Millonaria, princesa y mondaine

Clara Ward (1873–1916) fue una rica socialité norteamericana que se casó con un príncipe belga de mucha alcurnia y poca fortuna, y cuya historia llenó las columnas de chismes de dos continentes durante fines del siglo XIX y principios del XX.

Había nacido en Detroit, Michigan, en 1873, hija del Capitán Eber Brock Ward y su segunda esposa Catherine Lyon. Ward era un hombre de inmensa riqueza, tanto es así que era conocido como el primer millonario de Michigan, y murió prematuramente cuando Clara tenía menos de dos años de edad. La madre de Clara heredó los holdings que fueron administrados por su hermano Thomas R. Lyon.


Clara obtuvo la atención pública en 1890 cuando fue anunciada en todos los periódicos la visita a los Estados Unidos de un distinguido ciudadano belga, Marie-Joseph Anatole Pierre Alphonse de Riquet, Príncipe de Caraman-Chimay, miembro de la Cámara belga de Diputados, quien propuso matrimonio a la muy joven y muy atractiva $$$$ hija de la rica familia Ward. 

El Château de Chimay se encontraba en el condado de Hainaut -Bélgica- muy cerca de la frontera francesa. El título poseía un largo y noble pedigree. Era del estilo de la vieja monarquía francesa, en la cual “Príncipe” era un rango que mostraba un grado de relación familiar con la Corona. La esposa de aquel tipo de príncipe devenía en Princesa, y por lo tanto Clara se convertía con total y entera legitimidad en una princesa europea. El hecho de que su esposo le doblara en edad, fuera más bien pobre y probablemente no fuera muy atractivo, debieron haber sido consecuencias menores. Contrajeron matrimonio en París, el 19 de mayo de 1890 a catedral llena.  Pero Clara no sería llamada propiamente “Princesa de Caraman-Chimay” sino “Clara, Princesa de Chimay”. Dos hijos tuvo el matrimonio:

* Marie Elisabeth Catharine Anatole de Riquet, Condesa de Caraman-Chimay (1891)
* Marie Joseph Anatole Pierre Alphonse de Riquet, Príncipe de Caraman-Chimay (1894)

Alrededor de 1896, el príncipe y la princesa Chimay estaban cenando en París en un elegante establecimiento, cuando un grupo húngaro presente en el restaurante deleitó a la concurrencia con música gitana. Jáncsi Rigó era el primer violinista.

Luego de una serie de encuentros "secretos" en un hotel demasiado conocido como para que no se enterase el tout Paris, Clara y Rigó escaparon juntos en diciembre de 1896. Los hijitos con el padre, por supuesto, porque madame la princesse sólo tenía tiempo para la música del violín de Jáncsi. Para consternación de la familia, el hecho salió en la prensa relatando el viaje de la pareja adulterina a través de toda Europa hacia Hungría. Entonces el Príncipe Marie-Joseph comenzó los procedimientos del divorcio, que se concretó bastante rápidamente dada la evidencia pública de adulterio, el 19 de enero de 1897. La nueva pareja se casó recién en 1904 y se mudó a Egipto, donde la ex princesa de Caraman-Chimay se introdujo en la lectura y la escritura. Sin que a nadie sorprendiese mucho, Clara pronto se encontró con que sus recursos disminuían muy rápidamente. Los cofres de la familia Chimay -que nunca estuvieron llenos- se le habían cerrado ni bien se publicó el edicto de divorcio, porque el príncipe no era nada tonto; y aunque Clara era muy inventiva a la hora de recaudar dineros que le permitiesen seguir su tren rumboso de vida, su familia americana debió intervenir bastante a menudo para que pudiese arreglar sus entreveradas finanzas. János también era una máquina de gastar, pues ¿no se había casado con una princesa que, además era millonaria americana? 

Los únicos talentos de Clara eran ser bonitilla y famosa. Con astuciacombinó ambos para lucirlos en los escenarios, incluyendo el Follies Bergêre y probablemente también el Moulin Rouge, donde lucía extravagantes disfraces. Se llamaba a esas presentaciones sus “poses plastiques”. Fue fotografiada y representada en numerosas tarjetas postales durante el período eduardiano, a veces en poses plastiques, a veces en trajes más o menos convencionales, y pintada nada menos que por Henri de Toulousse-Lautrec, que si bien era conde, le encantaban la transgresión y la bohemia. El emperador Guillermo II dijo que debió prohibir la publicación de sus fotografías en el Imperio porque encontraba su belleza demasiado “perturbadora” y un tanto proclive a la indecencia.

Probablemente estos nuevos ingresos fueran suficientes para que la pareja viviera razonablemente bien, pero el idilio con el violinista magyar no duró mucho: Rigó no podía dejar de serle infiel, y la pricesa devenida en cocotte se estaba poniendo exigente y un tanto entrada en carnes. Se divorciaron muy poco después de su boda, y Clara se casaría posteriormente dos veces más, una con el ítalo-español Peppino Ricciardo y otra con el italiano Maurizio Cassalota. Era una antecesora de Liz Taylor, que siempre quiso casarse cuando conocía a un hombre acorde a sus gustos. Casi inmediatamente después de su cuarto matrimonio, Clara falleció en Padua –Italia- el 9 de diciembre de 1916, víctima de un paro fulminante en su inquieto y enamoradizo corazón.
 

4 comentarios:

PATO08 dijo...

HAY QUE VIDA CAUTIVANTE !!! PERO EN REALIDAD CREO QUE NUNCA FUE FELIZ , AL IGUAL QUE LIZ !!! ERA ARRIESGADA y AVENTURERA , LA VERDAD BARON , TRASGRESORA PARA LA EPOCA !!!
NO LA CONOCIA MIL GRACIAS !!!

gallega dijo...

YO TAMPOCO,QUE MUJER!

Charo dijo...

ME ANOTO NO LA CONOCIA.

baron Samedi dijo...

¿Vieron? En las "mejores familias" también...