Este fin de semana tuvo lugar en la Asociación Omi O Bàbá un seminario/taller sobre el batuque, sus tradiciones y cultura. Tuve el enorme privilegio de compartir junto a la dueña de casa -Ìyá Peggie, 'Fáwunmi - y el bàbá José de Xapana, ogan y continuador espiritual del ashe del finado sacerdote portoalegrense Luíz Antônio da Silva de Bàrà, una mesa de trabajo cuyo único fin consistió en tender puentes entre todos los linajes y naciones batuqueras presentes en Argentina.
El programa consta de ocho módulos donde se pueda abarcar las diferentes temáticas sobre esta modalidad religiosa afrobrasileña desde una visión integradora del proceso religioso haciendo más hincapié en las similitudes -esos usos y costumbres que mantenemos en común- que en las diferencias a las que hemos buscado minimizar del mismo modo que se observa en la práctica.
En este primer módulo se ha roto el hielo -que es el caballito de batalla de los separadores- y ya nos hemos atrevido a plantear cuestiones que se acercan un tanto al límite de la heterodoxia con la convicción de que todo proceso religioso necesita no sólo autoafirmarse sino, para poder hacerlo, efectuar la correspondiente autocrítica. Lo más relevante de este encuentro fraterno -al menos para mí- fue el testimonio emocionado y emocionante de bàbá Alfredo Echegaray de Ògún respecto a cuestiones de perspectiva ritual poco difundidas o cuidadosamente ocultas rayanas a la posibilidad de una farisea acusación de herejía. La valiente exposición de este referencial del batuque porteño (que además me honra con su amistad y consideración) valió, por sí sola, el éxito de este primer y tímido módulo de trabajo.
Tenemos la convicción que el segundo capítulo que se desarrollará en el mes de mayo y en el mismo ilé tendrá una asistencia mucho mayor y podrá abordar estos y otros tópicos cortando más profundamente la gruesa capa de desconocimiento, maniqueísmo e hipocresía que recubre el pensamiento de una gran parte del pueblo-de-santo rioplatense, ese que elige la crítica despiadada a las diferencias antes que el ahondamiento de los postulados teológicos que constituyen su creencia. Me inclino respetuosamente ante bàbá Alfredo Echegaray, un valiente.
A los miembros de Omi O Bàbá debo agradecer todas las atenciones hacia mi persona recibidas, así como a la asistencia al evento cuyo afecto y consideración me permitieron certificar que soy en la República Argentina un argentino más y -cosa extraña en este mundo cruel- bastante querido o respetado por sus conceptos.
El programa consta de ocho módulos donde se pueda abarcar las diferentes temáticas sobre esta modalidad religiosa afrobrasileña desde una visión integradora del proceso religioso haciendo más hincapié en las similitudes -esos usos y costumbres que mantenemos en común- que en las diferencias a las que hemos buscado minimizar del mismo modo que se observa en la práctica.
En este primer módulo se ha roto el hielo -que es el caballito de batalla de los separadores- y ya nos hemos atrevido a plantear cuestiones que se acercan un tanto al límite de la heterodoxia con la convicción de que todo proceso religioso necesita no sólo autoafirmarse sino, para poder hacerlo, efectuar la correspondiente autocrítica. Lo más relevante de este encuentro fraterno -al menos para mí- fue el testimonio emocionado y emocionante de bàbá Alfredo Echegaray de Ògún respecto a cuestiones de perspectiva ritual poco difundidas o cuidadosamente ocultas rayanas a la posibilidad de una farisea acusación de herejía. La valiente exposición de este referencial del batuque porteño (que además me honra con su amistad y consideración) valió, por sí sola, el éxito de este primer y tímido módulo de trabajo.
Tenemos la convicción que el segundo capítulo que se desarrollará en el mes de mayo y en el mismo ilé tendrá una asistencia mucho mayor y podrá abordar estos y otros tópicos cortando más profundamente la gruesa capa de desconocimiento, maniqueísmo e hipocresía que recubre el pensamiento de una gran parte del pueblo-de-santo rioplatense, ese que elige la crítica despiadada a las diferencias antes que el ahondamiento de los postulados teológicos que constituyen su creencia. Me inclino respetuosamente ante bàbá Alfredo Echegaray, un valiente.
A los miembros de Omi O Bàbá debo agradecer todas las atenciones hacia mi persona recibidas, así como a la asistencia al evento cuyo afecto y consideración me permitieron certificar que soy en la República Argentina un argentino más y -cosa extraña en este mundo cruel- bastante querido o respetado por sus conceptos.
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