Petrona Carrizo de Gandulfo: la primera cocinera-diva del Río de la Plata


"Siempre me decían que yo era una creadora cara -dijo una vez, enfatizando la palabra "creadora"-. Pero tenían razón… ¿Qué iba a preparar en televisión, un guisito de morondanga?"

Había nacido en Santiago del Estero el 29 de junio de 1896; le gustaban las alhajas (así se llamaba antes a las joyas) y los sombreros. A los 16 años se trasladó a Buenos Aires a probar suerte, y se casó con Atilio Gandulfo. Empezó a trabajar en los años treinta y poco en una empresa que vendía cocinas, para promocionar el uso de las entonces "modernas" cocinas a gas. Desde este rol apareció la necesidad de generar recetas con mucho detalle, pensadas para utilizar y aprovechar mejor este tipo de cocina; pero muy pronto la joven santiagueña desarrolló sus propias recetas, reformas novedosas  a antiguo platos más o menos elaborados que enseñaba como parte de la promoción de ventas.
En 1934 recopiló la mayor parte de esas recetas propias que fueron publicadas en la revista "El Hogar", dando forma a su primer libro clásico: “El libro de Doña Petrona”. Libro que  agotó los primeros tres mil ejemplares, llegando a tener 70 ediciones, y ser tan vendido en Argentina como el Martín Fierro.  Pionera, abrió camino a todos los cocineros que coparon después la televisión argentina.

Se pintaba las uñas y los labios de rojo apasionado, aunque su audiencia femenina la veía trajinar en blanco y negro junto a la legendaria Juanita. Era el año 1952 cuando Petrona C. de Gandulfo -“doña Petrona”- debutó en Buenas tardes, mucho gusto, en el único canal de la televisión argentina de aquellos tiempos, el 7.

Su modo de enseñar coloquial y campechano, junto a su inseparable asistente "Juanita", conquistó a aquella audiencia y a varias generaciones de argentinos que aprendieron a preparar sus empanadas, locros, pucheros, guisos, canelones y pastas en general; tartas, alfajores, budines y postres, etc.

Teniendo como antecedente a Juana Manuela Gorriti, Doña Petrona promovió el arte culinario por todos los medios de comunicación: clases, libros, revistas, radio, televisión.

El Libro de Doña Petrona es el más vendido de la historia argentina, con más de 9 millones de ejemplares en 102 reediciones. Y habría que agregar que también fue el libro más robado de la Biblioteca Nacional, por eso ahora se guarda en la Sala del Tesoro.

Muchos la criticaban porque literalmente tiraba manteca al techo (hacía una docena de medialunas usando medio kilo de manteca) o porque hacía el flan con una docena de huevos. "Pero sacan las recetas del contexto, de la época" -explica su nieta Marcela, y agrega- "es mucho más sana una porción de flan hecho con 12 huevos que la mitad de esa porción de un flan hecho con cualquier marca de flan en polvo deshidratado".

Dejó la cocina y la vida -que para ella eran una sola cosa- cuando ya su reinado había sido dominado por la tendencia de chefs, gourmands y restaurateurs, y por la inexorable censura del colesterol y las calorías.

Doña Petrona C. de Gandulfo es a la cocina argentina lo que a sus respectivos géneros son Benito Quinquela Martín, El Chúcaro, o Francisco Canaro. Fue la decana de la enseñanza de cocina por televisión y sus sucesoras naturales fueron Marta Baines, Emy de Molina, Choly Berreteaga, María Adela Baldi, Chichita de Erquiaga, Chola Ferrer, Blanca Cotta y Narda Lepes, entre otras.

En su vasta casa en Olivos de dos plantas y doce ambientes confesaba sentirse cada vez más sola, aunque su vínculo con Juanita -su inseparable ayudante- aún le permitía ensayar esa actuación de reina entre tiránica y tierna que los televidentes prehistóricos veían con curiosidad en blanco y negro desde sus televisores tamaño bañadera. A los 87 años, un secreto tan guardado a siete llaves como algunas de sus recetas sagradas de las que sólo daba los indicios básicos, todavía fumaba y parecía gozar con los montones de colillas que dejaba con la marca del rouge -aquel rojo, tan intenso como la sangre- en todos los ceniceros que ella misma esparcía allí por donde pasaba.

Cada mañana y cada tarde mantenía su inalterable ritual de salud: tomar una generosa medida de whisky escocés on-the-rocks. Esta infalible receta la llevó a vivir hasta los 95 años, hasta aquel 6 de febrero de 1992 en que el corazón se cansó de bombear.
 

2 comentarios:

silvia dijo...

-TENGO EL LIBRO DE DOÑA PETRONA DE

MI TIA CUANDO SE CASO ANTES DEL

'50.-

Charo dijo...

MI ABUELA LO TENIA Y ME LO QUEDE YO. ES MUY BARATO COCINAR CON ELLA, HAY BIZCOCHUELOS QUE LLEVAN 2 DOCENAS DE HUEVOS PARA EMPEZAR. JA JA JA