La semana anterior -o la otra, porque tampoco es un dato demasiado importante- el productor Gerardo Sofovich cumplió años. Muy cerca de él en las fotos, la oriental Mónica Farro, que está haciendo su camino mediático en la vecina orilla. Farro fue contratada por Sofovich cuando la otra oriental -Claudia Fernández, figura de Saeta, Canal 10- renunció a formar parte del elenco del vaudevil "No somos santas". Ni corto ni perezoso, el anciano productor contrató a Farro a sabiendas de una real o supuesta enemistad entre ambas pechochas de este lado del río.Comparándolas, yo diría que Fernández es más agradable a la vista, maneja muy bien los timings en cámara y resulta graciosa como comediante a la que aún falta experiencia; Farro intenta ser muy sofisticada y desenvuelta pero no tiene ese ángel que Fernández supo hacer valer desde sus actuaciones en el decano vernáculo. Claro que ambas tienen en común que son muy dadas a hablar (Fernández resulta más mesurada, por cierto, aunque a veces se desborde) y esto debe ser bastante redituable para el entorno farandulesco. Porque parece que lo más importante en el campo del espectáculo consistiría en hablar, sobre todo acerca de lo que otros hablan sobre un tema o personaje, no sobre el hecho en sí mismo. Este tipo de decires del que se hace eco una infinidad de programas de chimentos, sitios web, radios y revistas especializadas utiliza este sistema del "dijo Fulana..., ¿qué piensas tú?" Este permite discusiones infinitas entre distintos opinólogos -los de oficio y los amateurs- y se opone al tradicional enfoque periodístico sobre algo, pero sin duda da de comer a una enorme y variopinta secuencia de actores mediáticos que pasan la vida hablando de los temas más irrelevantes. Parecería que nadie se toma el trabajo de hacer un poquito de esfuerzo intelectual y zanjar definitivamente tanta guaranguería con un simple "a mí no me interesa". Claro, quien ostentara ese mínimo atisbo de sentido común quedaría automáticamente fuera de juego en una sociedad que cada día se ve más autorreferencial e invadida por los vacíos de contenido. Lamentablemente, el veterano cumpleañero es un número uno en la congregación de chicas cuyo talento se radica en el mohín mientras exhiben el culo y no en una línea de pensamiento formal.
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