"Perchè tutti siamo in pericolo"

Dado que lo que se lleva ahora es el pánico colectivo y la paranoia opresiva (no sabes quién puede ponerte una bomba), me apunto a este clima de alarma para ser uno más en el bulto. Debemos tener miedo, cierto, pero no por lo que dicen ellos. Tener miedo...ecco perché:


Pier Paolo Pasolini (Bologna 1922-Ostia 1975) fue probablemente el gran pensador italiano del siglo XX. Filósofo, poeta, director de cine y de teatro, novelista, ensayista, periodista, ideólogo... Se explayó en todos los campos. E iluminó.


Sin embargo se intenta que lo recordemos de otra manera. Algo así como un gran intelectual y un provocador, un artista interesante y excéntrico que frecuentaba jóvenes prostitutos, circunstancia esta que le llevó a ser asesinado en un macabro incidente. A cambio se nos ofrecen, bien precocinados, otros intelectuales "buenos para leer" como Bobbio y Umberto Eco. La última entrevista realizada a Pasolini nos muestra a un periodista que lo describe como a un rebelde que ha abierto una lucha en solitario contra todo aquello que odia. Pero por muy rebelde que sea, también Pasolini depende del sistema al que critica: está dentro de él y usa las editoriales, el cine, las organizaciones... Así que el periodista le pincha:


"Imaginemos que el tuyo sea un pensamiento mágico. Imaginemos que pudieses hacer un gesto y entonces todo lo que detestas desaparece. ¿Y tú? ¿Qué sería de ti? ¿No te quedarías solo y sin medios expresivos?"


Es decir, por mucho que grites y por muchos putos que frecuentes no eres más que otra pieza de la máquina... Pasolini, sobrio como siempre, responde:

"Sí, te entiendo. Pero yo no solo intento eso del pensamiento mágico, sino que también lo creo. Porque sé que golpeando siempre sobre el mismo clavo incluso una casa puede derrumbarse. El ejemplo nos lo da la historia. El rechazo siempre ha sido un gesto esencial. Los santos, los eremitas; pero también los intelectuales. Los pocos que han hecho la historia son aquellos que han dicho "no". Para funcionar, el rechazo tiene que ser grande y no pequeño; total, y no sobre este o aquel punto; absurdo, y no de sentido común. Eichmann (nazi al mando de las deportaciones a campos de concentración; escapa a Argentina después de la guerra pero será secuestrado por el Mossad en 1960, juzgado y ahorcado), el tan conocido Eichmann, tenía mucho sentido común. ¿Qué es lo que le faltó?. Le faltó el decir "no", al principio, cuando todavía se dedicaba a meras rutinas administrativas, a la burocracia. Quizás haya dicho algo a sus amigos como "a mí ese Himmler no me es simpático". Habrá murmurado como se murmura en las editoriales, en los periódicos, en el gobierno y en la televisión. O incluso se habrá rebelado y habrá llegado a exigir que los trenes de la muerte hiciesen dos paradas al día en lugar de una para abastecerse de pan y para dejar que los deportados hiciesen sus necesidades. Pero no ha boicoteado la máquina, el poder que es un sistema educativo que nos divide en subyugados y subyugadores. Pero atención. Es el mismo sistema educativo el que nos forma a todos, desde las clases dirigentes hasta los pobres. Por eso todos quieren las mismas cosas o se comportan de la misma manera. Si tengo entre las manos un consejo de administración o una operación bursátil, usaré eso. Si no, uso una porra. Y cuando uso una porra ejerzo mi violencia para obtener lo que quiero. ¿Por qué lo quiero? Porque me han dicho que quererlo es una virtud. Ejerzo mi derecho-virtud. Soy asesino y soy bueno".


El periodista insiste. Sabe que Pasolini se ha ido por las ramas. Quiere una respuesta. Si todo el sistema al que Pasolini critica desapareciese o fuese destruido, Pasolini no podría seguir siendo Pasolini. ¿Qué le quedaría entonces? ¿Qué podría hacer con su vida? Y Pasolini, una vez más, responde:


"A mí me queda todo, es decir, yo mismo, estar vivo, estar en el mundo, ver, trabajar, entender. Hay cien maneras de contar historias, de escuchar las lenguas, de reproducir los dialectos, de hacer un teatro de marionetas. A los demás les queda mucho más. El mundo se hace grande, todo se hace nuestro y no tenemos que usar ni la Bolsa, ni el consejo de administración, ni la porra para devorarnos".


