resistir "el terremoto" financiero global, su vicepresidente Ramón Carrizález sorprendió hace un par de semanas al anunciar que la "austeridad" será el criterio fundamental para la elaboración del presupuesto de 2009.
"El gobierno sabe que el año entrante será complicado con un mundo que pudiera entrar en recesión vista la difícil situación de Estados Unidos, lo cual podría afectar los precios del petróleo", dijo a la AFP Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica.
Crítico acérrimo de las "recetas neoliberales" que aconsejan vigilar el gasto público, Chávez ha aprovechado la bonanza petrolera para promover un programa económico de corte socialista que estimula el crecimiento a través de la expansión presupuestaria y la intervención directa del Estado en la economía. Pero ahora en un giro inesperado, el mandatario fustiga el derroche, habla de ahorro y pide reducir el tamaño de la nómina de trabajadores del Estado que casi se ha duplicado desde que asumió el poder en 1999 hasta alcanzar dos millones de personas en junio, según cifras oficiales. El economista y ex directivo del Banco Central venezolano (BCV) Domingo Maza Zavala saluda positivamente la intención de austeridad del gobierno, porque "Venezuela está en la ruta del huracán financiero y económico actual, dada la dependencia casi absoluta que tiene del petróleo". Las ventas de hidrocarburos venezolanos cuyo principal destino es Estados Unidos con una media 1,2 millones de barriles diarios representan casi el 50% de los ingresos y más del 90% de las divisas que recibe el país latinoamericano. Maza Zavala explicó a la AFP que con cotizaciones del crudo venezolano por debajo de los 90 dólares "la economía no podría sostenerse". "A 90 dólares, con el volumen de exportaciones actuales de unos 700 millones de barriles al año, serían 63.000 millones de dólares que no es una cifra suficiente para completar los pagos anuales al exterior", explicó, recordando que las importaciones representan 50.000 USD millones y el pago de deuda otros 10.000 millones.
Ante este panorama el ministro de Planificación Haiman El Troudi ha anunciado revisiones en la plantilla de trabajadores, los contratos de servicios, la compra de bienes y el consumo de energía por parte del Estado. En sus últimas alocuciones, Chávez ha criticado el "cobro excesivo" de horas extras de los funcionarios o el derroche de electricidad". Además, también ha pedido reducir los gastos "superfluos en publicidad y celebraciones oficiales" e instó a racionalizar el consumo de gasolina, que gracias al subsidio gubernamental se vende a un irrisorio precio de 0,046 dólar el litro.
Pero Maza Zavala considera que no será sencillo recortar el gasto público sin mermar el crecimiento económico o aumentar la conflictividad social. "No es fácil despedir a más de un millón de personas de la noche a la mañana", ni reajustar los pagos al exterior, "porque dependemos vitalmente de las importaciones de alimentos, medicamentos, bienes de producción y tecnologías", apuntó el ex directivo del BCV.
"Más que decir que el gasto ahora va a ser menor, el gobierno debería tener como reto fundamental mejorar la eficiencia", reflexionó Oliveros.
Precuelas
"La 'edad de oro' de Wall Street se acabó. Y también una etapa de exuberancia y despilfarro representada por una aristocracia de banqueros de inversión, poseídos por una lógica de rentabilidad a corto plazo y por la búsqueda de beneficios exorbitantes. Dispuestos a todo para sacar ganancias: ventas en corto abusivas, manipulaciones, invención de instrumentos opacos, titulización de activos, contratos de cobertura de riesgos, hedge funds. La fiebre del provecho fácil se contagió a todo el planeta. La globalización condujo a la economía mundial a tomar la forma de una economía de papel, virtual, inmaterial. Y de golpe, esa gigantesca 'burbuja' reventó. El desastre es de dimensiones apocalípticas. La banca de inversión ha sido borrada del mapa. Las cinco mayores entidades se desmoronaron: Lehman Brothers en bancarrota; Bear Stearns comprado, con la ayuda de la Reserva Federal (FED), por Morgan Chase; Merril Lynch adquirido por el Bank of America; y los dos últimos, Godman Sachs y Morgan Stanley (en parte comprado por el japonés Mitsubishi UFJ), reconvertidos en simples bancos comerciales".
En consecuencia, "toda la cadena de funcionamiento del aparato financiero ha colapsado. No sólo la banca de inversión, sino los bancos centrales, los sistemas de regulación, los bancos comerciales, las cajas de ahorro, las compañías de seguros, las agencias de calificación de riesgos (Standard&Poors, Moody's, Fitch) y hasta las auditorías contables. El naufragio no puede sorprender a nadie. El escándalo de las 'hipotecas basura' era sabido de todos. Igual que el exceso de liquidez orientado a la especulación y la explosión delirante de los precios de la vivienda. Todo esto ha sido denunciado desde hace tiempo sin que nadie se inmutase. Porque el crimen beneficiaba a muchos. Se siguió diciendo que la empresa privada y el mercado lo arreglaban todo".
