Árbol inmenso que cobija a todo un Cerro


Marcos de Haedo

pai Marcos de Oshanlá Talabi, es una de las figuras más representativas del batuque oriental. El 13 de Abril de este año festejará sus primeros cuarenta y cinco años de bacía. Años productivos, intensos, de servicio. Iniciado por el legendario babalorisha gaúcho João Correia Lima de Bara Ajelu Eshubi y por Enrique Guardia de Bara Adage, pai Marcos es un personaje de bajo perfil dentro del ambiente religioso afrobrasileño en el pequeño país platense. Dotado de un carisma arrollador y una simpatía que hace sentir que se lo conoce desde toda la vida, tiene como identificación más segura de su persona esa humildad propia de los verdaderamente grandes y un habla franca y directa, como corresponde a alguien que tiene mucho para decir, pero a la vez se retiene con educación e inteligencia. Pai Marcos es un hombre sensible y a pesar de exhibir las alhajas que recibe como presente o tributo agradecido de una nutrida clientela, no vacila en servir con sus propias manos tanto el plato de un visitante ilustre como el de un desconocido recién iniciado que llegue su casa; también es capaz de hacer un paquete con víveres de su propia despensa cuando ve que la persona precisa no sólo una ayuda espiritual sino también comida para poder sostenerse. Quien esto escribe ha sido testigo de esa calidez en ambos sentidos. Desde hace muchos años y en forma discreta es uno de los principales benefactores del Pabellón de Enfermos de Sida en el Instituto de Higiene de Montevideo. A menudo ha acompañado a gente a la que desconoce tratando de levantarle la moral, cuando la propia familia se ha cansado de rodearle con afecto y comprensión. Su fiesta anual para conmemorar la hechura de la bacía de Oshanlá Talabi congrega a religiosos de Brasil, Argentina y Uruguay, inclusive a hijos venidos de Europa para presentar sus respetos a este padre de todos que tiene para cada uno una palabra de cariño, un reproche entre severo y risueño, y la voluntad de servicio que aprendiera junto a su fallecido iniciador. Habla de sus mayores con respeto, pero también con mucho amor, sentimiento que se hace evidente en esa lágrima indisimulada que se escapa cuando recuerda los viejos tiempos. No podría dejar de homenajear entre los grandes aún vivos a los pies de los orisha a un sacerdote de la talla humana y espiritual de pai Marcos de Haedo. Quienes le conocemos, nunca podemos ser indiferentes ante su presencia cada vez menos frecuente en los festejos públicos, porque en medio de tanto cambio prefiere permanecer en su casa llena de plantas, pájaros y afectos que le rodean como una especie de prolongación familiar. Conocerlo es admirarlo y quererlo, y dejar que su conocimiento y experiencia afloren con los recuerdos.

Para pai Marcos de Haedo, hijo de Oshanlá Talabi vaya pues mi homenaje, mientras lo tenemos ahí a la mano. Después no habrá tiempo posible... sólo será nostalgia. Mo júbà re, bàbá mi!

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