Género obsesivo




Me cansan los discursos modernos que comienzan por "uruguayos y uruguayas" (y no sólo porque semos en realidad orientales, no uruguayos) "niños y niñas", "doctores y doctoras", "ciudadanos y ciudadanas", etcétera, etcétera.

Parece que para hablar en forma políticamente correcta uno debe acudir continuamente al género de los interlocutores, pero ya resulta abusivo. Más que nada en los discursos políticos, ahora que ¡otra vez! estamos de elecciones, ahora buscando intendentes e intendentas, alcaldes y alcaldesas, ediles y edilas...

Resulta imposible escuchar un noticiero de tevé sin la marcación rigurosa del género, que ya mueve a risa. Y si no, que lo prueben las murgas, que también de ello se ocuparon este carnaval, parodiando los vocativos cansadores.

Me voy al terreno a dar trigo a las palomas (y palomos) y alpiste a los pájaros (y pájaras, aunque suene a conversación de una novela rotagonizada por Phillip Marlowe) y después reviso el bebedero de las gallinas (y gallos)

¡Cómo rompen con el género, che!


Recordé mientras escribía esto una anécdota muy cruel de la gran Margarita Xirgu cuando dirigía la EMAD. En medio de una lectura de texto que se hacía en la platea del teatro, pidió que se colocara cada uno sobre el escenario, para leer en situación de escena. Y lanzó la desgraciada frase con aquella voz enorme y castiza: "Actores: ¡al escenario! Y fulana (no digo el nombre por cariño, pero los actores que lean esta crónica sin duda sabrán a quién se refería la Xirgu) también... El hecho es que a Margarita le costaba ver a "Fulana" como actriz.

1 comentario:

gallega dijo...

aja,ja,ja, hermosa y sutil frase ja,ja, no lo sabia!