El Centro de Biotecnología de la Amazonía (CBA) en la ciudad de Manaus, capital del estado de Amazonas, encabeza esta pesquisa, e intenta consolidarse como una referencia mundial en la investigación de especies de valor comercial.
Muchos científicos y ecologistas están convencidos de que la selva amazónica que comparten Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Guayana, Surinam y la Guayana Francesa tiene sus años contados, arrasada a un ritmo vertiginoso por motosierras y tractores, sin que llegue a ser bien estudiada.
Varias instituciones brasileñas intentan hacer un registro de esta biodiversidad y se guían para ello por el conocimiento tradicional legado por tribus indígenas o por comunidades criollas que han crecido a las márgenes del laberinto de ríos de la región amazónica.
Bajo el microscopio están hoy aceites esenciales y vegetales, emolientes que sirven de base para cremas y jabones además de los misterios de alimentos como el açaí, fruto de una palma cuya pulpa se ha popularizado en todo Brasil como bebida energética y rica en antioxidantes.
El CBA busca además acuerdos con organismos similares de países miembros del Tratado de Cooperación Amazónica (TCA), lo que incluye intercambio de información sobre ecosistemas y especies comunes.
Muchos científicos y ecologistas están convencidos de que la selva amazónica que comparten Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Guayana, Surinam y la Guayana Francesa tiene sus años contados, arrasada a un ritmo vertiginoso por motosierras y tractores, sin que llegue a ser bien estudiada.
Varias instituciones brasileñas intentan hacer un registro de esta biodiversidad y se guían para ello por el conocimiento tradicional legado por tribus indígenas o por comunidades criollas que han crecido a las márgenes del laberinto de ríos de la región amazónica.
Bajo el microscopio están hoy aceites esenciales y vegetales, emolientes que sirven de base para cremas y jabones además de los misterios de alimentos como el açaí, fruto de una palma cuya pulpa se ha popularizado en todo Brasil como bebida energética y rica en antioxidantes.
El CBA busca además acuerdos con organismos similares de países miembros del Tratado de Cooperación Amazónica (TCA), lo que incluye intercambio de información sobre ecosistemas y especies comunes.
El Centro se concentra en la producción de "tecnología orientada a la innovación", para agregar valor a productos de la región, explica su coordinador general Imar César de Araújo. Para promover negocios en ese campo, la Zona Franca de Manaus ofrece incentivos fiscales para las empresas que desarrollen cosméticos con productos de la Amazonía, explicó Araújo. La semana pasada, durante la IV Feria Internacional de la Amazonía, algunas iniciativas sustentables en este camino lograron cristalizar negocios con inversores extranjeros.
"Una cosa que tiene que ser hecha para evitar esa destrucción (de la selva) es agregar valor a esos productos" para aumentar su rentabilidad, señaló a Efe José Augusto Cabral, coordinador del área de Productos Naturales del CBA.
Esencia orgánica de guaraná, bombones de chocolate rellenos de frutas amazónicas, una bebida energética a partir de frutos de la palmera de açaí y de raíz de miranta, miel de la selva y esencias de licores estuvieron entre 22 productos presentados en la rueda de negocios.
Para Araújo la biodiversidad amazónica es tan grande e incalculable que "harían falta cien o tal vez doscientos años" para conocerla o aproximarse a ella. Sin embargo, buena parte de lo que se ha descubierto hasta hoy en la Amazonía ha sido "por casualidad", en opinión de un especialista. Entre las líneas de investigación están remedios naturales para la salud animal, un área muy prometedora porque los plazos para obtener un medicamento autorizado son mucho menores que los necesarios para los destinados al uso humano. También se investigan los microorganismos como hongos, levaduras y bacterias que habitan esos ecosistemas o están asociados a las plantas de la región. Nadie sabe bien si los efectos de algunas plantas se deben a ellas mismas o a sus microorganismos, explicó Araújo.
Según especialistas, de cada 10.000 colectas de material se descubre una sustancia de interés comercial, pero uno de los grandes problemas de este trabajo está en la burocrática legislación brasileña, que establece múltiples requisitos y trámites para permitir la recolección y estudios de especies silvestres. Para esta vasta tarea el CBA cuenta con 24 laboratorios de investigación y desarrollo en farmacología y toxicología, una central de producción de extractos y una unidad de experimentos con animales y plantas, además de una de procesamiento industrial.
El Centro no ha sido terminado todavía y sólo en 2009 estará al cien por ciento de su ritmo de trabajo. Entre sus experimentos más avanzados se cuentan el estudio de dos plantas amazónicas para producir repelentes y tres insecticidas naturales no tóxicos, además de un proyecto con la palma de dendé para mejorar su calidad como materia prima para la fabricación de biodiesel.
"Una cosa que tiene que ser hecha para evitar esa destrucción (de la selva) es agregar valor a esos productos" para aumentar su rentabilidad, señaló a Efe José Augusto Cabral, coordinador del área de Productos Naturales del CBA.
Esencia orgánica de guaraná, bombones de chocolate rellenos de frutas amazónicas, una bebida energética a partir de frutos de la palmera de açaí y de raíz de miranta, miel de la selva y esencias de licores estuvieron entre 22 productos presentados en la rueda de negocios.
Para Araújo la biodiversidad amazónica es tan grande e incalculable que "harían falta cien o tal vez doscientos años" para conocerla o aproximarse a ella. Sin embargo, buena parte de lo que se ha descubierto hasta hoy en la Amazonía ha sido "por casualidad", en opinión de un especialista. Entre las líneas de investigación están remedios naturales para la salud animal, un área muy prometedora porque los plazos para obtener un medicamento autorizado son mucho menores que los necesarios para los destinados al uso humano. También se investigan los microorganismos como hongos, levaduras y bacterias que habitan esos ecosistemas o están asociados a las plantas de la región. Nadie sabe bien si los efectos de algunas plantas se deben a ellas mismas o a sus microorganismos, explicó Araújo.
Según especialistas, de cada 10.000 colectas de material se descubre una sustancia de interés comercial, pero uno de los grandes problemas de este trabajo está en la burocrática legislación brasileña, que establece múltiples requisitos y trámites para permitir la recolección y estudios de especies silvestres. Para esta vasta tarea el CBA cuenta con 24 laboratorios de investigación y desarrollo en farmacología y toxicología, una central de producción de extractos y una unidad de experimentos con animales y plantas, además de una de procesamiento industrial.
El Centro no ha sido terminado todavía y sólo en 2009 estará al cien por ciento de su ritmo de trabajo. Entre sus experimentos más avanzados se cuentan el estudio de dos plantas amazónicas para producir repelentes y tres insecticidas naturales no tóxicos, además de un proyecto con la palma de dendé para mejorar su calidad como materia prima para la fabricación de biodiesel.
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