Hermanos

Las relaciones entre hermanos suelen ser las relaciones más largas en la vida de las personas. En cierta forma, estas relaciones, duran casi toda una vida. Incluso cuando ya los padres no estén, los hermanos seguirán siendo hermanos --desde luego, sin mediar una tragedia o una muerte prematura--. A medida que los chicos crecen y la vida avanza, ellos van involucrándose en otras relaciones, como el matrimonio, y tienen sus propios hijos. Esto, con frecuencia, hace que la relación de hermanos sea puesta en una especie de animación suspendida. No obstante, distintos estudios demuestran que la mayor parte de las personas adultas continúan teniendo cierta forma de contacto con sus hermanos. La cantidad de contacto suele ser mayor entre pares de hermanas y menor entre pares de hermanos. Los pares mixtos (hermano y hermana) están en un punto medio entre los dos grupos anteriores. Un dato curioso: las personas que más cercanía tenían con sus hermanos, aun en la adultez, nunca se habían casado. La naturaleza de la relación de hermanos varía y puede clasificarse dentro de las distintas categorías:
· Los íntimos
En esta relación los hermanos valoran su relación más que sus matrimonios, y permanecen muy cercanos.
· Los afables
En este caso los hermanos son amigos, pero dan más importancia a sus respectivos matrimonios, hijos, etcétera.
· Los leales
En esta clase de relación las reuniones familiares, los matrimonios, las festividades, etcétera, son las únicas ocasiones en que los hermanos se encuentran. No hay mayor interacción entre los mismos concluidos estos eventos.
· Los apáticos
Este tipo de hermanos permanecen indiferentes entre sí y en rara ocasión evidencian contactos.
· Los hostiles
Éstos son los hermanos que sienten resentimiento el uno por el otro, posiblemente como continuación de una rivalidad iniciada en la infancia.
La prueba de fuego
El momento más complicado para una relación entre hermanos suele darse cuando es necesario hacerse cargo del cuidado de los padres envejecidos o enfermos. Si los hermanos tienen una relación cercana, entonces lograrán sobrellevar esta crisis con relativa facilidad. Para muchos, la enfermedad de uno de los padres puede representar la primera vez en que los hermanos se pueden apreciar tal cual son. Muchas veces, esta situación conduce a una ruptura en la relación, generalmente acompañada del siguiente reclamo: "¿Por qué debo cargar con la responsabilidad yo solo?" A veces, los hermanos se enfrentan por la naturaleza del cuidado brindado a sus padres. La negligencia puede conducir a una pelea seria, sobre todo en una relación débil. En cualquier caso, se ha descubierto que a medida que envejecemos las relaciones entre hermanos se hacen más fuertes e importantes. Los adultos que atraviesan sus años de vejez y tienen un hermano vivo, suelen tener una moral y un sentimiento de bienestar superiores que aquellos que no lo tienen, y esta brecha se amplía aún más en quienes tienen hermanas vivas. Esto puede atribuirse al hecho de que las mujeres son capaces, por naturaleza, de proporcionar mucho más cuidado y afecto.
Con la vida volviéndose más y más mecanizada y con la profesión y el dinero convirtiéndose en prioridades absolutas, no es de sorprender que las tasas de divorcio aumenten en forma constante. En este contexto las relaciones entre hermanos adquieren aun más importancia, sobre todo cuando actúan como respaldo emocional en tiempos de necesidad. No cabe dudas que deberíamos esforzarnos un poco más por cultivar esta hermosa relación que la vida nos ha dado en forma gratuita y que tantas satisfacciones puede ofrecernos, porque simplemente podemos reconstruir la vida de nuestros padres desde ángulos diferentes y a la vez comunes.

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