Durante el día Martes 06/06/2006 gran parte de la civilización occidental se sumergió en una especie silencioso terror, tanto en forma consciente como inconsciente, por la posible llegada de un anticristo a la tierra, que no es más ni menos que la reencarnación de Satanás en un niño humano, como antes hizo Dios con su hijo Jesús.
Este miedo es una especie de psicosis colectiva que tiene más de 20 siglos de antigüedad y se debió a una intencionada interpretación literal del libro de la Biblia llamado Apocalipsis por personas que pretendían retener a las antiguas comunidades cristianas, implantándoles la creencia de una segura destrucción de sus almas si no se habían convertido al cristianismo en el momento en que cristo vuelva a La Tierra, ocasión que, por cierto, se desconoce pero siempre estaba a la vuelta de la esquina.
Esta especie de extorsión psicológica se sigue practicando en la actualidad, por personas inescrupulosas que bajo la figura de pseudo cristianos atormentan las mentes de personas de pocas luces para obtener sustanciosos dividendos.
Hace ya mucho tiempo que la palabra “Apocalipsis” se comenzó a utilizar como sinónimo de tormentas, catástrofes naturales, guerras, pestes y muchas otras formas terribles de muertes que anuncian el regreso a la tierra de un Dios encolerizado, “como ladrón en la noche[1]”, para recoger a los que creyeron en él y destruir al resto. Sin embargo, esta visión holywoodense está muy alejada de la realidad y evade totalmente el sentido original de la palabra.
Apocalipsis es un término de origen griego que significa “Revelación” y éste es el sentido original que quiso darle el apóstol Juan cuando lo escribió para toda la comunidad cristiana desde la isla griega de Patmos, luego de la muerte de Jesús. El apóstol quiso transmitir un mensaje de esperanza y la visión de cual sería el premio divino por vivir bajo los preceptos de Jesús, asumir su fe e, incluso, morir por ella.
En este libro se detalla un proceso que por medio de una serie de signos, indicios y acontecimientos anunciaría en un futuro indeterminado el juicio de Dios a la humanidad.
Dentro de esta serie de acontecimientos se detalla el surgimiento de una Bestia que matará a todo aquel no la adore e impondrá su marca en todos los humanos para que no pudiesen comprar ni vender si no llevasen esa marca en la mano derecha o en la frente[2]. Este signo es el 666 y solamente lo podrán detectar todos aquellos que tengan entendimiento y sabiduría[3]. Otro dato importante que nos brinda el Apocalipsis es el anuncio de la caída de una ciudad importante llamada Babilonia[4].
Lo cierto es que estos acontecimientos no son más que metáforas y anagramas que hacen alusión al emperador romano Nerón Cesar, más bien conocido como el Anticristo entre los cristianos de la época, y anunciando la inminente caída del Imperio Romano, gran adorador de la cultura babilónica, bajo la fe cristiana.
Para entender un poco más del tema hagamos una mirada al origen del número 666 y luego veamos cómo se vincula con el Apocalipsis:
Muchas personas han leído el famoso “666” en la Biblia o han oído hablar de él, pero pocos saben de dónde proviene y por qué se le menciona tan negativamente en el libro del Apocalipsis. Esto se debe al significado que tenía el número 6 en la comunidad cristiana del siglo I. Según ellos, para Dios el 6 destaca la imperfección pues no llega al 7, que representa lo completo, o perfecto. El 666 subraya la imperfección en sumo grado, ya que repite el 6 tres veces.
Ahora, el número 666 como tal tiene su origen de las prácticas religiosas de la ciudad de Babilonia en los tiempos del profeta Daniel (aprox. 620 A.C.) Los sacerdotes babilónicos promovieron la adoración de dioses que estaban asociados con el Sol, la Luna, los planetas visibles del Sistema Solar y ciertas estrellas relacionadas a la práctica de la astrología (los babilónicos fueron sus principales promotores) En su sistema de adoración contaban con 37 dioses supremos. Uno de ellos, el dios asociado con el Sol, tenía supremacía sobre todos los demás. Asimismo pensaban que de una u otra manera, los números tenían la capacidad de controlar a los dioses que adoraban; y por tal motivo, le asignaron uno a cada uno para tener poder sobre ellos. Al primer dios le asignaron el número 1, al segundo el número 2 y así sucesivamente hasta llegar al dios número 36. De esta manera el factorial[5] de 36 es igual a 666 que fue el número asignado al dios Sol.
Pero los babilónicos fueron aún más lejos. Ellos temían mucho a sus dioses y pensaban que alguno de ellos podría destruirlos en cualquier momento. Para evitar esta desgracia hicieron amuletos con una matriz de los números ordenada en un cuadro de 6x6, del 1 al 36. A este tipo de matriz se le conoce actualmente como "cuadros mágicos".
