La elegancia es cuestión de concepto. Pero el charme es de Chanel...

Revolucionaria, de pésimo carácter y una infancia difícil, transformó el mundo de la moda. Gabrielle Bonheur (Coco Chanel) nació en el orfanato de Saumur el 18 de agosto de 1883, hija de una enferma de tuberculosis y un vendedor ambulante que abandonaba el hogar durante largas temporadas. Cuando tenía doce años su madre fallece y su padre la abandona en el hospicio de Obazine, donde las monjas le enseñarían a coser. Estos comienzos tan duros de su vida marcarían profundamente el carácter de "Coco", aunque serían también la inspiración de su moda revolucionaria. En 1909 comienza su andadura en el mundo de la moda diseñando sombreros en París.

En 1910, con el apoyo económico de su amante, Boy Capel, inaugura su primera tienda de ropa: Modas Chanel.

Escandalizó a los caballeros con su corte de pelo a lo garçonne y convirtió el uniforme del orfanato -el vestido negro- en todo un clásico de la elegancia. Rompió los corsés y desplumó los sombreros para imponer un nuevo estilo en el que lujo y elegancia significaban sencillez y libertad de movimientos. Con ella, el tono bronceado de la piel dejó de ser un símbolo de pobreza y trabajo en el campo, para convertirse en una moda que aún hoy perdura.

En 1914 creó una ropa cómoda inspirada en los uniformes de los mayordomos y de los mozos de cuadra, pantalones y camisas marineras, una ropa cómoda para una época de guerra. En la década de 1920 lanzó su mítico perfume, el Chanel Nº5, siendo la primera diseñadora que lanzaba un aroma. En la década siguiente aparecieron sus primeros cosméticos: una pequeña línea, compuesta de lápiz de labios, colorete y polvos translúcidos.

En los años 50 ya era toda una celebridad y entre sus clientes-adoradoras se encontraban Brigitte Bardot, Katharine Hepburn, Jackie Kennedy, Elizabeth Taylor, Grace Kelly o Marilyn Monroe. Su joyería de fantasía, mezcla de piedras semipreciosas y metales baratos, perlas, cadenitas a la cintura, sus trajes sastre, los broches de C entrelazada y las camelias, son los estandartes de una mujer que se hizo a sí misma, que forjó su propia fortuna y que revolucionó la manera de vestir de las mujeres del siglo XX.

Tuvo muchos amantes -pero ningún marido- esta talentosa desinhibida que dueña de un poderoso imperio, murió sola en su habitación del Hotel Ritz, el 10 de enero de 1971, en París. Su lema aún perdura: "El lujo es una necesidad, que empieza cuando acaba la necesidad."


1 comentario:

Charo dijo...

QUE SERIA DE NOSOSTRAS SIN EL VESTIDO NEGRO Y EL TRAJE SATRE CON POLLERA A LA RODILLA.