Hoy sucede lo contrario: Bush renegó de esos principios y recurrió masivamente a la intervención del Estado. "Las principales entidades de crédito inmobiliario, Fannie Mae y Freddy Mac, han sido nacionalizadas. También lo ha sido la AIG (American Internacional Group), la mayor compañía de seguros del mundo. Y el secretario del Tesoro Henry Paulson propuso el plan de rescate de las acciones 'tóxicas' procedentes de las 'hipotecas basura' (subprime)". Es lo que está a discusión. Estas intervenciones del Estado, las mayores en volumen de la historia económica, constituyen la prueba del fracaso del sistema. Los mercados no son capaces de regularse por sí mismos y se han autodestruido por su propia voracidad. Por la ley del cinismo neoliberal se privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas, acudiendo al rescate de los banksters (banqueros gangsters) a expensas de los contribuyentes.
Hace unos pocos meses atrás Bush vetó una ley que brindaba cobertura médica a nueve millones de niños pobres a un costo de 4 mil millones de dólares. Ahora, "para salvar a los rufianes de Wall Street nada le parece suficiente".
Pero otros dos datos son más que sugestivos: el secretario del Tesoro Paulson fue presidente de la banca Goldman Sachs, y el titular de la FED, Ben Bernanke, es especialista en la economía de la Gran Depresión de 1929, cuyo fantasma recorre EEUU...
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Y la opinión comedida que no podía fallar, porque se acercan las elecciones...
CRISIS EN LOS EEUU Y SILENCIOS
Por Alberto Scavarelli |*|
La actual crisis financiera en los Estados Unidos es un fenómeno que deja al descubierto que tener el liderazgo y estar listo a ayudar cuando las crisis son de otros gigantes del sistema financiero internacional, no necesariamente significa contar con ellos cuando la situación es crítica.
Estados unidos es sin duda el motor de la economía y la tecnología del mundo. Hay otros muy importantes en maduración, pero ninguno de la permanencia y desarrollo constante exhibido y probado desde hace muchos años por los Estados Unidos.
Alimenta una turbina de consumo, desarrollo económico, tecnología y seguridad militar, el mayor mercado del mundo que esta hoy allí con sus entrañas al descubierto en medio del desgarro al que la especulación y las comisiones siderales de los que cobran en función de volumen de negocios le han causado. El sistema implotó desde las inversiones hipotecarias. Si hay una inversión segura, en teoría, es la hipoteca. Alguien presta dinero y cuenta con la garantía de un inmueble de valor superior a la suma prestada. Hasta allí es sencillo. Si no paga, el deudor verá cómo quien le prestó el dinero con hipoteca en garantía saca a remate a su propiedad y la vende al mejor postor, para cobrarse con lo que obtiene del remate. Ante esa situación, las garantías de este proceso se basan en algunos pilares jurídicos, económicos y financieros casi elementales. El que presta debe examinar muy bien la capacidad de pago del deudor y estimar su futuro económico en los años por venir. Por otra parte, debe valuar correctamente la propiedad dada en garantía, de modo tal que el valor de la misma promedialmente se sostenga en el tiempo para ser una garantía eficiente y sobre todo suficiente. Si cesan los pagos y las ejecuciones se multiplican, los precios caen y las garantías devienen ilusorias. En ese esquema opera el corredor hipotecario, quien percibe comisiones suculentas por cada negocio concretado, y junto a ellos los que califican riesgos y marcan el camino. Ese doble esquema de pinzas deja entre paréntesis la seguridad operativa desde el momento en que la intermediación hipotecaria y la intermediación de colocación de capitales en fondos hipotecarios de alto rendimiento comienzan a ser atacados especulativamente y algunos de los calificadores de riesgo se hacen trampas al solitario, por no decir cosas peores. El factor seguridad de los préstamos hipotecarios notoriamente cedió a la tentación del volumen de las comisiones por los negocios concretados como forma de mantener en movimiento una máquina de ganancias por sumas increíbles.
Cientos de millones de dólares en comisiones y salarios bonificados pagados a quienes manejaban esta rueda gigante disimulando la caída en picada del sistema, por incapacidad o por dolosa ambición.
El resultado fue terrible en términos financieros.
