Maria Bethânia - Omara Portuondo
Las dos cantantes y compositoras se prensentan en el Luna Park el próximo
7 de Junio con entradas desde $70.
Son las 2 voces más reconocidas de Brasil y Cuba, y se han juntado para grabar un disco juntas que salió en marzo en Brasil y recientemente en Argentina.
Las entradas ya están a la venta en el Estadio y a través de Ticket Portal (5353-0606) o por internet.
Fecha: Sábado 7 de Junio, 21:00 Hrs.
Lugar: Estadio Luna Park, Bouchard 465, T: 4311-5100.
Cómo llegar:
Subte:
Linea B estacion: L.N. ALEM.
Colectivos: 4,6,20,23,26,28,33,45,50,54,56,61,62,74,91,93,99,1 05,109,126,130,140,143,146,152,159,180.
Precios:
Platea preferida (fila 1 a 15 centros): $240.
Platea preferida lateral (fila 1 a 15 costados): $220.
Platea (desde fila 16 centro): $200.
Platea lateral (desde fila 16 costado): $180.
Super pullman: $160.
Pullman: $130.
Platea Cabecera: $70.
"Mi voz es Dios en mí"
Desde hace más de cuarenta años, el nombre de Maria Bethânia es sinónimo de música popular brasileña. Se crió en Bahía con su hermano, Caetano Veloso, y compartió escenarios con los exponentes más emblemáticos de una época de oro: Chico Buarque, Gal Costa, Gilberto Gil. Y a pesar de que admira a las nuevas generaciones musicales de su país, creó un espectáculo que reivindica canciones de hace más de medio siglo y buscó una voz original para acompañarla. Con ese trabajo junto a la cubana Omara Portuondo es que llegará a Buenos Aires el 7 de junio próximo.
—El disco tiene canciones hechas en los años 50. ¿Por qué eligió ese período?
—Eso fue un pedido de Omara. Cuando supe que íbamos a hacer un álbum juntas, le pregunté qué período de la música cubana quería rescatar, para poder relacionarla con la de Brasil. Me dijo que la de los años 50. Aprovechando que esa época musicalmente hablando en Brasil fue muy fructífera, elegimos trabajar con ese repertorio pero siempre con la libertad para usar autores contemporáneos si era necesario. Y eso hicimos.
—¿Todavía la emociona cantar canciones escritas hace treinta, cuarenta o cincuenta años?
—Sí, son las que más he interpretado últimamente, las de grandes genios como Heitor Villalobos o Capipa, los compositores más tradicionales, más ligados a la tierra en el sentido de pertenencia. La música es cíclica y muy poderosa. Y esos genios influyeron en otros, como Tom Jobim o Vinícius de Moraes; y ellos a su vez en los tropicalistas, que llegamos después.
—¿Qué queda hoy de esa Tropicália? ¿Hay un sustituto?
—Hoy mismo, artistas como Arnaldo Antunes o Carlinhos Brown están haciendo un trabajo innovador, importante. Pero la música no tiene sustitutos, se va haciendo de diferentes movimientos a lo largo del tiempo. La bossa nova, el tropicalismo, el samba tradicional son el origen de la música nueva, con voces tan diversas como Adriana Calcanhotto, Os Paralamas do Sucesso o Djavan... Pero decir que ellos tomaron nuestro lugar es disminuir la creación, y la creación es la vida "pra frente", que siempre fue una característica de Brasil.
—¿Cómo ve a las voces femeninas de su país?
—Adriana Calcanhotto, la misma Marisa Monte, Ana Carolina, Vanesa Matta: todas brillan porque nuestra música tiene ese brillo. Igual, las mujeres en cada movimiento que ha habido se han destacado y complementado.
—¿Y a quién de ellas considera su heredera?
—¿Heredera?
—Sí...
—No, yo no tengo herederas.
—¿Cuáles son las similitudes musicales entre Brasil y Cuba?
—Los dos pueblos son de raíces negras, de regiones africanas próximas entre sí. También la alegría por la música, los dos somos pueblos que curtimos (disfrutamos) y la expresión musical de ese placer es la misma: ellos tienen la salsa y la rumba, y nosotros el samba.
—¿Ya conocía a Omara? ¿Cómo se entienden?
—No. Nos conocimos ahora. Creamos un espectáculo para que ella se luzca y cada una hace su pequeño recital. Ella es más inquieta, más paseandera que yo; yo soy muy quieta, mucho más tranquila. Ella sale y yo me quedo en casa. Y está fascinada con Brasil. Siente que el pueblo es muy afectuoso, que la recibió con los brazos abiertos en cada uno de los shows que estamos haciendo, con mucho éxito. Me pone muy feliz que la reverencien, porque mi intención es ésa.
