El joven piloto y su instructor militar murieron al estrellarse el avión. La causa: una cigueña que impactó contra la cabina de la nave. Según la Fuerza Aérea, los tripulantes nada pudieron hacer para impedir el siniestro.
Hoy se realizó el sepelio en Durazno del alférez Jonathan Martínez Méndez, de 23 años. Mientras que el teniente aviador 2° Diego Silveira Lujambio, de 28 años, será enterrado hoy en Montevideo en el Cementerio del Norte. Martínez era un destacado jugador de fútbol. Precisamente, a causa de una lesión que tuvo el año pasado durante un partido, se había retrasado su entrenamiento en vuelo avanzado. De todos modos para su edad y formación contaba con suficientes horas de vuelo (160) y excelentes calificaciones. A las 9, cuando entró a la base aérea, saludó a su padre, un veterano sargento que trabaja allí desde hace años.
Lujambio llevaba dos años como instructor de vuelo y había completado 900 horas, además de una brillante foja de servicio. En pocos días más iba a contraer matrimonio. Ni la capacidad de uno ni la experiencia del otro pudieron evitar la tragedia. El avión Pilatus PC7 volaba a unos 300 kilómetros por hora y a una altura de 150 metros sobre el suelo cuando lo que el general del aire Enrique Bonelli definió como "un ave de gran porte" se estrelló contra el parabrisas de plexiglás de la cabina.
El vuelo que realizaban los dos jóvenes oficiales era parte de un programa de entrenamiento. Se trataba de un vuelo táctico que, partiendo de la base de Durazno, debía tocar las bases de Carrasco y Laguna del Sauce. Además del factor imprevisible que habría desencadenado el siniestro, el comandante se mostró escéptico en cuanto a la eliminación de los riesgos durante el entrenamiento militar. "No podemos en una instrucción para aviador militar eliminar los riesgos, lo que tratamos es de minimizarlos", sostuvo.
La zona donde ocurrió el siniestro está a unos 25 kilómetros de la capital de Durazno. La aeronave cayó en los campos del establecimiento agropecuario de los hermanos Robano, un predio de unas 450 hectáreas. El mismo se encuentra entre el río Yí y la barra del arroyo Maestre Campo, en lo que se conoce como el paraje San Borja. Una zona de montes indígenas, con franjas rocosas importantes. De todas formas, el área del siniestro es un terreno llano que desemboca en el Yí.
El protocolo de investigación que deben seguir los técnicos es riguroso. No obstante, y dados los restos del ave encontrados en el avión, casi no cabe dudas acerca de la causa. De todas formas la investigación seguirá las tres grandes líneas de rutina: determinar la situación del avión, establecer la situación meteorológica en el momento del hecho y el estado de salud de los tripulantes.
El País y EL PAÍS digital
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