San Jorge y Ogun, el orixá afroamericano que es venerado en distintas prácticas afrorreligiosas, tienen poco que ver. Sin embargo, comparten festejos que en nuestro país tienen un fuerte arraigo. En esta nota, algunas de sus expresiones.

Conversando con Laura Rabinovich surgió la idea de hacer esta nota. En rigor de la verdad, San Jorge y Ogun no tienen nada que ver: Ogun nació en África, es el patrono de la ciudad de Iré, es el guerrero por excelencia, dueño del hierro y los metales, quien va adelante abriendo los caminos con su espada. San Jorge, un santo guerrero entre cuyas hazañas se cuenta haber matado a un dragón, a quien muchos fieles invocan para su protección. En una época de guerras, fue protector de los cruzados, de los templarios y de las Coronas de Aragón y de Portugal. Brasil heredó este culto de su madre patria, y en Río de Janeiro los umbandistas –descendientes de esclavos africanos- lo asimilaron a Ogun.

Cada 23 de abril, desde hace ya varios años también en Buenos Aires se festeja el día de Ogun. Miles de personas le rinden homenaje a través de distintas prácticas religiosas: van a la iglesia, a las fiestas de umbanda o de batuque. Es un festejo multitudinario que no sólo se realiza en la ciudad porteña sino que involucra a muchos puntos del país.

Una de las formas en que muchos argentinos saludan a Ogun es yendo a la iglesia. No es tan fácil, sin embargo, encontrar una iglesia de San Jorge. Como fue retirado del santoral católico en 1969, quizás por la improbabilidad de la existencia de alguien que haya luchado con un dragón, los fieles deben recurrir a una iglesia ortodoxa griega donde su veneración oficial aún se mantiene: la Catedral de San Jorge, sita en la avenida Scalabrini Ortiz y Lavalleja, a metros del ahora muy fashion barrio de Palermo.

El 23 de abril, dentro de la iglesia, cientos de velas se derriten frente a la imagen del santo “justiciero”: así lo nombró una señora que en ese momento ingresaba a la iglesia. Ese día la concurrencia a la iglesia excede en mucho a la de sus parroquianos habituales para recibir también a católicos y umbandistas. Como éstos no concurren con sus ropas blancas rituales, la influencia del sincretismo umbandista se nota principalmente en los numerosos puestos de artículos religiosos que se establecen en la vereda de la iglesia para vender imágenes, velas tricolor (verde, rojo y blanco, los colores de Ogun en la Umbanda) que imitan tijeras y espadas, objetos para la prosperidad y la abundancia, collares (guías) de Ogun, y muchas otras cosas.

Hay quienes prefieren otras formas de homenaje. El batuque, junto con la umbanda y la kimbanda, son las religiones afroamericanas de mayor arraigo en la sociedad argentina. No son las únicas, comparten el país con el candomblé bahiano y, últimamente, también con la regla de ocha (o santería) y el palo monte cubanos.

Como muchas otras casas religiosas, la del pai Alfredo de Ogun se vistió de fiesta para agasajar a Ogun con un batuque. El altar había sido adornado con esmero para la ocasión, con flores, comidas y objetos representativos de este orixá, de esencia luchadora y de paso firme, que sabe abrirse camino ante cualquier adversidad. Por eso, la gente va a agradecerle, y a pedirle seguridad, firmeza, trabajo o que “abra los caminos”. El Centro de Religión Africana Ogun-Iansá, ubicado en Floresta, estaba repleto de gente (casi 200 personas) Los hijos de santo bailaron por horas, muchos manifestaron sus orixás a través del transe y entregaron su “axé” (fuerza espiritual) a los presentes.

Al igual que el pai Alfredo, otros religiosos realizaron en la ciudad homenajes muy concurridos para Ogun, como es el caso del Templo de Iemanjá Bomi del pai Hugo de Iemanjá (batuque), o del Ile Asé Osun Doyo (candomblé), para citar sólo dos ejemplos más. A la tarde, la Agrupación Social, Cultural, Religiosa Africanista y Umbandista (ASRAU) festejó el día de Ogun con un encuentro en la Plaza del Congreso. Toques de tambor, rezos y bailes sorprendieron a quienes a esa hora se hallaban en la zona. A este evento que fue apoyado por el Inadi, también asistió mucha gente.

Aunque no declaremos al día feriado municipal como en Río, ni organicemos una fiesta multitudinaria en el Parque Ibirapuera como en Sao Paulo, sabemos ya que no hace falta ir a Brasil para saludar a Ogun.
Revista Digital Quilombo!

Ni esperar al 23 de abril, por cierto. Ògún, orisha yorubá principalísimo -pàtàkí òrìsà- abre caminos en cualquier día, hora o año en que se le invoque. En Bahia es sincretizado con san Antonio, el de Padua. Y en Haití, con san Tiago el apóstol guerrero, patrón de España.

Pero Ògún -el verdadero, no el de mentirijillas- sigue vistiéndose de mònriwo (las hojas de la palma aceitera desflecadas) y prefiriendo bañarse con la sangre de los sacrificios de cuyo cuchillo es dueño y numen aunque en su casa haya agua en abundancia...

Saludo a este orisha venerable e imprescindible ante quien me inclino con respeto y a sus hijos-descendientes, en especial a Altair Bento de Oliveira (RJ), a Armando Vallado (SP) a Alfredo Echegaray (AR), a Esmeralda -Chiquita- Campell (UY) y a Yeda Viana da Silva (PoA)

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