Traducción de Teodoro Baró.
En tiempo del rey que rabió, vivía en una aldea una niña, la más linda de las aldeanas, tanto que loca de gozo estaba su madre y más aún su abuela, quien le había hecho una caperuza roja; y tan bien le estaba que por "caperucita roja" conocíanla todos. Un día su madre hizo tortas y le dijo:
-Irás á casa de la abuela a informarte de su salud, pues me han dicho que está enferma. Llévale una torta y este tarrito lleno de manteca. Caperucita roja salió enseguida en dirección a la casa de su abuela, que vivía en otra aldea. Al pasar por un bosque encontró al compadre lobo que tuvo ganas de comérsela, pero a ello no se atrevió porque había algunos leñadores cerca. Preguntóle a dónde iba, y la pobre niña, que no sabía fuese peligroso detenerse para dar oídos al lobo, le dijo:
-Voy a ver a mi abuela y a llevarle esta torta con un tarrito de manteca que le envía mi madre. -¿Vive muy lejos? -Preguntóel lobo.
-Sí, -contestóle Caperucita roja- luego de la otra parte del molino que veis ahí; en la primera casa de la aldea.
-Pues entonces -añadió el lobo- yo también quiero visitarla. Iré a su casa por este camino y tú por aquel, a ver cuál de los dos llega antes.
El lobo echó a correr tanto como pudo tomando el camino más corto, y la niña fuese por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr detrás de las mariposas y en hacer ramilletes con las florecillas que hallaba a su paso.
Poco tardó el lobo en llegar a la casa de la abuela. Llamó: ¡pam! ¡pam! ¡pam!
-¿Quién va? -preguntó desde adentro la anciana, sin abrir para ver.
-Soy vuestra nieta, Caperucita roja -dijo el lobo imitando la voz de la niña- Os traigo una torta y un tarrito de manteca que mi madre os envía.
La buena de la abuela, desde la cama porque se sentía indispuesta, contestó gritando:
-Tira del cordel, encanto, que se abrirá el cancel.
Así lo hizo el lobo y la puerta se abrió. Arrojóse encima de la vieja y la devoró en un abrir y cerrar de ojos, pues hacía más de tres días que no había comido. Luego cerró la puerta y fue a acostarse en la cama de la abuela, esperando a Caperucita roja, la que algún tiempo después llamó a la puerta: ¡pam! ¡pam! ¡pam!
-¿Quién va?
Caperucita roja, que oyó la ronca voz del lobo, tuvo miedo al principio, pero como su abuela estaba malita, contestó:
-Soy yo, vuestra nieta, Caperucita roja, que os trae una torta y un tarrito de manteca que os envía mi madre.
El lobo gritó procurando endulzar la voz:
-Tira del cordel, preciosa, y se abrirá el cancel...
Caperucita roja tiró del cordel y la puerta se abrió. Al verla entrar, el lobo le dijo, ocultándose debajo de la manta:
-Deja la torta y el tarrito de manteca encima de la artesa, tesoro, y vente a acostar conmigo.
Caperucita roja lo hizo: se desnudó y se metió en la cama. Grande fue su sorpresa al ver el aspecto de su abuela sin vestidos, y le dijo:
-Abuelita, tenéis los brazos muy largos...
-Así te abrazaré mejor, hija mía.
-Abuelita, tenéis las piernas muy largas...
-Así correré más, hija mía.
-Abuelita, tenéis las orejas muy grandes...
-Así te oiré mejor, hija mía.
-Abuelita, tenéis los ojos muy grandes...
-Así te veré mejor, hija mía.
Abuelita, tenéis los dientes muy grandes...
-¡Pues así comeré mejor, hija mía!
Y al decir estas palabras, el malvado arrojóse sobre Caperucita roja y se la comió.
-Pues entonces -añadió el lobo- yo también quiero visitarla. Iré a su casa por este camino y tú por aquel, a ver cuál de los dos llega antes.
El lobo echó a correr tanto como pudo tomando el camino más corto, y la niña fuese por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr detrás de las mariposas y en hacer ramilletes con las florecillas que hallaba a su paso.
Poco tardó el lobo en llegar a la casa de la abuela. Llamó: ¡pam! ¡pam! ¡pam!
-¿Quién va? -preguntó desde adentro la anciana, sin abrir para ver.
-Soy vuestra nieta, Caperucita roja -dijo el lobo imitando la voz de la niña- Os traigo una torta y un tarrito de manteca que mi madre os envía.
La buena de la abuela, desde la cama porque se sentía indispuesta, contestó gritando:
-Tira del cordel, encanto, que se abrirá el cancel.
Así lo hizo el lobo y la puerta se abrió. Arrojóse encima de la vieja y la devoró en un abrir y cerrar de ojos, pues hacía más de tres días que no había comido. Luego cerró la puerta y fue a acostarse en la cama de la abuela, esperando a Caperucita roja, la que algún tiempo después llamó a la puerta: ¡pam! ¡pam! ¡pam!
-¿Quién va?
Caperucita roja, que oyó la ronca voz del lobo, tuvo miedo al principio, pero como su abuela estaba malita, contestó:
-Soy yo, vuestra nieta, Caperucita roja, que os trae una torta y un tarrito de manteca que os envía mi madre.
El lobo gritó procurando endulzar la voz:
-Tira del cordel, preciosa, y se abrirá el cancel...
Caperucita roja tiró del cordel y la puerta se abrió. Al verla entrar, el lobo le dijo, ocultándose debajo de la manta:
-Deja la torta y el tarrito de manteca encima de la artesa, tesoro, y vente a acostar conmigo.
Caperucita roja lo hizo: se desnudó y se metió en la cama. Grande fue su sorpresa al ver el aspecto de su abuela sin vestidos, y le dijo:
-Abuelita, tenéis los brazos muy largos...
-Así te abrazaré mejor, hija mía.
-Abuelita, tenéis las piernas muy largas...
-Así correré más, hija mía.
-Abuelita, tenéis las orejas muy grandes...
-Así te oiré mejor, hija mía.
-Abuelita, tenéis los ojos muy grandes...
-Así te veré mejor, hija mía.
Abuelita, tenéis los dientes muy grandes...
-¡Pues así comeré mejor, hija mía!
Y al decir estas palabras, el malvado arrojóse sobre Caperucita roja y se la comió.
Moraleja
La niña bonita,
y la que no lo sea,
que a todas alcanza
esta moraleja,
mucho miedo, mucho,
al lobo le tenga,
que a veces es joven
de buena presencia;
de palabras dulces,
y grandes promesas,
tan pronto olvidadas
como fueron hechas.
La niña bonita,
y la que no lo sea,
que a todas alcanza
esta moraleja,
mucho miedo, mucho,
al lobo le tenga,
que a veces es joven
de buena presencia;
de palabras dulces,
y grandes promesas,
tan pronto olvidadas
como fueron hechas.
1 comentario:
Hace ya años, en el teatro del Centro vi a Beatriz Masons interpretar una obra cuyo nombre no recuerdo, en la que hablaba de este cuento con mucho humor.
Lo que mas me hizo rir fue cuando dijo - que clase de madre manda sola a una niña a cruzar el bosque sabiendo que hay un lobo suelto.
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