"Cien años atrás, la gente dijo que el Valle de los Reyes estaba exhausto, que no había nada que buscar. De repente, Carter encontró a Tutankamón." Kent R. Weeks (1941), egiptólogo estadounidense (El 16 de febrero de 1923 se descubre el sarcófago que contenía el cuerpo momificado de Tutankamón)
¿Cuántas veces nos guiamos por experiencias ajenas, por mandatos u opiniones pesimistas y desistimos de seguir buscando lo que deseamos o necesitamos? Hay seres que tienen ese tesón necesario para enfrentar la vida y nunca se derrotan frente a la adversidad, recorriendo caminos diferentes a los que ya han sido trillados. Es bueno, naturalmente, servirse de la experiencia y recorrer la vida con mapas de ruta más o menos precisos. Pero ¿y la propia experiencia? El desafío de lo nuevo, lo improbable, aquello que puede ser de algún modo un aprendizaje del que nunca a priori, podemos decidir si es bueno o malo ¿no será también un destino individual de desafíos?
Viene al caso, porque un hijo de religión mío siente cada tanto hormiguitas en el rabo y como Howard Carter, insiste. Yo tengo la certeza que terminará encontrando la cámara del tesoro que asegure su vejez y el bienestar de su familia. Ifágbimo lo merece, porque como buen hijo de Òsànlá, es terco. Pero además, cosa curiosa, es osado. Eso le permite hacer cambios que nunca dejan de aportarle experiencia, seguridad en si mismo, beneficios al fin que crean una especie de carrera con la que enfrentar el más tremendo misterio que el hombre conoce: la Vida.
Desde aquí lo saludo, admirado y feliz por cada nuevo emprendimiento; cada nueva huella que terminará siendo parte de un sendero hacia la cima.Te quiero mucho, hijo.
¿Cuántas veces nos guiamos por experiencias ajenas, por mandatos u opiniones pesimistas y desistimos de seguir buscando lo que deseamos o necesitamos? Hay seres que tienen ese tesón necesario para enfrentar la vida y nunca se derrotan frente a la adversidad, recorriendo caminos diferentes a los que ya han sido trillados. Es bueno, naturalmente, servirse de la experiencia y recorrer la vida con mapas de ruta más o menos precisos. Pero ¿y la propia experiencia? El desafío de lo nuevo, lo improbable, aquello que puede ser de algún modo un aprendizaje del que nunca a priori, podemos decidir si es bueno o malo ¿no será también un destino individual de desafíos?
Viene al caso, porque un hijo de religión mío siente cada tanto hormiguitas en el rabo y como Howard Carter, insiste. Yo tengo la certeza que terminará encontrando la cámara del tesoro que asegure su vejez y el bienestar de su familia. Ifágbimo lo merece, porque como buen hijo de Òsànlá, es terco. Pero además, cosa curiosa, es osado. Eso le permite hacer cambios que nunca dejan de aportarle experiencia, seguridad en si mismo, beneficios al fin que crean una especie de carrera con la que enfrentar el más tremendo misterio que el hombre conoce: la Vida.
Desde aquí lo saludo, admirado y feliz por cada nuevo emprendimiento; cada nueva huella que terminará siendo parte de un sendero hacia la cima.Te quiero mucho, hijo.
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