—¿Conoce Cuba? ¿Qué le parece?
—Sí. La Habana me parece muy bonita, y fui el último año a tocar con Chico Buarque a Varadero. Lo que más me gusta de allí es la música.
—¿Cómo lleva el paso del tiempo?
—Llevándolo. El tiempo es el que manda, no yo.
—Y la voz, ¿cómo la cuida?
—Está muy bien resguardada. Es lo máximo que tengo. Mi voz es Dios en mí, entonces la cuido como algo sagrado.
—¿Todavía va a Bahía, se reúne con su familia?
—Por supuesto. En Santo Amaro de Purificaçao está mi casa, mi madre - la legendaria dona Canô - que cumplió cien años en febrero del año pasado y mi gente. La fiesta que hicimos para mi madre paralizó la ciudad. Participaron todos.
—¿Y cómo es la relación con su hermano Caetano y su sobrino, Moreno? ¿Le gusta la música que hace?
—Mi hermano Caetano es un hombre bello y de un pensamiento extraordinario. Es un gran poeta, un gran compositor, y lo dice mi voz autorizada de cantante. Moreno encontró su propio camino musical, lo que me parece muy saludable. No necesitó del nombre de Caetano para hacerse de uno propio. Estoy muy feliz y orgullosa de los dos.
—Hizo muchos shows con Gilberto Gil, hoy ministro de Cultura. ¿Cómo es su relación actual? ¿Se encuentran?
—Mi relación es de amigos: es mi gran amigo desde la adolescencia. Es un gran compositor, un gran cantante y uno de nuestros mayores éxitos. Desde que aceptó ser ministro hace ya ocho años, para mí nada cambió. Pero creo que él debería volver a la música, nos hace mucha falta. Mi último encuentro fue en uno de los shows que hicimos con Omara en Río, fuimos a cenar y nos quedamos hablando como siempre, toda la noche, de toda nuestra vida.
—¿Y usted hubiera aceptado un cargo público?
—No, yo soy muy de mi casa, muy de puertas adentro, muy tranquila, muy pueblerina, aunque vivo en Río desde 1975.
—Desde que Lula es presidente, ¿la gente pobre está mejor?
—(Duda) No sé si responder eso... Por lo que yo tengo visto en mi pueblo, en mi región, los pobres están igual, o peor... Yo leo en el diario que la Bolsa sube, que descubrimos yacimientos de petróleo, que el valor del dólar cayó; pero yo no entiendo ese Brasil virtual, no lo entiendo... En el Brasil real, el de las personas, la miseria es la misma o peor.
—¿Qué piensa de las mujeres en el poder en América latina? ¿Cómo ve a Cristina, a Michelle Bachelet?
—El hecho de que estén ahí me parece bastante colorido. Las mujeres tienen la misma capacidad que los hombres para gobernar y para devolverles algo a sus países. Y creo que eso es importante. El mundo cambió.
—¿Qué cosas de la vida moderna se niega a vivir?
—Yo no me niego a nada. Sólo a aburrirme, a la falta de educación, a la pretensión de los idiotas... no tengo ningún problema con la tecnología o las cosas nuevas porque son parte de un futuro que yo todavía no viví.
—El disco tiene canciones hechas en los años 50. ¿Por qué eligió ese período?
—Eso fue un pedido de Omara. Cuando supe que íbamos a hacer un álbum juntas, le pregunté qué período de la música cubana quería rescatar, para poder relacionarla con la de Brasil. Me dijo que la de los años 50. Aprovechando que esa época musicalmente hablando en Brasil fue muy fructífera, elegimos trabajar con ese repertorio pero siempre con la libertad para usar autores contemporáneos si era necesario. Y eso hicimos.
—¿Todavía la emociona cantar canciones escritas hace treinta, cuarenta o cincuenta años?
—Sí, son las que más he interpretado últimamente, las de grandes genios como Heitor Villalobos o Capipa, los compositores más tradicionales, más ligados a la tierra en el sentido de pertenencia. La música es cíclica y muy poderosa. Y esos genios influyeron en otros, como Tom Jobim o Vinícius de Moraes; y ellos a su vez en los tropicalistas, que llegamos después.
—¿Qué queda hoy de esa Tropicália? ¿Hay un sustituto?
—Hoy mismo, artistas como Arnaldo Antunes o Carlinhos Brown están haciendo un trabajo innovador, importante. Pero la música no tiene sustitutos, se va haciendo de diferentes movimientos a lo largo del tiempo. La bossa nova, el tropicalismo, el samba tradicional son el origen de la música nueva, con voces tan diversas como Adriana Calcanhotto, Os Paralamas do Sucesso o Djavan... Pero decir que ellos tomaron nuestro lugar es disminuir la creación, y la creación es la vida "pra frente", que siempre fue una característica de Brasil.