Saltaron los incumplimientos de quienes recibieron préstamos sin tener real capacidad de pago y en estas situaciones donde la desconfianza corre más veloz que la razón, llegó primero el criterio golondrina que abandona el lugar cuando el clima comienza a ser inhóspito. Uruguay conoció algo parecido con su Banco Hipotecario cuando la gente falseaba sus ingresos familiares para poder acceder a una vivienda mejor de la que podía pagar para después quedar por el camino, ellos y el propio Banco.
Hoy, como en un dominó de fichas alineadas, cayeron las primeras y arrastraron al resto pero en varias direcciones. Aun en medio de una economía americana muy sólida que produce y exporta a ritmo febril al amparo de un dólar de bajo valor que le hace muy competitivo frente al revaluado euro, tiene sin embargo que resolver medidas urgentes. Debe asignar sumas inimaginables para paliar la situación con por lo menos setecientos mil paquetes de un millón de dólares cada uno y dárselos al órgano regulador para que opere de salvavidas y bombero al mismo tiempo. El incendio se extiende por la pradera financiera, pero el mundo observa jugando al distraído.
En estos días se ha dicho que extraña el silencio de los grandes operadores del mercado mundial, como los chinos, los rusos, los europeos y hasta los mismos brasileños. No se trata de que pongan dinero, sino que pongan públicamente su cuota parte de medidas y declaraciones de confianza en el sistema del que se han notoriamente beneficiado hasta llegar al punto de bonanza en que hoy están.
Fue la Asamblea de la ONU. Había allí una oportunidad excelente para emitir los juicios que se quisiera, pero al mismo tiempo la obligación ética de dar un mensaje de apoyo en pos de una solución que le diese tranquilidad al mundo. Prefirieron sembrar intranquilidad desde la inacción y la omisión, puesta de manifiesto desde el podio. Ilusamente creen que están a salvo porque sus reservas lucen atractivas. Algunos presidentes al ser consultados por la crisis feroz en curso se dieron el lujo de preguntar al periodista de qué crisis hablaban, porque sus números parroquiales les resultan favorables. Por lo menos una falta de respeto. Si no se es parte de la solución, la obligación será siempre evitar ser parte consciente del agravamiento del problema.
El mundo sabe que le va mucho si Estados Unidos no supera rápidamente la situación en que se encuentra. Pero todos debiéramos saber que habrá de salir de un modo u otro, porque además su gente -que procede de todos los rincones del mundo- tiene una enorme capacidad de trabajo y mucha más disciplina productiva de la que muchos creen. Nadie en su sano juicio creerá que los Estados Unidos caerán en una cesación de pagos, como en la que cayó Argentina o como nos propusieran decretar en 2002 quienes hoy gobiernan Uruguay y eran cómoda oposición.
Cuando se recupere le bastará seleccionar los titulares de los diarios, para poder ver la vergonzosa prescindencia de los tantos que se dicen amigos y hacen fila para ser recibidos y fotografiarse aunque más no sea desde la reja exterior de la Casa Blanca. No les creo a quienes desde posiciones de poder tienen un discurso crítico de entrecasa y una desesperada adulación cuando visitan Washington. No están en juego la potencia ni el poder del país más poderoso de la Tierra, está en juego la credibilidad temporal de su sistema financiero y está claro que más allá del espantoso tiempo que le tocó para aflorar a pocos días de una reñida elección presidencial, la situación será superada. El problema no es la capacidad de superación, sino el costo y sus efectos para todos. Allí nuestra preocupación ante tanta ineficacia y prescindencia.
El mundo de hoy no puede vivir seguro sin confiar en algunos principios básicos. El índice del riesgo país de nuestras naciones se mide en comparación del riesgo país que se le atribuye a USA, porque siempre es el mejor pagador del mundo de su deuda pública.
Sin embargo estas instituciones que hoy se deslizan al abismo manoteando desesperadamente la ayuda estatal que les salve del desastre, han sido ayer nomás excelentemente calificadas por las mismas empresas calificadoras de riesgo que, con aire de superioridad con casi adolescentes alojados en hoteles cinco estrellas, se pasean por el mundo midiéndonos en categorías de confiabilidad y de riesgo país, diciéndonos qué hacer desde visiones neoliberales de escritorio. Expertos carísimos en dar consejos, han sido distraídamente generosos para evaluar internamente en los Estados Unidos inversiones que estaban cimentadas en papel y no advirtieron por incapacidad o no dijeron por intereses inconfesables la insolvencia y fragilidad de un sistema que nos arrastró a todos inadvertidamente a la peligrosa crisis en que estamos.
|*| Representante Nacional del Partido Colorado, 8% del electorado oriental
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