Este miedo es una especie de psicosis colectiva que tiene más de 20 siglos de antigüedad y se debió a una intencionada interpretación literal del libro de la Biblia llamado Apocalipsis por personas que pretendían retener a las antiguas comunidades cristianas, implantándoles la creencia de una segura destrucción de sus almas si no se habían convertido al cristianismo en el momento en que cristo vuelva a La Tierra, ocasión que, por cierto, se desconoce pero siempre estaba a la vuelta de la esquina.
Esta especie de extorsión psicológica se sigue practicando en la actualidad, por personas inescrupulosas que bajo la figura de pseudo cristianos atormentan las mentes de personas de pocas luces para obtener sustanciosos dividendos.
Hace ya mucho tiempo que la palabra “Apocalipsis” se comenzó a utilizar como sinónimo de tormentas, catástrofes naturales, guerras, pestes y muchas otras formas terribles de muertes que anuncian el regreso a la tierra de un Dios encolerizado, “como ladrón en la noche[1]”, para recoger a los que creyeron en él y destruir al resto. Sin embargo, esta visión holywoodense está muy alejada de la realidad y evade totalmente el sentido original de la palabra.
Apocalipsis es un término de origen griego que significa “Revelación” y éste es el sentido original que quiso darle el apóstol Juan cuando lo escribió para toda la comunidad cristiana desde la isla griega de Patmos, luego de la muerte de Jesús. El apóstol quiso transmitir un mensaje de esperanza y la visión de cual sería el premio divino por vivir bajo los preceptos de Jesús, asumir su fe e, incluso, morir por ella.
En este libro se detalla un proceso que por medio de una serie de signos, indicios y acontecimientos anunciaría en un futuro indeterminado el juicio de Dios a la humanidad.
Dentro de esta serie de acontecimientos se detalla el surgimiento de una Bestia que matará a todo aquel no la adore e impondrá su marca en todos los humanos para que no pudiesen comprar ni vender si no llevasen esa marca en la mano derecha o en la frente[2]. Este signo es el 666 y solamente lo podrán detectar todos aquellos que tengan entendimiento y sabiduría[3]. Otro dato importante que nos brinda el Apocalipsis es el anuncio de la caída de una ciudad importante llamada Babilonia[4].
Lo cierto es que estos acontecimientos no son más que metáforas y anagramas que hacen alusión al emperador romano Nerón Cesar, más bien conocido como el Anticristo entre los cristianos de la época, y anunciando la inminente caída del Imperio Romano, gran adorador de la cultura babilónica, bajo la fe cristiana.
Para entender un poco más del tema hagamos una mirada al origen del número 666 y luego veamos cómo se vincula con el Apocalipsis:
Muchas personas han leído el famoso “666” en la Biblia o han oído hablar de él, pero pocos saben de dónde proviene y por qué se le menciona tan negativamente en el libro del Apocalipsis. Esto se debe al significado que tenía el número 6 en la comunidad cristiana del siglo I. Según ellos, para Dios el 6 destaca la imperfección pues no llega al 7, que representa lo completo, o perfecto. El 666 subraya la imperfección en sumo grado, ya que repite el 6 tres veces.
Ahora, el número 666 como tal tiene su origen de las prácticas religiosas de la ciudad de Babilonia en los tiempos del profeta Daniel (aprox. 620 A.C.) Los sacerdotes babilónicos promovieron la adoración de dioses que estaban asociados con el Sol, la Luna, los planetas visibles del Sistema Solar y ciertas estrellas relacionadas a la práctica de la astrología (los babilónicos fueron sus principales promotores) En su sistema de adoración contaban con 37 dioses supremos. Uno de ellos, el dios asociado con el Sol, tenía supremacía sobre todos los demás. Asimismo pensaban que de una u otra manera, los números tenían la capacidad de controlar a los dioses que adoraban; y por tal motivo, le asignaron uno a cada uno para tener poder sobre ellos. Al primer dios le asignaron el número 1, al segundo el número 2 y así sucesivamente hasta llegar al dios número 36. De esta manera el factorial[5] de 36 es igual a 666 que fue el número asignado al dios Sol.
Pero los babilónicos fueron aún más lejos. Ellos temían mucho a sus dioses y pensaban que alguno de ellos podría destruirlos en cualquier momento. Para evitar esta desgracia hicieron amuletos con una matriz de los números ordenada en un cuadro de 6x6, del 1 al 36. A este tipo de matriz se le conoce actualmente como "cuadros mágicos".
