Una aventura de Djafar al Barmakí

"[Noche 394] Cuentan que el Príncipe de los Creyentes Harún al-Rashid salió cierto día acompañado por Abú Ishaq, su contertulio, Djafar al Barmakí y Abú Nuwás. Avanzaban por el desierto y vieron a un viejo que se apoyaba en un asno. Harún al-Rashid le dijo entonces a Djafar:

- Pregúntale a ese viejo de dónde es.

-¿De dónde vienes? - preguntó Djafar

- De Basra - respondió.

[Noche 395] -¿Y adónde te diriges? - preguntó de nuevo Djafar.

- A Bagdad.

-¿Y qué vas a hacer allí?

- Voy a buscar una medicina para mi ojo- contestó el viejo.

Harún al Rashid dijo entonces:

- Djafar, tómale un poco el pelo.

-Si lo hago, voy a oír cosas poco agradables - contestó Djafar.

- Djafar - insistió el califa- por el poder que tengo sobre ti, te ordeno que te burles de él.

El ministro dijo entonces al viejo:

- Te voy a describir una medicina que te será útil. ¿Qué me darás a cambio?

- Dios, ensalzado sea, te recompensará en mi lugar concediéndote algo que será mejor para ti que lo que yo te pueda dar.

-Escúchame entonces - dijo Djafar - para que te pueda describir esta medicina. Eres el primero a quien se la revelo.

-¿De qué se trata?

- Toma tres onzas de granos de viento, tres onzas de flores de luna y tres onzas de luz de linterna. Mézclalo todo y déjalo que le dé el viento durante tres meses. Luego ponlo en un mortero sin fondo y amásalo durante tres meses. Luego utiliza cada día tres dracmas de este medicamento cuando te vayas a dormir y sigue con el tratamiento tres meses. Te curarás si Dios, ensalzado sea, quiere.

El viejo, al oír las palabras de Djafar, se echó sobre su asno y soltó un pedo muy poco elegante. Acto seguido le dijo:

- Toma este pedo a cambio de la receta del medicamento que me has dado. Si la utilizo y Dios hace que me cure, te regalaré una doncella que te servirá durante toda tu vida de un modo tan eficaz que, debido a él, Dios hará que vivas poco. Cuando hayas muerto, Dios se apresurará a echar tu espíritu al fuego y la tristeza que la esclava sentirá por ti hará que ensucie tu cara con sus excrementos. Se lamentará, se abofeteará y llorará diciendo, en medio de sus sollozos: "¡Imbécil, eres lo más idiota que he conocido!".

Harún al-Rashid al oirlo se echó a reír hasta revolcarse por los suelos y ordenó que dieran tres mil dirhemes a aquel hombre."

Las mil y una noches

Anónimo

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