—¿Cómo ve a las voces femeninas de su país?
—Adriana Calcanhotto, la misma Marisa Monte, Ana Carolina, Vanesa Matta: todas brillan porque nuestra música tiene ese brillo. Igual, las mujeres en cada movimiento que ha habido se han destacado y complementado.
—¿Y a quién de ellas considera su heredera?
—¿Heredera?
—Sí...
—No, yo no tengo herederas.
—¿Cuáles son las similitudes musicales entre Brasil y Cuba?
—Los dos pueblos son de raíces negras, de regiones africanas próximas entre sí. También la alegría por la música, los dos somos pueblos que curtimos (disfrutamos) y la expresión musical de ese placer es la misma: ellos tienen la salsa y la rumba, y nosotros el samba.
—¿Ya conocía a Omara? ¿Cómo se entienden?
—No. Nos conocimos ahora. Creamos un espectáculo para que ella se luzca y cada una hace su pequeño recital. Ella es más inquieta, más paseandera que yo; yo soy muy quieta, mucho más tranquila. Ella sale y yo me quedo en casa. Y está fascinada con Brasil. Siente que el pueblo es muy afectuoso, que la recibió con los brazos abiertos en cada uno de los shows que estamos haciendo, con mucho éxito. Me pone muy feliz que la reverencien, porque mi intención es ésa.
—¿Conoce Cuba? ¿Qué le parece?
—Sí. La Habana me parece muy bonita, y fui el último año a tocar con Chico Buarque a Varadero. Lo que más me gusta de allí es la música.
—¿Cómo lleva el paso del tiempo?
—Llevándolo. El tiempo es el que manda, no yo.
—Y la voz, ¿cómo la cuida?
—Está muy bien resguardada. Es lo máximo que tengo. Mi voz es Dios en mí, entonces la cuido como algo sagrado.
—¿Todavía va a Bahía, se reúne con su familia?
—Por supuesto. En Santo Amaro de Purificaçao está mi casa, mi madre - la legendaria dona Canô - que cumplió cien años en febrero del año pasado y mi gente. La fiesta que hicimos para mi madre paralizó la ciudad. Participaron todos.
—¿Y cómo es la relación con su hermano Caetano y su sobrino, Moreno? ¿Le gusta la música que hace?
—Mi hermano Caetano es un hombre bello y de un pensamiento extraordinario. Es un gran poeta, un gran compositor, y lo dice mi voz autorizada de cantante. Moreno encontró su propio camino musical, lo que me parece muy saludable. No necesitó del nombre de Caetano para hacerse de uno propio. Estoy muy feliz y orgullosa de los dos.
—Hizo muchos shows con Gilberto Gil, hoy ministro de Cultura. ¿Cómo es su relación actual? ¿Se encuentran?
—Mi relación es de amigos: es mi gran amigo desde la adolescencia. Es un gran compositor, un gran cantante y uno de nuestros mayores éxitos. Desde que aceptó ser ministro hace ya ocho años, para mí nada cambió. Pero creo que él debería volver a la música, nos hace mucha falta. Mi último encuentro fue en uno de los shows que hicimos con Omara en Río, fuimos a cenar y nos quedamos hablando como siempre, toda la noche, de toda nuestra vida.
—¿Y usted hubiera aceptado un cargo público?
—No, yo soy muy de mi casa, muy de puertas adentro, muy tranquila, muy pueblerina, aunque vivo en Río desde 1975.
—Desde que Lula es presidente, ¿la gente pobre está mejor?
—(Duda) No sé si responder eso... Por lo que yo tengo visto en mi pueblo, en mi región, los pobres están igual, o peor... Yo leo en el diario que la Bolsa sube, que descubrimos yacimientos de petróleo, que el valor del dólar cayó; pero yo no entiendo ese Brasil virtual, no lo entiendo... En el Brasil real, el de las personas, la miseria es la misma o peor.
—¿Qué piensa de las mujeres en el poder en América latina? ¿Cómo ve a Cristina, a Michelle Bachelet?
—El hecho de que estén ahí me parece bastante colorido. Las mujeres tienen la misma capacidad que los hombres para gobernar y para devolverles algo a sus países. Y creo que eso es importante. El mundo cambió.
—¿Qué cosas de la vida moderna se niega a vivir?
—Yo no me niego a nada. Sólo a aburrirme, a la falta de educación, a la pretensión de los idiotas... no tengo ningún problema con la tecnología o las cosas nuevas porque son parte de un futuro que yo todavía no viví.
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