La libertad es negra

Ìyá Hilda de Jitolú
Atòtò, Olúwàiyé!

MÃE HILDA JITOLÚ Idade: 84 anos
Tempo de feitura: 65 anos
Filhos: seis
Filhos-de-santo: pouco mais de cem
Orixá: Omolu
Jitolú

Jítolú tó ló kun eron èniòn.
E ló, e ló e kun!

(Jitolú puede esculpir la carne de los seres.
Puede, puede, y lo hace)


El continente africano desde tiempos antiguos ha vivido en medio de riquezas naturales y e históricas, tales como el oro, el ébano, los diamantes, el marfil, el ágata, las pirámides, los jeroglíficos, los imperios, los reinos, los mercados. Gusta de llamarse a sí mismo el vientre fértil del mundo, porque en sus praderas ardientes vieron la luz de la inteligencia el primer hombre y la primera mujer que dejaron de ser antropoides. No obstante, estos tesoros y los dueños de estos tesoros, fueron esquilmados y esclavizados para el enriquecimiento de pueblos de otros continentes.

Las circunstancias de este despojo son hoy leyenda y al mismo tiempo dolor perpetuado. De entre los territorios americanos destinatarios del comercio de esclavos negros a partir del siglo XVI, el que hoy es Brasil fue campeón de la ignominia. Durante los varios siglos posteriores a la llegada forzada de los africanos sus descendientes cargaron con la cruz del desprecio de su color, sus culturas, dioses, comidas, historias, lenguas, músicas, olores. Se les esclavizó por parejo el cuerpo y el espíritu.

Hay en Brasil un barrio negro -da Liberdade- de una ciudad negra, -Salvador de Bahía- en el que se agolpan seiscientos mil afrodescendientes pobres, sin educación, sin trabajo, con hambre. Como muchos de sus antepasados desarraigados, estos bahianos mantuvieron el rescoldo de su cultura escondido debajo de formas europeas y blancas hegemónicas. Es el caso del candomblé, rito arcaico poblado de entidades misteriosas que fue trasladado con su carga etérea de deidades a una vida cotidiana presidida por matronas de blancas y largas faldas, sabias de una sabiduría ladina y llena de poder.

A comienzos de los años setenta del siglo pasado, una de ellas, nacida en 1923, Hilda Dias dos Santos, sacerdotisa del culto, acunó en su terreiro o lugar de rituales a una pléyade de muchachos que mostraban una conciencia nueva de reivindicación del orgullo negro. Iyalorixá Mae Hilda de Jitolu, el nombre solemne con el que se la conoce todavía hoy, fue erigiéndose como dirigente espiritual de esta tropa y poco a poco diseñó la línea filosófica de un movimiento llamado Asociación Ilê Aiyê, voz ioruba que significa Casa Grande.

La Asociación nació el primero de noviembre de 1974, un mes de especial recordación para los negros debido a una serie de fechas conmemorativas de sus luchas. Del vasto barrio, fue el área llamada Curuzú aquella donde prendió la primera llama que más adelante se expandiría con amplitud sorprendente por otros barrios, por la ciudad de Salvador, por el estado de Bahía, hasta repercutir en todo Brasil. Surgió inicialmente como un grupo de carnaval que buscaba integrar a los negros a esa gran fiesta de la que hasta el momento eran segregados.

Paulatinamente se agigantó hasta ser reconocida hoy como una institución de utilidad pública, orientada a preservar, valorizar y expandir la cultura afrobrasileña. Su campo de acción es una combinación de ritmos, coros, gestos, letras, poesía y habla. Sus integrantes cantan, cuentan, escriben y danzan la historia de África trasladada y viva en un Brasil esencialmente diverso que anhela la solidaridad entre los diferentes.

Sus fundadores comenzaron denunciando la inexistencia de una democracia racial en un país que a la sazón pasaba por una oscura etapa militar de represión y vigilancia dictatorial. No faltaron entonces las amenazas contra ellos, provenientes de las élites económicas y militares que sostenían una superioridad étnica eurocéntrica. Hoy en día, treinta años después, Ilê Aiyê cuenta con tres mil asociados que proclaman la identidad entre todos los negros que quieren ser negros, sin importar el país del mundo donde vivan, poniendo siempre en claro el carácter natural de su origen ancestral.

La actividad se sustenta en cuatro principios y valores fundamentales. El respeto por los más viejos, soporte de la ancestralidad africana; la solidaridad con las diversas luchas sociales que buscan borrar la idea del negro esclavo o sirviente; la valorización de la comunidad negra y de su historia; y el rescate y aprecio del patrimonio artístico, reconocido como la fuerza de la Asociación, ya que ésta es en esencia una agremiación carnavalesca que revela la historia africana en Brasil y el mundo a través de letras, ritmos, armonías y plasticidad.

Estos principios toman cuerpo en varios proyectos de carácter permanente de los cuales el primero tiene que ver con el origen lúdico de la agremiación, el grupo carnavalesco. No hay que creer que esta actividad se circunscribe a los pocos días de la festividad carnestoléndica. En efecto, el grupo es una iniciativa social que se anticipa al desfile por las calles de Salvador y que moviliza toda la imaginación, el estudio y el trabajo de la comunidad, hasta el punto de que llega a fortalecer la economía informal de los pobladores y a convertirse en una posibilidad de supervivencia.