Cuando preguntaron a Pasolini cómo quería titular la entrevista, respondió:

"La idea es que uno ni siquiera sabe quién está planeando su asesinato. Si quieres puedes titularlo: "Porque todos estamos en peligro".

Eran las 6 de la tarde del día de todos los santos de 1975. Esa misma noche Pasolini será asesinado. En el Corriere Della Sera se publican los detalles de la autopsia:


"Cuando encontraron su cuerpo, Pasolini yacía boca abajo con un brazo ensangrentado y el otro escondido bajo el cuerpo. Su pelo, lleno de sangre, cubría su frente desgarrada. Su cara, deformada por la hinchazón, estaba negra de tantos moratones y heridas; negros y rojos de sangre también sus brazos y manos. Los dedos de la mano izquierda estaban fracturados y cortados; la mandíbula izquierda, fracturada; la nariz, aplanada y desviada a la derecha; las orejas, cortadas por la mitad, y la derecha, arrancada. Tenía heridas en los hombros, en el tórax, en la espalda, con las huellas de los neumáticos de su propio coche que le había atropellado. Tenía un terrible desgarro entre el cuello y la nuca; diez costillas fracturadas, igual que el esternón; el hígado desgarrado en dos puntos y el corazón, estallado”.



El cadaver de Pasolini



El único detenido será un tal Pelosi, aparentemente un "ragazzo di vita" que dice haberse encontrado con Pasolini en los alrededores de la estación de Termini. Pasolini le habría invitado a cenar en una trattoria y luego le habría llevado en coche a los muelles de Ostia. Después le habría hecho una serie de propuestas sexuales y él las habría rechazado, teniendo lugar entonces una pelea entre ambos y la huída de Pelosi con el coche de Pasolini, dejando a éste tirado en el solar donde tuvieron lugar los hechos. Será allí, en una "borgata" como la de "Accatone" donde encontrarán su cadaver al amanecer. Posteriores datos e investigaciones revelan oscuras conexiones detrás del asesinato de Pasolini, un símbolo cultural y muy político en los 70 italianos, a los que ellos se refieren como sus "anni di piombo" (años de plomo, de las balas) El sadismo del homicidio hace increíble la versión de Pelosi. Se habla de misteriosos motoristas. Se dice que Pelosi sabe más de lo que dice. Se habla de la extrema derecha fascista, el llamado terrorismo negro. Se sabe que alguien tuvo que dar las órdenes, porque se sabe desde siempre que los fascistas han sido instrumento de poderosos. Se sabe, pero se mira hacia otro lado. Como se miró hacia otro lado cuando 26.000 camisas negras entraron en Roma y sembraron el terror usando la porra. Al día siguiente el rey encargó formar gobierno a Mussolini, que apenas había conseguido 35 escaños -de un total de 500- en las últimas elecciones. Se mira hacia otro lado. No hacen falta teorías sobre conspiraciones mundiales ni galácticas para entender todo esto. No hace falta ni un Garganta Profunda ni la autopsia de un alien. Los hechos son claros y nítidos pero engañosos, como un espejo que nos mira insistentemente.

Pier-Paolo Pasolini fue un emblemático escritor, periodista y realizador cinematográfico. Estudió en la Universidad de Bologna e influenciado por Gramsci intentó sistematizar el hermetismo con el marxismo. De personalidad compleja y provocativa, en su faceta de escritor y guionista fue crítico, narrador y poeta que intentó revalorizar lo popular como vehículo de expresión de la realidad. Son notables sus ensayos sobre poesía, sus libros de poemas y algunas de sus novelas como Ragazzi di vita (Los muchachos de la calle, 1955) Una vida violenta (1959) Mujeres de Roma (1960) así como los dramas Orgia (1969) y Calderón (1973)
En 1961 inició su carrera cinematográfica en la defendió el dialecto y las expresiones del habla popular. Accatone (1961) Mamma Roma (1962) El evangelio según san Mateo (1964) Pajaritos y Pajarracos -para mi modesta opinión la mejor de sus obras dramáticas, con el plus de Totò acompañando al infaltable actor/fetiche Ninetto Davoli- (1966) Teorema (1970) El chiquero (1971) son algunas de sus obras más profundas. Luego la emprendió con una trilogía sobre narraciones clásicas que comenzó por una selección del Decameron de Bocaccio, Las mil noches y una noche y Los cuentos de Canterbury para desembocar en la que sería su obra final -Medea, 1974- protagonizada por la soprano Maria Callas en un papel totalmente hablado.

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