Análisis frigeriano

Estoy muy orgulloso de haber colaborado en este proyecto que realmente fue el que más me entusiasmó en los últimos meses. Me parece sumamente importante la conjunción de religión, arte y antropología que se da en esta obra –una combinación infrecuente, al menos por estos lares.
Me pone muy contento también que a esta religión, que en Argentina tiene muy mala imagen y aparece casi siempre injustamente en las páginas policiales, se le brinde el lugar cultural que merece, como fuente de experiencias no sólo religiosas sino también artísticas. Esta es una religión que hace más de tres décadas practican miles y miles de argentinos (algo que por algún motivo parece siempre olvidarse) sobre todo en el gran Buenos Aires pero también en las principales ciudades del interior. También hay que considerar que hace unos veinte años comenzó en la ciudad (en este mismo centro) un importante movimiento cultural secular (de danza y percusión) también basado en los orixás que muestra el atractivo y la relevancia de esta cosmovisión y de sus símbolos religiosos, aún para gente que no la practica.

Performance de Guillermo Zabaleta en la presentación del libro en el CC Rojas - 08.04.08

Este tipo de emprendimientos y de eventos nos llevan un paso más cerca para considerar a las creencias afroamericanas como parte del patrimonio cultural de la humanidad, accesible a todos los que se acerquen con respeto y se tomen el tiempo de aprenderlo adecuadamente. De la misma manera que otras tradiciones culturales como las orientales, por ejemplo, que ya han sido legitimadas socialmente.

El libro que presentamos hoy pone en relieve no sólo uno de los simbolos religiosos de origen africano mas complejos e interesantes (de hecho es uno de los más interesantes, aún considerando todas las tradiciones religiosas) sino que también rescata la variante religiosa afroamericana que más se desarrolló en Brasil y el Rio de la Plata en la última década: la kimbanda. Variante religiosa con una mala imagen fuera de la religión, pero que es una fuente de fortaleza y socorro espiritual para sus practicantes. Esta variante religiosa tiene mala imagen sobre todo por esa iconografía diabólica que también aparece en el libro, pero cuyo verdadero significado es develado en los textos que acompañanan a las fotos, ya sean los de cuño más antropológico como los textos más vivenciales escritos por los país de santo. Esa fue la idea cuando les pedimos textos, que se focalizaran no tanto en lo teológico que ya iba a aparecer en los otros escritos sino en su propia experiencia, cómo era eso de tener/incorporar un Exú. Quiero remarcar el respeto con que Juan y Daniel se acercan siempre al universo religioso de los sectores populares (no tan populares en el caso de la Umbanda/Africanismo), como una fuente legítima de experiencias y conceptos estéticos. También el que mostró el fotógrafo, Guillermo Srodek-Hart, al fotografiar los altares y ceremonias. Uno a veces tiene miedo con los fotógrafos porque en ocasiones ponen el obtener una buena foto encima de otras consideraciones, pero no fue éste, creo, el caso. Me encantó, cuando volvíamos de una de las ceremonias de kimbanda -la primera que él había visto- los comentarios apreciativos y bien perspicaces que hizo sobre lo que vio; de haber tenido un grabador hubiera sido un buen añadido a los escritos.

Guillermo Zabaleta en el CC Rojas - 08.04.08

Para terminar, quiero decir algo sobre la experiencia religiosa y artística y su relación en las religiones afroamericanas, al menos como yo lo he observado en los veinte años que acompaño la vida religiosa de algunos templos. Pensemos primero que para gran parte de la gente del conurbano bonaerense que generalmente no va a museos ni asiste a galerías de arte, su manera principal de crear y apreciar arte es a través de la religión. A través de la construcción y también de la apreciación de los altares del catolicismo popular (que tan bien retratan y recrean los cuadros de Daniel Barreto) o de las religiones afrobrasileras (que me atrevo a decir que son una de las formas más complejas en las cuales se expresan las estéticas populares conurbanas, porque involucran tanto danza como música y canto a su performance unificada, y además esas instalaciones portentosas que son los altares). O a través de la apreciación musical y de la oratoria, para el caso de los pentecostales.Todo lo que se hace en las religiones afrobrasileras, afroamericanas, de origen africano, está atravesado por preocupaciones estéticas. Son religiones ritualísticas, en las cuales el manejo correcto de la performance ritual es más importante que la teología (aunque ésta está ganando su lugar también en los movimientos de reafricanización cada vez más fuertes). Esta competencia performativa (entendida como idoneidad, pero también como competitividad) es vital para demostrar, a propios y ajenos el conocimiento religioso que se posee. Además, todo está hecho para agradar a los seres espirituales y para ello la estética de todo lo que se hace es fundamental. Tanto de las ofrendas que se preparan y luego se dejan frente a los altares, como las ropas que visten los médiums y sobre todo después los espíritus; el decorado de los salones donde se hacen las ceremonias; los altares de umbanda y el cuarto santo de orixás, el cuarto de Exús, etc.. El toque de los tambores, las voces que cantan, todo tiene que ser bello para agradar a los orixás y a las entidades espirituales.
Performance de Guillermo Zabaleta en la presentación del libro en el CC Rojas - 08.04.08

Por lo tanto lo bueno, lo bello y lo correcto ritualmente están fuertemente entrelazados.
Es correcto y necesario para que haya comunicación entre el mundo natural y el sobrenatural (que en realidad están interconectados) para que los orixás obtengan el axé que proviene de las ofrendas que realizan los devotos, la fuerza espiritual que permite que éstos ayuden a los humanos y que se mantenga la vida en este mundo, en el aiyé. Es bueno porque permite que los humanos realicen el camino espiritual que les trazó su orí, su cabeza espiritual, su destino en esta tierra. Y si es correcto y bueno debe también ser bello. Las nociones de bien y de belleza, la estética y la ética, están fuertemente interrelacionadas. Me arriesgaría a decir que una funda a la otra, no habría ética sin estética.

Si los artistas tienen siempre sobre su obra la mirada evaluativa de su público, de sus colegas y de los críticos, los afroumbandistas tienen críticos todavía más exigentes: sus colegas de otros templos que continuamente los visitan están siempre evaluando qué tan bien y qué tan lindo se hace todo, pero además y sobre todo tienen críticos sobrenaturales que son los orixás y las entidades de umbanda y kimbanda que tienen que estar satisfechos con lo que se les ofrenda.


Es tan fuerte la presión estética que aún quienes saben poco de religión saben que todo lo que se hace y ofrenda debe ser lo más bello posible. Para quien no sabe nada de religión, que al menos sepa que si encuentra una ofrenda hecha descuidadamente la persona que lo hizo es un ignorante en temas de esta religión. Son nociones de belleza que tienen un basamento tradicional pero que van cambiando todos los días en la medida en que los creyentes van añadiendo cosas, haciendo interpretaciones propias de qué elementos son apropiados para cada orixá africano o cada entidad espiritual de la umbanda y /o la kimbanda. Es una tradición viva, en perpetuo cambio, especialmente en una variable de desarrollo reciente como la kimbanda. Una tradición tan viva que puede dar origen a un libro como este que presentamos hoy.

Alejandro Frigerio

Performance de Guillermo Zabaleta en la presentación del libro en el CC Rojas - 08.04.08

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