En los ensayos precedentes al desfile sale a la luz la creatividad popular en terrenos como artesanía, música, danza, teatro, coreografía, confección de vestuario y demás elementos necesarios para la vistosidad de la parada. Cada año hay un tema de la historia de África y del pueblo negro en Brasil alrededor del cual gira todo el trabajo. En esta forma, a partir de 1975 se han desplegado las características y la trayectoria de países, etnias, luchas, tradiciones y personajes, tales como el mismo Ilê Aiyê, Watutsi, Alto-Volta, Congo-Zaire, Rwanda, Camerún, Zimbabwe, Malí-Dogons, Ghana-Ashanti, Angola, Daomé, Congo-Brazzaville, Nigeria, Senegal, Palmares, Costa de Marfil, Revuelta de los Búzios, Azânia, América Negra-El sueño africano, Una nación africana llamada Bahía, Organización de Resistencia Negra, La civilización Bantú, Perlas negras del saber, Guinea Conakry, La fuerza de las raíces africanas, Tierra de Quilombo, África, vientre fértil del mundo, la ruta de los tambores de Maranhao y Madre Hilda Jitolu: guardiana de la fe y tradición africanas.

La Band'Aiyê es la institución musical oficial de la Asociación. Cuenta con 150 artistas que se presentan en el país y el exterior, y que ha grabado varios discos compactos de un trabajo titulado Canto Negro. El frente de acción pedagógico es bien variado y extenso y se apoya en la edición de una serie de Cuadernos de Educación que sistematizan las producciones anuales del grupo de carnaval. De hecho, estos cuadernos extraordinariamente ilustrados con dibujos en blanco y negro del artista J. Cunha, son un despliegue literario de la cultura, historia, costumbres, cantos, luchas y organizaciones de los negros en África y en Brasil afrodescendiente.

La primera de tres escuelas de este proyecto pedagógico es la Escuela Madre Hilda, iniciada en 1988 con el propósito de alfabetizar a los niños y jóvenes del barrio da Liberdade, y de construir nuevos saberes siempre a partir del ethos africano. Su orientación promueve la autonomía de los individuos y rechaza las jerarquías que supongan lugares privilegiados para una etnia en detrimento de otras. Los niños allí educados son impulsados a ser sujetos activos y participantes en su propia historia.

La segunda es la Escuela de Música y Percusión Banda Erê, creada a finales de los ochenta y estructurada en torno de tres ejes. La educación preventiva integral, que suministra nociones críticas y orientaciones de comportamiento en lo referente a la sexualidad, el abuso de drogas, la higiene corporal y la alimentación. La etnicidad, que busca rescatar la historiografía afrobrasileña, afirmando los valores de la africanidad en la diáspora. Y la iniciación profesional, que presenta a los alumnos oportunidades de trabajo, no solo musical sino de otros órdenes.

La escuela cuenta con la Banda Erê, la Coral Erê y el Grupo Erê, orientados al desfile de carnaval de más de mil muchachos, que danzan, cantan y van vestidos a la usanza de la tradición afro, imbuidos de la autoestima de ser negros. En el día del niño, cada año se realiza el Festival Erê con participación de adolescentes de otros países, como una oportunidad de confraternización entre pares.

En 1997 se fundó la Escuela Profesionalizante, proyectada como una iniciativa para consolidar la autosostenibilidad de Ilê Aiyê. Imparte a jóvenes entre 17 y 21 años cursos de confección de zapatos, bolsos y accesorios de cuero y tejidos; de corte y costura; de entrenamiento industrial para el trabajo de costura; de confección de instrumentos musicales; de trenzado de cabello, maquillaje y estética negra; y de informática básica. Al lado de estas clases de orden práctico se brindan otras sobre ciudadanía, siempre problematizando los temas concernientes a los negros y al racismo.

Las actividades de la Asociación fueron hace poco centralizadas en una sede única, gracias a la construcción del Centro Cultural Senzala del Barrio Negro, dotado con auditorio, salón de eventos, biblioteca e infraestructura para desarrollar programas de educación continuada. La palabra 'senzala' significa lugar de encuentro de los negros, lugar de decisión, organización y cruce de saberes.

La asociación desarrolla también eventos públicos como la Noche de la Belleza Negra, en el que se cuestiona el modelo basado en el biotipo femenino europeo, se exaltan valores que trascienden lo físico y se muestran patrones de belleza diferente compuestos por tipos de cabello, de piel y de indumentarias propios de las negritudes. Durante la última semana de septiembre se celebra la Semana de la Madre Negra, en honor de la Madre Hilda de Jitolu. Incluye conferencias, exposiciones y espectáculos con el tema de la mujer negra.

Certámenes culturales similares tienen lugar en noviembre, mes en que se conmemoran importantes episodios de la lucha del pueblo negro, tales como la fundación de Ilê Aiyê, el primero; la independencia de Angola, el once; el Día Nacional de la Conciencia Negra, el veinte; y la Revuelta de Chibata, del líder negro Joao Candido, el veintidós. El objetivo central es derrotar la idea de que los negros son pasivos, desplegando las diversas formas de su resistencia.

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