06 32 03 34 35 01
07 11 27 28 08 30
19 14 16 15 23 24
18 20 22 21 17 13
25 29 10 09 26 12
36 05 33 04 02 31
Este amuleto está diseñado para cumplir un propósito mágico y, evidentemente, se pensaba que su uso les daba protección de forma tal que, para hacerlo tan poderoso como fuese posible, ordenaron los números de manera que al ser sumados por filas o columnas siempre totalizaban 111. Por lo tanto, la suma de todas las 6 columnas y las 6 filas sumaban 666. Esta fórmula suponía la mayor protección, pues incluía al dios principal asociado al Sol, presente en el amuleto.
La práctica de crear amuletos con esta matriz como parte de la astrología fue más allá de los tiempos de Jesús. Se han encontrado amuletos con inscripciones latinas y se sabe que los romanos practicaban esta creencia. Este culto continuó hasta cerca del año 133 después de Cristo, cuando el último rey del Imperio murió, dejando el poder a los romanos como última voluntad. Dada esta coyuntura, los sacerdotes que aún enseñaban la religión babilónica vieron la oportunidad de ir a Roma. Los romanos eran conocidos por adoptar las prácticas de otras culturas por lo que los sacerdotes babilónicos intuyeron que los romanos estarían muy dispuestos a aprender y seguir sus enseñanzas. De esta manera Roma se llenó de sus doctrinas, tanto que llegó a ser conocida como "La nueva Babilonia". De esta manera muchas de las referencias a Babilonia hechas en el Apocalipsis son realmente un "código" para referirse a la Roma imperial.
Eventualmente, cuando el cristianismo llegó a Roma, las prácticas y creencias del culto grecorromano fueron introducidas en él, renombrando a muchos de sus dioses paganos como "santos católicos", entre otras cosas. Por este motivo, no fue difícil para los romanos "convertirse" al cristianismo, aunque no se tratase de una conversión genuina.
Teniendo esto en cuenta, el Apóstol San Juan condenó esta mezcla de paganismo con cristianismo lanzando probablemente una de las advertencias más serias dadas en la Biblia, a saber, la condena de Babilonia a un destino horrendo de fuego y destrucción bajo la ira de Dios por haber adulterado y prostituido lo que fue la doctrina original de Jesús.
Con respecto al "Anticristo", el autor del Apocalipsis no hacía referencia a él en forma singular sino en plural, ya que San Juan llamó, de esta manera, a todos aquellos que no aceptaron la divinidad de Cristo.
Según estudios modernos el número escrito originalmente en el texto por Juan no fue el 666 sino el 616. Pero cuando el emperador Nerón incendió Roma les adjudicó la culpa a los nuevos cristianos, comenzando, de esta manera, la brutal persecución de las primeras comunidades cristianas. Por esta causa la referencia que hacía la Biblia al número 616 fue alterada por los nuevos cristianos para identificar metafóricamente a su mortal enemigo, ya que la trascripción numérica de la palabra Nerón Cesar a caracteres hebreos era el 666, dado que se consideró al emperador como el auténtico "demonio" azote del cristianismo, y "Anticristo" por excelencia.
El número 666 se refirió a la suma de las letras en hebreo que se requiere para escribir “Nerón César”.
La operación es la siguiente:
N R W N Q S R = Total
50 200 06 50 100 60 200 = 666
Puestas así las cosas, y desde una perspectiva exclusivamente rigurosa y pragmática, no hay un "Anticristo", un "Apocalipsis", ni un 666. Sin embargo esos símbolos fueron utilizados por cristianos y anticristianos a lo largo de toda la historia y como tales encierran en sí mismo un poder: el poder de los sentimientos y reacciones inconscientes que generan en la mente humana. Ahora dependerá de las autoridades religiosas como utilicen ese poder y de nosotros también al permitir que dichos símbolos influyan en nuestras creencias.
De manera que si hay tormenta y es un día 666, mientras a lo lejos escucha los truenos, recuerde que también estamos en invierno, y eso es normal de esta época. Además, no es la primera vez que circulan los rumores acerca del fin del mundo como una forma de algunos sectores para generar incertidumbre y temor. Cada vez que se ha cambiado de siglo en la historia se registran estos miedos; al igual que en el pasado cuando había eclipses u otros fenómenos de la naturaleza, para los cuales no existía una explicación.
Federico Prieto
Contador Público UNLZ
alephede@gmail.com
[1] Apocalipsis 16.15
[2] Apocalipsis 13.17
[3] Apocalipsis 13.18
[4] Apocalipsis 18.2
[5] (1+2+3+4+5+6+7+8+9+10+11+12+13+14+15+16+17+18+19+20+
21+22+23+24+25+26+27+28+29+30+31+32+33+34+35+36 = 666)
No hay comentarios:
Publicar un comentario