Así como un buen día el cantante conocido como Prince cambió su nombre por un signo, la inclasificable figura argentina Luciana Salazar (no se sabe bien si es actriz, modelo, cantante, vedette de revista, acompañante de señores billetudos o qué) ha decidido que desea ser llamada Luly Pop, una clara alusión al anglosajón "lollipop" (chupetín, pirulito, palanqueta) seguramente porque da imagen de golosina lamible.
La rubia, que sufre junto a su familia porque -se dice de mí- comentan que se ha hecho cambios drásticos en pómulos, nariz, mentón, dientes, mamas, cola (posiblemente) y se ha puesto extensiones en su cabello rubio natural entre otros arreglos de chapa y pìntura, ha prometido al DT Diego Maradona a través de TWITTER que si la selección argentina gana el capeonato, le acompañará en la exhibición total de su cuerpo corriendo alrededor del Obelisco, monumento emblemático de la ciudad de Buenos Aires.
Un verdadero despliegue anatómico, vamos. Al menos el de la niñita, aunque no sabemos si su familia la hará desistir a causa de la tristeza que les podría causar si alguien comentase que esa chica ya no sabe qué más hacer para llamar la atención. Las monjitas que la educaron se hicieron el harakiri con un disco de Palito Ortega el año pasado, cuando constataron que la blancura de sus dientes era más artificial que la cara de bueno que pone el papa Benedicto cuando ve un grupo de niños cantores rodeando a su hermano coreuta.
La rubia, que sufre junto a su familia porque -se dice de mí- comentan que se ha hecho cambios drásticos en pómulos, nariz, mentón, dientes, mamas, cola (posiblemente) y se ha puesto extensiones en su cabello rubio natural entre otros arreglos de chapa y pìntura, ha prometido al DT Diego Maradona a través de TWITTER que si la selección argentina gana el capeonato, le acompañará en la exhibición total de su cuerpo corriendo alrededor del Obelisco, monumento emblemático de la ciudad de Buenos Aires.
Un verdadero despliegue anatómico, vamos. Al menos el de la niñita, aunque no sabemos si su familia la hará desistir a causa de la tristeza que les podría causar si alguien comentase que esa chica ya no sabe qué más hacer para llamar la atención. Las monjitas que la educaron se hicieron el harakiri con un disco de Palito Ortega el año pasado, cuando constataron que la blancura de sus dientes era más artificial que la cara de bueno que pone el papa Benedicto cuando ve un grupo de niños cantores rodeando a su hermano coreuta.
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