El sábado 1 de marzo celebramos los quince primeros años de Marcela, hija de mi primo y ahijado Fernando Acosta Massafferro.
No me creerán si les digo que es el primer acontecimiento familiar de este tipo en el que intervengo desde hace al menos veinticinco años. ¡Y es la pura verdad! Estoy con la familia en otras ocasiones -ya festivas, ya luctuosas- siempre que no coincidan con un sábado, día en que la comunidad se reúne para rendir culto a las divinidades y ancestros del ègbé. Esta vez, sin embargo, me impuse la obligación de estar como un homenaje tanto a quienes están como a quienes no están, en especial a mi padre y a mi tío Clodomiro, recientemente desaparecido. Marcela estaba preciosa y tengo la convicción de que haya festejado su cumpleaños tal como lo merecía, con la ilusión con la que toda jovencita espera este acontecimiento.
Un buen momento familiar, que valió la pena.
Un buen momento familiar, que valió la pena.
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